El camino es la esperanza
Llegamos al segundo domingo de Adviento, ya entramos en diciembre y nos acercamos a Navidad. Muchas veces olvidamos el porqué de está celebración, el gran regalo de Dios a la humanidad: su hijo Jesús, nacido de la joven María, la que estuvo dispuesta a aceptar la voluntad de Dios en su vida. Tal vez este año que vivimos en circunstancias tan distintas a las habituales, nos haga volver a la centralidad de lo que celebramos en Navidad.
El evangelio de este domingo (Mc 1, 1-8) nos trae la figura y el mensaje del profeta Juan Bautista, que anuncia a todos que el Señor ya viene, él es la voz que grita en medio del desierto.
Es una voz de esperanza en medio de las tinieblas y de la incertidumbre, que también vivimos hoy en nuestra sociedad y en nuestras vidas. Proclama Juan Bautista: "preparen el camino del Señor, allanen sus caminos".
Es el mensajero que nos indica el camino de Jesús y que reconoce en Él, a su Señor y Maestro.
Juan Bautista es el profeta que interpreta los signos de lo que está pasando, percibe la llegada del Mesías, se dispone a acogerlo con un cambio en su estilo de vida e invita a los demás a preparar el camino del Señor, con una llamada a la conversión en la vida.
El tiempo que hemos vivido este año ha sido tal vez un tiempo de reflexión y de conversión, un tiempo de preparar el camino del Señor.
La segunda semana de Adviento, que iniciamos, es una invitación a preparar el camino por el que el Señor llega a nosotros y por el cual nosotros accedemos a Él.
Se nos ofrece la oportunidad de reflexionar y orar, a partir del símbolo del "camino", entendido como "lugar" de encuentro con el Señor.
El discipulado de Jesús es siempre una peregrinación, un camino que hacemos hacia Dios. El cristiano siempre será peregrino en este mundo y tiene la mirada esperanzada, más allá de las dificultades de esta vida que pasa.