"Lo que estamos viviendo es la crisis de nuestros partidos"
El autor dice que tenemos un sistema fragmentado y polarizado y analiza a fondo una de las mayores discusiones que tendrá la Convención: un posible cambio de régimen político en Chile, fundamental para el futuro de la democracia.
Probablemente una de las discusiones mayores que tendrán lugar en la Convención Constituyente será un posible cambio de régimen político de Chile. Puede parecer un asunto técnico, pero resulta fundamental para el futuro de la democracia.
Un detallado análisis de las cuestiones conceptuales y la consideración empírica y comparada de los regímenes políticos es lo que aborda el filósofo y académico (actualmente en las universidades de Chile y Adolfo Ibáñez) Arturo Fontaine, en su libro más reciente "La pregunta por el régimen político. Conversaciones chilenas" (FCE, 2021), publicado justo antes de las elecciones de constituyentes (entre otras) de este fin de semana.
Si estos comicios mostrarán reconfiguraciones de las fuerzas políticas o no, si operarán de forma distinta en cuanto a constituyentes que a gobernadores o alcaldes, son aspectos que cree mejor no vaticinar, aunque ciertamente considera estas elecciones muy importantes.
-¿La de constituyentes opaca a las otras?
-Por supuesto.
-¿Tiene esperanza o escepticismo de la labor de la Convención?
-Esperanza, lo que no significa que esté ciego y no vea que el riesgo es grande. Espero que los delegados, enfrentados al trabajo constitucional, lo aborden con rigor. Una Constitución política no es una carta al Viejo Pascuero. La palabra de la constitución no es como la de Yavé en el Génesis: "Y dijo Yavé: hágase la luz. Y se hizo la luz". No pasa así con lo que dice la Constitución. No porque diga "las pensiones serán dignas", las pensiones serán dignas. La Constitución del 25 creó los tribunales administrativos y nunca esos tribunales viajaron del papel a la realidad. Quiero decir: quedaron en el papel; nunca se crearon realmente.
-La Convención probablemente discuta el cambio de régimen político. ¿Cuál es su importancia?
-Cómo se escoge a quién gobierna, qué poderes tiene y qué limita su poder es parte esencial de lo que establece una constitución. Y hay tres grandes tipos de regímenes.
Bajo el parlamentarismo, el gobernante emana de la mayoría parlamentaria y hay un jefe de estado (normalmente, un rey o reina) que no es elegido directamente por el pueblo. La reina de Inglaterra reina, pero no gobierna. El Primer Ministro puede disolver el Parlamento. El Primer Ministro gobierna sin plazo fijo.
Bajo el semipresidencialismo, el jefe de estado es elegido directamente por el pueblo por un plazo fijo. Pero el jefe de Gobierno emana de la mayoría parlamentaria. Puede darse el caso de que el Presidente sea de izquierda y el gobernante, de derecha. O al revés. En tal caso, el Presidente preside, pero no gobierna. Pero puede disolver el Parlamento.
Bajo el presidencialismo, el pueblo elige a su gobernante por un plazo fijo, quien no puede disolver el Parlamento. Presidencia y Congreso son poderes independientes. No hay fusión de poderes, sino contrapesos. Y tiende a haber dos cámaras. Una de ellas -el Senado- se elige por parcialidades, no todos los miembros a la vez. Ese es un contrapeso a las mayorías emocionales y momentáneas.
-Existen partidarios del semipresidencialismo para nuestro país. ¿Ha funcionado en otros?
-El semipresidencialismo funciona o como parlamentarismo (Austria, por ejemplo) o como presidencialismo (Francia, por ejemplo). En Austria se elige un presidente que, como un rey, de veras preside, pero no gobierna. Es un jefe de Estado; no un jefe de Gobierno.
En Francia, desde la vigencia de la Constitución de 1958, tres veces hubo un sistema bicéfalo: el Presidente era de un color político y el jefe de Gobierno del color opuesto. Es lo que se llamó "cohabitación". Así, Mitterand en 1981, a través de un Primer Ministro de su coalición, estatizó los bancos. Luego, en 1986 el Parlamento eligió Primer Ministro a Chirac, líder de la derecha. Mitterand se vio forzado a presidir sin gobernar. Chirac reprivatizó los bancos.
La cohabitación en los hechos terminó en Francia. El 2000 y el 2002 se hizo coincidir el período parlamentario con el presidencial, y se fijó la elección parlamentaria para después de la segunda vuelta. El Presidente electo llama a votar por su coalición. La gente lo sigue. El Presidente queda en mayoría y esa mayoría nombra al Primer Ministro que designa el Presidente.
-¿Por qué los franceses decidieron poner fin a la cohabitación?
-Pregunta importante que deben responder los partidarios del semipresidencialismo. Con eso cerraron la puerta a la versión parlamentarista del semipresidencialismo. El hecho es que hoy el régimen semipresidencialista francés funciona como un presidencialismo exacerbado. El Presidente puede disolver la Asamblea. Y tiene de hecho otros poderes, como, por ejemplo, la facultad de decidir que un proyecto se vote en bloque, es decir, que el Parlamento sólo pueda aprobarlo o rechazarlo. El Primer Ministro actual, Jean Castex, ni siquiera ha sido parlamentario. Fue nombrado por el Parlamento porque así lo quiso Macron, que es el Presidente.
-Es decir, hay muchas variables…
-Sobre las ventajas y desventajas de cada régimen habrá que discutir en la Convención. Pero no en teoría, sino pensando en las realidades chilenas. Se trata de escoger un régimen para Chile. Todos los regímenes políticos tienen defectos. No hay régimen perfecto. Es uno de los temas más difíciles y decisivos que abordará la Convención. El libro "La pregunta por el régimen
"No es verdad que el Congreso haya sido un obstáculo insalvable; no es verdad que los Presidentes chilenos en minoría no han podido gobernar".