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la disponibilidad de agua se utilizan especies arbóreas que actúan como sensores de este parámetro. Es decir, que si es un año lluvioso tienen anillos anchos y si es un año seco tienen anillos muy delgados. A lo largo de toda la zona investigada se utilizaron unos 300 bosques de estudio, donde se muestrearon unos 15 mil árboles. Esto representa un par de millones de anillos de crecimiento y alrededor de 12 especies", dijo.
Los datos de los anillos se calibran con la información de los registros instrumentales de precipitaciones que se tienen, los que generalmente datan desde mediados del siglo XX en adelante. Así, se crean los modelos de reconstrucción.
También compararon crónicas antiguas, escritas desde la época colonial en adelante, con los datos que entregaron los anillos de los árboles.
Lo descubierto
Gracias a esta investigación han descubierto varios datos interesantes. "Lo que empieza a aparecer desde mediados del siglo XX va a depender de las regiones. Por ejemplo, en la Cuenca de la Plana (Argentina), comienzan a aumentar los eventos extremos de inundaciones. En cambio en Chile Central y el norte de Patagonia, digamos desde la zona de Valparaíso hasta Valdivia, se incrementan los eventos extremos en la dirección de años particularmente secos. Si bien tenemos años lluviosos, el intervalo de retorno de los años extremadamente secos comienza a aumentar", dijo.
En Chile existe una zona en particular que muestra mayores cambios. Se trata de Chile Central, la zona que abarca las regiones de Coquimbo hasta el Biobío. "A partir del año 2007 comenzó en esta zona un período de sequía que está ocurriendo hasta el día de hoy. Si bien los eventos de sequía siempre han ocurrido en la historia del clima en Chile, lo normal es que vayan intercalados con años normales o lluviosos. Desde 2007, lo que tenemos es un período de sequía sostenido, un año tras otro. Esto no tiene precedentes dentro de lo que son capaces de reconstruir los árboles", detalló.
Otro aspecto interesante arrojado por la investigación está relacionado con aspectos históricos. "El agua tiene un vínculo muy directo con la disponibilidad de las cosechas y desde la época de la Colonia hay bastantes crónicas en cuanto a eventos extremos, ya sea de sequías o inundaciones. Al compararlas empiezas a encontrar un correlato entre lo que son capaces de reconstruir los árboles y lo que dice la historia ambiental recopilada. También uno ve ciertos períodos de conflictos sociales, donde se ve que el agua debe haber jugado algún tipo de rol gatillante. Por supuesto no es el único factor, pero por ejemplo cuando ocurrió la Guerra del Pacífico y se generó el alza de los impuestos a las salitreras por parte de Bolivia, los dos años anteriores hubo una sequía muy severa en la zona del Altiplano y gran parte de Bolivia. Esto hizo que la producción agrícola fuera extremadamente baja y hubo una hambruna muy fuerte. Una de las respuestas del gobierno de ese momento fue, en parte, el alza de impuestos. Por supuesto hay muchos factores políticos, pero esta sequía de 1877 y 1878 tiene que haber tomado un rol importante en las decisiones tomadas", contó.
También hay relatos sobre desabastecimiento de agua en el Santiago de la época colonial. "En 1716 y 1717, año que se llamó de 'Esterilidad de las lluvias' en Santiago, hubo un fuerte desabastecimiento de agua. Se ve en el atlas cómo los árboles te muestran la severa sequía que vivía Chile", agregó.
15 años han trabajado los científicos en la recolección de datos y los estudios. Varios de ellos son parte del Laboratorio de Dendrocronología y Cambio Global de la Universidad Austral de Chile.
15.000 árboles han sido muestreados para esta investigación: especies como el ciprés de cordillera, la araucaria, los nothofagus y el ciprés de las Guaitecas.
2007 comenzó en la zona de Chile Central una sequía que se mantiene hasta nuestros días. El experto indica que no se tiene precedente de una sequía tan sostenida en la zona.