Hace pocos días el ministro Andrés Couve estuvo en Los Ríos para invitar a la comunidad a participar del programa "Ciencia Pública", que es parte del eje de Divulgación y Socialización, con el cual la cartera de Ciencia, Conocimiento, Tecnología e Innovación busca acercarse a juntas de vecinos y organizaciones comunitarias.

La iniciativa se realiza por segundo año consecutivo y cuenta con un fondo concursable al cual se puede postular en las áreas de espacios públicos regionales, productos de divulgación y proyectos comunitarios. Ejemplos locales de las opciones enmarcadas en esta propuesta son el plan "Sensory Lab", en el Parque Urbano El Bosque de Valdivia (seleccionado ya en 2020) y las acciones emprendidas en el Humedal Angachilla por los mismos pobladores.

En alguna medida, el certamen se acerca a lo que se realiza hace más de 20 años a través del programa Explora (iniciado con el antiguo Conicyt) enfocado a estudiantes de diferentes niveles, logrando que tanto los jóvenes se acerquen al mundo de las ciencias, como que los mismos investigadores del CEC y Uach fundamentalmente- abran sus laboratorios.

Muchos son los logros de esa experiencia escolar. Algunos de los más recordados están en las Ferias y Congresos Regionales de Ciencias de 2009 y 2010, cuando equipos locales ganaron el derecho a representar a Chile en las Ferias Intel Isef en Estados Unidos. Un grupo estaba formado por Sharon Castro y Diego Baeza del Instituto Gracia y Paz, apoyados por la profesora Laura Torres y la doctora Karin Jürgens (Uach). El otro lo componían Mariana Larroulet y Javier Romanos del Instituto Inmaculada Concepción, con la docente Rosa Jara y la asesora doctora Leyla Cárdenas (Uach).

Claramente estas propuestas -estudiantiles y vecinales- son positivas para que la ciudadanía pueda acercarse y conocer directamente las tareas que efectúan profesionales de las ciencias y que, muchas veces y lamentablemente, se ven lejanas o hasta cubiertas de caricaturizaciones que distancian o tejen temores.

Es de esperar que Ciencia Pública facilite ese diálogo necesario con el público general; que logre una amplia difusión y que varias organizaciones se sumen la convocatoria con ideas que mejoren calidad de vida.

En los tiempos que vivimos en nuestro país y en lo global, en escenarios de alta volatilidad, incertidumbre, ambigüedad y complejidad, seguimos viendo hechos de baja probabilidad de ocurrencia que cuando se manifiestan provocan un "alto impacto", como las burbujas financieras, los desastres medioambientales y la pandemia.

En base a lo anterior, las empresas han sido sometida a numerosos estudios de carácter académico, político y social respecto a su forma de relacionarse con su entorno, donde resurgen conceptos como responsabilidad social y empresas B. Esta última propuesta nace de los albores de la primera década del tercer milenio, principalmente, con impacto en el ámbito social, económico y medioambiental, diferenciándose de las tradicionales organizaciones empresariales en su misión de generar acciones positivas en dichas áreas, donde sus soluciones, tanto de productos, servicios y posterior comercialización, muestran un modelo de negocios en el que se involucran con los desafíos de su entorno, haciéndose cargo de la diversidad laboral, sin perder de vista la maximización de utilidades y la creación de valor para sus dueños o controladores.

Otro aspecto a considerar es que estas empresas B se manejan con estándares mínimos de desempeño, tanto en su producción como en la preocupación de los mercados donde están insertas, y también actúan con niveles de "alta transparencia", dando cuenta -justamente- del impacto en su entorno y medioambiente, lo que les ha significado una alta adhesión de las comunidades donde operan.

En la actualidad existe una certificación con estándares internacionales para las empresas B, que en nuestro país llegan a ser más de 170, siendo Chile líder en la región.

La certificación consta de etapas en la que se miden parámetros como la relación con sus clientes, trabajadores, gobernanza, social y medioambiental, culminando con el grado de transparencia, publicándose en un documento de forma anual sobre su triple impacto como empresa. Es importante señalar que esta certificación es independiente de su tamaño y actividad económica. Como se puede apreciar, las empresas B pueden ser agentes de cambio frente a su entorno, donde se utiliza el mercado como un factor favorable para este triple impacto: Social, Económico y Medioambiental, lo que va más allá de los legítimos beneficios económicos.

Francisco Mena Bastidas

Director de la carrera de Ingeniería Comercial de la U. San Sebastián Sede Valdivia