"El 2010, el 85% de los jóvenes pensaba que iba a tener una situación económica mejor que sus padres; esa cifra bajó a 67,9%..."
ESTUDIO. Coordinador de estudio de participación y jóvenes explica algunos hallazgos de la última edición del barómetro.
Hace 12 años que la Universidad Diego Portales, en conjunto con Feedback, realiza la "Encuesta sobre Participación, Jóvenes y Consumo de Medios". El estudio se ha transformado en una suerte de barómetro sobre los hábitos del grupo entre los 18 y 29 años. El registro histórico que comienza en 2009 ha dado cuenta de cómo han ido variando sus intereses y preocupaciones en una línea de tiempo que ha tenido desde una "revolución pingüina" a un estallido social y una pandemia.
Andrés Sherman, coordinador de esta iniciativa de la Escuela de Periodismo de la UDP, da algunas luces sobre los principales hallazgos en la última versión, que encuestó a más de 1.200 personas de 69 comunas de las regiones de Valparaíso, Metropolitana y Biobío. Tal vez uno de los principales tiene que ver con las expectativas de futuro de este grupo etario.
-¿Qué descubrieron?
-La primera vez que preguntamos algo al respecto fue el 2010. Queríamos saber cuál era la percepción de meritocracia de los jóvenes, cómo veían el tema de la movilidad social. Ese año el 85% de los jóvenes pensaba que iba a tener una situación económica mejor que la de sus padres. Hoy esa cifra bajó al 67,9%, o sea, casi 20 puntos. Respecto a los hijos, si estos iban a tener una situación económica mejor que la de ellos, en 2010 era 92%, prácticamente todos. Hoy el resultado es el 71,6%. Eso muestra una preocupación o cierta desilusión respecto del tema de la promesa de movilidad social y le da más fuerza al tema de la desigualdad como un tema central en la discusión púbica. Claramente la caída más fuerte es en los sectores más pobres, donde la expectativa de mejora baja de 71% a 36%. Entonces, hay un tema de percepción negativa respecto a una generación que creció y se educó con una promesa de movilidad social y de que sus méritos, sus estudios y esfuerzos iban a ser recompensados y que ve eso como mucho más problemático, difícil.
-¿Qué podríamos concluir: que son pesimistas o realistas?
-Es difícil saberlo. Si uno mira los coeficientes de desigualdad que hay en Chile, uno diría que son más realistas. Hay mucha experiencia aprendida por los jóvenes y tiene que ver por ejemplo con que los títulos universitarios, que en algún momento fueron muy importantes y que creció muchísimo el número de estudiantes universitarios, casi más de un millón, se han devaluado cada vez con mayor fuerza y no te aseguran ni un mejor trabajo ni un trabajo con buena remuneración.
-De acuerdo a la encuesta los jóvenes están hablando más de política, de contingencia. ¿Tendrá que ver eso también, que están más informados?
-Conversan más entre ellos, las redes sociales han jugado un rol importante. Pero son un fenómeno complejo, porque hay muchas distorsiones. Pero gran parte del mundo de los jóvenes transcurre en las redes sociales en términos tanto de sus relaciones interpersonales como de la forma de informarse. Este año (2020) eso se incrementó. En Chile los niveles de penetración de las redes sociales son muy altos en este grupo etario. Pero volviendo al tema de las expectativas, me imagino que tiene que ver con varios motivos. Desde 2006 o 2007 que no hemos vuelto a tener ciclos económicos de crecimiento como hubo en los 90, o principios de los 2000. Y eso también repercute en este grupo.
-¿Es una generación más consciente?
-Es un grupo que ha visto que la mayor parte de los cambios, y eso es importante en términos comparados, han nacido en las movilizaciones de ese segmento. Es un sector que tiene bastante confianza en su capacidad de generar cambios. Tiene muy poca confianza en la autoridad, en las instituciones, pero sí en su capacidad de incidir y de generar cambios. Desde 2011 y con mayor razón hoy día que estamos en la discusión de una nueva Constitución, que hace dos o tres años no pensábamos tener, ellos han sido los grandes protagonistas, aunque no los únicos. Han sido importantes en esa transformación que marcó la vida del país completo. Los jóvenes tienen derecho a reclamar buena parte del crédito de lo que sucedió.
-¿Qué esperan los jóvenes del proceso constituyente?
-Entre los temas más mencionados están las pensiones y la educación, lo que llama la atención, porque no mayor preocupación por cambios en el sistema político. Sí en garantizar derechos básicos como vivienda, salud, trabajo. En cuanto a los constituyentes, mayoritariamente los jóvenes se inclinan por expertos en temas constitucionales (81% de menciones) y que representen ideas y valores de las minorías sexuales (78%). En contraste, y confirmando la desconfianza con la clase política, sólo un 19% esperaría que los miembros de la Convención Constitucional pertenezcan a partidos políticos.
-Considerando los candidatos que se han presentado como constituyentes y que finalmente el debate se centre en temas alejados de los intereses de los jóvenes, ¿no hay un peligro muy grande de frustración?
-Puede ser. Por eso hay que ver cómo se desarrolla el debate. Pero el peligro de frustración está ahí. Este es un tema que importa a los jóvenes. Por ejemplo, haciendo el paralelo con la elección presidencial. Cuando les preguntamos por quién votarían, hay algunos candidatos que entre comillas lideran, pero lo que es más llamativo es que cerca del 75% no tienen ningún candidato y no manifiesta preferencias por ninguno. Si bien es un segmento que históricamente alejado de las elecciones, que no es una de sus principales que los entusiasme, tener candidatos con menos del 10% de apoyo es algo bastante poco común. Lo habitual es que ya a esta distancia de las elecciones tengamos alguno con más del 10 y cerca del 15%. Pero acá lo que vemos entre desconfianza, desconocimiento, desinterés enorme y no hay que olvidarse que se trata de un grupo que puede si no marcar diferencia, incidir de manera muy fuerte en resultados sobre todo tan estrechos. Entonces lo que voy a hacer ahora es una suposición, sólo como afirmándome en los datos, pero tampoco sería demasiado extraño que los jóvenes tuvieran porcentajes de participación elevados o más altos de lo que estamos acostumbrados para elegir a la Convención Constitucional, pero que después en noviembre tuvieran niveles de participación parecidos a los de los últimos años. No implica, si es que ocurre que participen de manera masiva en abril, que eso sea un punto de inflexión en términos de su participación política electoral. Es que ellos lo ven como dos cosas muy distintas.
"Es un sector que tiene bastante confianza en su capacidad de generar cambios. Tiene muy poca confianza en la autoridad, en las instituciones, pero sí en su capacidad de incidir y de generar cambios". Hay un tema de percepción negativa respecto a una generación que creció y se educó con una promesa de movilidad social y de que sus méritos, sus estudios y esfuerzos iban a ser recompensados".