Cristo
Rey
Hoy es la fiesta de Cristo Rey. Una conmemoración importante dentro del calendario litúrgico, porque marca el fin del ciclo dominical "ordinario", ya que el próximo domingo comienza el tiempo del Adviento, que prepara a la ya cercana Navidad: el nacimiento de Jesús.
¿Qué significa que Jesús sea rey? Cuando recordemos una vez más su nacimiento, entre los muchos títulos que se le da es el Principe de la Paz. Jesús por el lado de su padre terrenal (San José) desciende de la familia del rey David, para que se cumplieran las promesas hechas por los profetas, que vendría un Mesías de la "estirpe de David". Por eso, muchos lo reconocen y lo aclaman como el "hijo de David", el "rey de Israel". El mensaje central del evangelio (buena noticia) que proclama Jesús es el Reino de Dios, reino que lo proclama como ya cercano y que lo anuncia a través de distintas parábolas en que enseña cómo es el reino de Dios: como levadura, como el grano de mostaza, el tesoro escondido, etc.
Ya en el Antiguo Testamento aflora el aspecto o función propia del Señor, de reinar de modo soberano y de ejercer su dominio real, sobre todo para defender y salvar a su Pueblo. El Mesías prometido para el pueblo será visto como rey. Jesús utiliza mucho en sus ejemplos la imagen del rey: que invita al banquete de bodas, como el rey que tenía un terreno y se va de viaje, etc.
La parábola de este domingo (Mt 25, 31-46) presenta al Hijo del Hombre (es decir, el mismo Cristo) como un rey que llega en toda su majestad al final de los tiempos y que juzgará según los criterios del reino: dad de comer al hambriento, de beber al sediento, de acoger al emigrante, visitar al enfermo y al preso. Esta imagen del Rey que juzga con estos parámetros es consecuente con todo el mensaje de Jesús: el reino le pertenece a los pobres y a los pequeños: "Dichosos los pobres, porque de ellos es el reino de los Cielos" y a los que se comprometen por ellos: "Felices los que tienen hambre y sed de justicia".
Pedimos en la oración que el mismo Jesús nos enseñó: "Que venga su Reino", precisamente porque es un reino distinto a los de este mundo, que se instaura con la oración y con la acción y no con la fuerza de las armas.