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En la historia de los gimnasios comerciales valdivianos, el más antiguo exponente de esta actividad se niega a bajar la cortina. Desde 1981, primero en Picarte con Huemul y desde 1988 en su actual ubicación, su nombre es sinónimo de gimnasio. En un mes normal, antes de la pandemia, atendía a cerca de 200 alumnos y/o clientes.
"Estoy cerrado desde el 18 de marzo del año pasado y tampoco hemos hecho clases online porque no es lo mismo, ni clases personalizadas porque lo impide la ley. Ahora tengo preparado mi local con todos los protocolos, es amplio, tiene buena ventilación y podría trabajar con 6 o 7 personas al mismo tiempo, cumpliendo todas las medidas. Pero, quienes toman las decisiones, pienso que no conocen la realidad", subraya Fidel Rosas.
Una realidad similar se vive en Janequeo 941, donde funcionaba el Sparta Gym. Su propietario Daniel Agüero señala que no han podido trabajar durante un año y que atendían aproximadamente a 120-130 alumnos en un mes normal, antes del coronavirus. "Aquí trabajaban cinco personas, que ahora están cesantes. Algo hemos podido hacer con clases online y trabajo personalizado a domicilio, pero no es lo mismo", asegura.
Aunque se dedica a una especialidad diferente, el gimnasio Puelche Escalada Valdivia ubicado en Cochrane vive los mismos días de incertidumbre. En una temporada normal trabajaban con 30 alumnos al mes y había tres instructores. Claro que con ellos, la situación comenzó a complejizarse unos meses antes de la irrupción del covid. "Todo empezó con el estallido social, por nuestra ubicación en un punto neurálgico de las protestas", indica su administrador Matías Barrios. "Seguimos funcionando hasta estar en Fase 3, pero en la 2 ya no pudimos abrir. Nuestro principal costo es el arriendo, hablamos con nuestra arrendadora y nos rebajó una parte, pero hay que sacar plata del bolsillo para mantener el local. Somos cuatro socios y nos dividimos los gastos", agrega.
La experiencia no es diferente en el Centro Deportivo Blue Gym, de General Lagos 1097, donde su administrador y parte de la sociedad propietaria, Felipe Ziegele, señala que antes de marzo de 2020 tenían -al mes- entre 900 y 1.000 personas con planes activos. Con ellos trabajaban 30 instructores, quienes quedaron sin trabajo y tuvieron que acogerse a la Ley de Protección del Empleo. "El 14 de marzo del año pasado decidimos cerrar, cuando vimos que el panorama venía feo. Pensábamos que iba a durar un par de semanas y llevamos casi un año y dos meses sin poder funcionar", explica.
Ziegele agrega que nunca vieron como real alternativa el trabajo online y aunque algunos instructores realizaron clases telemáticas desde el local, "la primera vez que nos fuimos a cuarentena total cerramos por completo. Algunos de ellos han seguido por su cuenta con clases personalizadas y online desde sus casas, que es una forma de reinventarse". El centro deportivo arrienda dos locales: al club de remo Arturo Prat y otro vía una agencia de Santiago, "la cual nos congeló el arriendo considerando que no podemos trabajar, algo que agradecemos. Con el club Arturo Prat tenemos que regularizar la situación, porque hace más de un año que no tenemos ingresos".
A un par de cuadras del Blue Gym, en el Centro Deportivo Physical (Sotomayor 1175) su administrador Miguel Chatre cuenta que antes del covid tenían un promedio de 200 alumnos mensuales y 10 instructores para las clases dirigidas y sala de máquinas. Algunos de ellos pasaron a la Ley de Protección del Empleo y quienes prestaban servicios a honorarios han seguido con clases particulares online. "En este tiempo, nos hemos arreglado con los bonos del Estado, los retiros de las AFP y hasta el viernes 30 de abril tuvimos actividad en la cancha de pádel, pero ahora la normativa lo impide, lo cual encuentro que es una medida ridícula, porque en el pádel son 200 metros cuadrados utilizados por cuatro personas", asegura.
Esperanzas
En el escenario actual y aun cuando comprenden el complejo momento sanitario del país y la región, administradores y propietarios de gimnasios y centros deportivos esperan que la autoridad se acuerde de ellos. "Que reaccionen y que analicen bien la situación. El año pasado me dijeron que podía funcionar en Fase 2. Cambié la resolución sanitaria, renové todo, elaboré protocolos, alcancé a trabajar un poco y volvimos a cuarentena. Y ahora me dicen que no puedo abrir en Fase 2", se lamenta Fidel Rosas.
"Ha sido terrible, por las diferentes interpretaciones que llevan a la confusión de una comunidad que está ansiosa por realizar actividades con respeto por todos los protocolos que sean necesarios", agrega Barrios.
Por su lado, Miguel Chatre va un poco más lejos en la crítica. "La autoridades no tienen claridad y notamos una tendencia a favorecer a la gran economía, porque no tiene sentido que abran los mall y que a nosotros nos prohiban tener una clase personalizada. Podemos tener orden, estructuras, protocolos, trazabilidad. Dígannos qué quieren, porque con 2 o 3 personas que entren cada un par de horas, nos estarían ayudando. Muchos gimnasios están a punto de morir y otros sobreviven clandestinamente".
En tanto, Felipe Ziegele no critica la apertura de otros locales. "No podemos pelear con las tiendas, mall, restaurantes y cafés. Qué bueno que ellos puedan abrir. Los gimnasios y centros deportivos también podemos trabajar con protocolos de seguridad, con aforos, pero necesitamos que nos den la posibilidad de demostrar que no somos lugares que generan más contagio, en comparación con otros rubros. Ojalá exista claridad y saber cuándo podremos abrir, para prepararnos y tener listos los protocolos de funcionamiento, antes de una eventual autorización".
Mientras tanto, la música y el sonido de las máquinas continúan en espera. Las puertas siguen cerradas. Pero dueños y administradores, no pierden la esperanza.
Fidel Rosas Su centro deportivo es de 200 metros cuadrados y hasta el cierre por la pandemia tenía un promedio mensual de 200 alumnos.
Puelche Es uno de los pocos locales de la región donde se puede aprender escalada. Funcionaba con un promedio de 30 alumnos mensuales.
Capacidades
23 de febrero la autoridad de Salud anunció que los gimnasios y centros deportivos podrían volver a funcionar en Fase 2, pero el 13 de marzo echó pie atrás y el 26 de abril ratificó la prohibición.
1981 fue el año en que Fidel Rosas puso en funcionamiento su gimnasio. Señala que son el rubro más perjudicado por las prohibiciones y que renovó su centro deportivo para cumplir con la ley. tenía el Centro Deportivo Blue Gym antes de marzo de 2020, mientras que el Physical contabilizaba un promedio de 200 al mes y el Sparta Gym llegaba a los 130.