Usar mascarilla, lavarse las manos, mantener distancia social y quedarse en casa. Esas instrucciones han sido repetidas en cientos -o miles- de veces desde marzo de 2020 a la fecha, como la base de la prevención frente al covid-19. Parecen mensajes sencillos, pero la evidencia indica que no han bastado para crear conciencia sobre la necesidad de protegerse de la enfermedad. Las cifras nacionales así lo avalan: casi setecientas mil personas contagiadas en 10 meses, 18 mil fallecidas y 27 mil casos activos en este momento.

Los números en Los Ríos tampoco son alentadores: peak de 258 casos nuevos ayer; 134 víctimas fatales; casi mil quinientos enfermos con capacidad de propagar el virus y trece mil enfermos registrados en casi un año de pandemia (ver página 5).

Todos los indicadores nacionales y locales van creciendo, los equipos de salud colapsan, pero el comportamiento ciudadano cambia poco. Aglomeraciones, fiestas, salidas innecesarias, multiplican peligros; sin respetarse tampoco las decisiones del llamado Plan Paso a Paso, que tiene a Los Ríos con sólo una comuna, Panguipulli, en Fase 3; es decir, sin observar días de cuarentenas. En todas las demás hay restricciones totales (Fase 1) o parciales (Fase 2) de desplazamiento.

¿A qué se debe esta desconexión entre el mensaje preventivo y la actividad de las personas? No hay explicaciones sencillas posibles. Pero la epidemióloga Sandra Cortés da algunas señales: "Hay poca conciencia de riesgo" dijo en una entrevista publicada por Diario Austral hace pocos días. Y en ese concepto engloba desde errores en la comunicación de las situaciones, lenguaje poco claro, saturación informativa; hasta los individualismos, las contradicciones entre autoridades, las señales que hacen sentir falsa confianza y el centralismo de las decisiones, que no considera la realidad de cada territorio para aplicar acciones y para entregar información. Por ello, la especialista habla de "16 pandemias", pues cada región tiene sus características propias.

El análisis es orientador, sobre todo para la tarea que deben cumplir los medios de comunicación; pero también apunta a la responsabilidad individual como peldaño clave e irreemplazable.

El último informe de retención Educación Superior (SIES), del Ministerio de Educación, correspondiente a las cohortes 2015 a 2019, señala que los alumnos que se mantienen en la misma carrera, llegan a un 73.6%, lo que significa una baja de 3,6% respecto del año anterior. En la misma línea, datos del Ministerio de Educación concluyen que de cada 10 estudiantes que ingresan, sólo siete continúan sus carreras.

Más allá de las cifras, resulta muy importante visualizar las características de la deserción en primer año. Así por ejemplo, podemos encontrar que Medicina, Obstetricia y Puericultura, Química y Farmacia Terapia Ocupacional, Tecnología Médica, Odontología y Enfermería, son las carreras que presentan una mayor retención en primer año. Por otra parte, si observamos los datos, del informe de retención, por tipo de institución de educación superior, podemos ver que la mayor retención se observa en el formato de Universidad (79,7%), con relación a Instituto Profesional (69,4%), y Centros de Formación Técnica (67,8%).

Otro dato que resulta relevante es lo relacionado con el tema de género, en el cual se observa que las mujeres presentan una tasa de retención más alta que la de los hombres en primer año; pese a factores como la maternidad o el cuidado de los adultos mayores, que en muchas ocasiones obliga a las mujeres a postergar su educación.

Sin embargo, todas estas cifras no reflejan en su totalidad el impacto del 2019 y 2020, años completamente atípicos en materia de educación superior y que lamentablemente dejarán un saldo negativo en este ámbito. En este informe, ya se advierte que en el contexto del estallido social y el inicio del Covid, muchos estudiantes abandonaron o suspendieron sus estudios lo que se refleja en una caída de la tasa de retención de 3.6% respecto a abril de 2019, siendo los Institutos Profesionales y los Centros de Formación Técnica los más golpeados con esta deserción.

Frente a este escenario, asociado a la crisis sanitaria y económica que están viviendo miles de familias, resultará clave para este 2021 el trabajo que desarrollemos las instituciones de educación superior, así como las medidas adicionales que pueda implementar el gobierno, para que los jóvenes puedan mantenerse estudiando, alcanzar sus sueños y que la educación superior no se convierta en frustración.

Laura Bertolotto Navarrete