Celebran 100 años de Luis Oyarzún
Poeta y filósofo, gravitante en el sello institucional de la Universidad Austral, nació el 14 de noviembre de 1920. "Todo se ordena/Los cielos se equilibran perfectamente/El mar se estira de una costa a otra/La luz de la mañana se deleita a sí misma" (Contraste).
Quisiera vivir en un árbol/en la oquedad del árbol de la noche./ Me dormiría en este vientre seco,/regresando a la corteza/ de la tibia quietud que me devuelve/ a la tierra final de mi destino". Son versos de Luis Oyarzún y se recuerdan hoy a propósito del tulipero, ubicado en paseo Camilo Henríquez de Valdivia, que fue salvado por él de ser cortado, aunque un plan comercial en el área incluía la tala de todo en el lugar.
El poeta-filófoso-escritor-académico-maestro, movió cielo y tierra (literalmente) para impedir que sacaran el ejemplar, porque simplemente no concebía semejante atentado a un ser de más de 200 años de vida. Un ecologista adelantado a su época. En su pensamiento, cada elemento de la naturaleza formaba parte de un todo perfecto: "Todo se ordena/Los cielos se equilibran perfectamente/El mar se estira de una costa a otra/La luz de la mañana se deleita a sí misma" (Contraste).
Esa opción por el entorno ha llevado a que se le califique como el "filósofo de lo cotidiano", que no encaja necesariamente con los cánones tradicionales de la disciplina, pero "se adentra en el encuentro de las cosas y los seres vivos", como señala la profesora Olga Grau de la Universidad de Chile.
La lucha por el árbol fue en 1972 y sigue ahí, en el Paseo. Luis Oyarzún, falleció pocos meses después de esa pelea, a los 52 años de edad. El 14 de noviembre de 2020 se conmemoraron cien de su natalicio (Santa Cruz, O'Higgins, 1920).
Debido a ese hito centenario se han preparado múltiples homenajes y recuerdos, incluido el lanzamiento (viernes 27, 11.30 horas, Radio Uach) de "Defensa de la Tierra", uno de sus principales ensayos.
La publicación corresponde a la Universidad Austral, donde fue docente, decano y director de Extensión, además de dejar un sello tan grande y profundo, que una casona restaurada y el principal premio otorgado por la casa de estudios llevan su nombre.
La sede está dedicada a vínculo con la comunidad y el galardón, reconoce a las figuras que han contribuido a las relaciones armónicas entre seres humanos y naturaleza. Enseñanza y homenaje muy atingentes en estos días, tan necesitados de sentido, versos y conexión con el espacio que se habita.