Sucedió un 9 de julio
La consigna Vencer o Morir no era una simple frase que se recitaba cada cierto tiempo; era una forma de vida.
Si recorremos las calles de nuestro país encontraremos monumentos que nos recuerdan la batalla de La Concepción, como el Capitán Ignacio Carrera Pinto. Sin embargo, al observarlos siempre he sentido que su recuerdo se desvanece, desapareciendo en muchos casos producto del vandalismo o por la sola falta de cuidado de sus custodios. Pero ¿qué hay detrás de ellos, cómo llegaron a ser monumentos?
«(…) en resumen: toda la guarnición chilena de Concepción, de capitán a tambor, constaba de 79 hombres, ha sido totalmente exterminada, después de 17 horas de combate casi incesante; además, fueron muertas también dos mujeres de los soldados, de tanto coraje, que en lo más recio del combate, animaban á los suyos en alta voz que continuasen peleando. (…)» Este extracto del parte a través del cual, el teniente coronel peruano, Ambrosio Salazar, daba cuenta de lo ocurrido en la villa de La Concepción el 9 y 10 de julio de 1882.
Las tropas chilenas, comandadas por Ignacio Carrera Pinto, y las tropas peruanas lideradas por el coronel Juan Gastó, libraron un sangriento encuentro. Una batalla que se enmarcó en la denominada Campaña de la Sierra, última etapa de la Guerra del Pacífico.
En dicho combate perdieron la vida los 77 integrantes del llamado Batallón Intrépido, el Chacabuco, junto a las mujeres que los acompañaban. Mucho de ellos corresponden a los denominados niños héroes.
Pero, ¿por qué no rendirse antes de iniciarse el ataque y, evitar así la masacre que se anunciaba? Difícil hoy entender las motivaciones de estos jóvenes y mujeres a los cuales, la historia nacional ha elevado a la calidad de héroes. Ello porque un 9 de julio optaron por lo que consideraron, era el valor más grande en sus vidas: la defensa de su bandera. La consigna Vencer o Morir no era una simple frase que se recitaba cada cierto tiempo asumiendo una postura de valor, era, sin lugar a duda, una forma de vida. Era además dar continuidad a la arenga del Capitán Prat, en la rada de Iquique tres años antes.
Si bien el Ejército los recuerda en la ceremonia de Juramento a la Bandera, ello queda restringido sólo a un momento de la memoria puesto que, tras ello, los 77 jóvenes vuelven a ser sólo monumentos, pero ¿Dónde están sus valores?, ¿dónde está su coraje?, ¿dónde están aquellos que los lloraron? Ello deben contener también nuestros monumentos y así se mantiene viva la memoria de nuestro pueblo.
Lorena Liewald
Directora Académica USS sede Valdivia