En marzo fue el segundo aniversario de la Ley N° 21.081 que otorgó más atribuciones fiscalizadoras para el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac). La fecha es significativa; pero este 2021 fue conmemorada en un escenario completamente distinto al de hace dos años, pues se ha pasado de un mercado mayoritariamente presencial, a uno virtual que se proyecta en el largo plazo.

Las restricciones de la pandemia han obligado al público a abastecerse con proveedores a distancia y las cifras nacionales indican un crecimiento de más del 200% en compras digitales.

El cambio se tradujo también en más reclamos. Según el balance entregado por Sernac, las quejas formales de los usuarios por el ecomerce crecieron en un 357%. También subieron las declaradas por Telecomunicaciones. El alza general fue de 85%, liderando los problemas de telefonía móvil; seguidos por multiservicios e Internet fija. En Los Ríos, la tasa de reclamos (cantidad por cada 10 mil abonados) por esos servicios subió de un 2,0 a un 3,3, comparando 2019 con 2020.

Los datos muestran una nueva realidad de consumo por la cual velar y que -claramente- se mantendrá cuando pase la pandemia. Por lo mismo es que adquieren importancia los refuerzos de mensajes sobre la educación de los consumidores para el resguardo de derechos como clientes digitales.

En esta línea es destacable el lanzamiento del Boletín de Empresas generado por Sernac (le dicen "dicom de empresas") para que, antes de comprar o contratar, las personas comparen los comportamientos y ofertas, para elegir con antecedentes concretos.

También se hace necesario reforzar los programas de educación, en especial a los jóvenes entre 16 y 19 años, quienes aumentan rápidamente su presencia como compradores. Durante 2019 las charlas de "Educación para el consumo" y "Desarrollo de Habilidades y conocimientos en Alfabetización Financiera en Escolares" realizadas por Sernac llegaron a 30 mil alumnos en el país y a 786 en Los Ríos. Si bien el número es valorable, se hace insuficiente si se considera que hay 80 mil estudiantes en la región; todos nativos digitales y, desde ahora, habituados a otra forma de interactuar en el mercado de productos y servicios.

La postergación de los actos electorales representa un mensaje claro para atender a las situaciones, fundamentalmente sanitarias, en las que se encuentra no solo la población chilena sino la humanidad.

Surge la pregunta acerca de si en este estado de múltiples preocupaciones de índole sanitaria, económica, laboral y, especialmente emocional, nos será posible reflexionar con profundidad e inteligencia sobre las futuras elecciones. Esperamos que el efecto sea de motivación ciudadana para enfrentar los próximos tiempos.

Tal responsabilidad es de magnitudes pocas veces asumida por la ciudadanía nacional, especialmente si recordamos la imposibilidad de participación por limitaciones de género, educación, condición económica, libertad y rupturas totalitarias.

Consecuentemente, todas las decisiones electorales que se ejerzan deberán ser de relevancia y de conducta ciudadana con alcances históricos. Lo expresado es aplicable a la diversidad de cargos regionales y comunales que se deciden, muy especialmente los de gobernador(a) y de acalde(esa).

Pero, sin duda, el compromiso y la responsabilidad a la que se entregan quienes asumen la tarea de dialogar, respetarse y lograr acuerdos para redactar una Nueva Constitución que sea aceptada por una clara mayoría, asumen un compromiso de amplios alcances. Desde luego no basta con la simple aceptación de una posición partidaria, como tampoco es aplicable a una independencia con fundamento de rechazo al planteamiento y acuerdos de un sistema partidario político, propio de toda democracia. La base está en el futuro del país y el de experiencias internacionales.

Aunque pudiera parecer ofensivo, quienes asuman esta responsabilidad no debieran estar dedicados(as) a la improvisación, a información insuficiente o a manifestaciones espontáneas externas.

Al margen de los alcances procedimentales, en el marco de temáticas que actúan como sustentos de la democracia, destacan las resoluciones relativas a fortalecer la dignidad de la ciudadanía nacional, a limitar las concepciones extremas de la subsidiaridad ante el Estado, al reconocimiento de la solidaridad como fuerza esencial de una población heterogénea y a reconocer la multiculturalidad como un valor que conduce al reconocimiento de legítimos espacios territoriales y humanitarios.

Carlos A.Amtmann

Director Centro de Educación Continua Uach