Amor
de Dios
El evangelio de este domingo, sexto del tiempo pascual, continúa el discurso de Jesús a sus discípulos del domingo anterior, que nos hablaba de la permanencia en el Señor.
El evangelio de hoy específica lo más importante de este estar con el Señor: el Amor. Dice Jesús a sus discípulos: "Permanezcan en mi amor".
Este será el signo distintivo de los discípulos y discípulas del Señor, el amarse unos a otros como Él nos ha amado.
¿En qué consiste este amor de Dios al que Jesús hace referencia en su discurso a sus discípulos? Es el mismo Jesús quien lo aclara en el texto de este domingo. El amor que Jesús proclama es el mismo amor del Padre Dios: "Como el Padre me amó, también los he amado a ustedes".
Tanto ha amado Dios al mundo que ha entregado a su Hijo para su salvación. Dios nos ha amado primero, la iniciativa es siempre de Dios, en su creación y en su redención. Contemplemos con estupor el sentirnos amados por Dios, gratuitamente y sin merecimientos de parte nuestra.
Lo segundo que dice Jesús es en relación a los mandamientos: "Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor". El amor cristiano no es sentimentalismo o un amor sin fuerzas, es un amor exigente y que nace de convicciones profundas. El cumplimiento de los mandamientos es importante en el seguimiento de Jesús.
Lo tercero que señala Jesús es su mandamiento a todos quienes nos consideramos cristianos: "Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado". Este es el mandamiento que Jesús nos dejó y que debemos cumplir, pero no es cualquier amor, sino que un amor al estilo de Jesús, reflejo del amor del Padre.
"Dios nos ha amado primero, la iniciativa es siempre de Dios, en su creación y en su redención. Contemplemos con estupor el sentirnos amados por Dios...".