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En el desierto
En el desierto de Atacama están siendo estudiadas unas bacterias -arqueas halófilas extremas (haloarchaeas)- que viven en lagos salinos, con baja disponibilidad de agua y falta de nutrientes, pero que reciben una cantidad de radiación solar muy grande. Son colectadas y replicadas.
Mario Simirgiotis relató que "producen un pigmento que tiene la característica de ser antioxidante, por lo que pueden utilizarse para producir suplementos para la salud humana". Esos suplementos pueden ser beneficiosos principalmente para los adultos mayores.
Esta investigación es desarrollada junto con la Universidad de Antofagasta, la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica de Chile. Estuvo a cargo de Simirgiotis y de la académica del Departamento de Tecnología Médica de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Antofagasta, Catherine Lizama.
Durante el desarrollo del proyecto fueron descubiertas nuevas bacterias.
Según se destacó desde la Universidad Austral de Chile, este estudio de los académicos fue publicado en la revista ANTIOXIDANTS cuartil Q1.
Proyecciones
Estas investigaciones duran alrededor de tres años. Luego, pueden tener continuidad a través de nuevos proyectos.
"Si se encuentra algo muy novedoso se podría escalar a una investigación para generar un producto o un fármaco. Por ejemplo, en el caso de las bacterias (de Atacama) se está postulando a nuevos proyectos para hacer productos, por ejemplo un suplemento dietario para los adultos mayores. Se podría producir una pastilla o una cápsula para que tengan mejor salud, prevenir ataques cardiovasculares, el Alzheimer u otras enfermedades.
Estas investigaciones también son dirigidas según las necesidades del país y de soluciones de problemas para grupos específicos. Actualmente se están solicitando investigaciones relacionadas con adultos mayores, como también con el cambio climático y la economía circular", expresó Simirgiotis.
Expedición
Una de las experiencias interesantes que han generado estos proyectos, en especial el de la Antártica, es la oportunidad de realizar expediciones a zonas aisladas hasta donde generalmente no llegan las personas.
Mario Simirgiotis viajó hasta esa zona por primera vez en el verano de este año e indicó que, por los protocolos covid, incluso en la Antártica debió usar mascarillas.
Permaneció ahí durante unos más de 20 días. Además de su experiencia recolectando líquenes, Simirgiotis relató que incluso caminando en lugares tan recónditos pudo presenciar la huella que dejan los residuos humanos.
"Los líquenes viven abajo del hielo en forma latente y cuando en verano se descongela, empiezan a crecer. Yo estaba en una zona donde habían muchos líquenes y musgo y de repente, entre los manchones grandes de musgo, vi una lata de Pilsener que según lo que investigué era de los años 80. Puede haber estado ahí o venido del derretimiento del hielo de alguna otra parte, pero era bastante alejado de la base chilena. Eso quedó ahí por décadas y no se descompuso", relató.
Además, vivió otra experiencia anecdótica. Simirgiotis es instructor de taekwondo tercer Dan y tuvo la oportunidad de dictar una clase desde la base Antártica a través de streaming para una actividad organizada por la Federación de Taekwon-do de Chile.
57 fue el número de la Expedición Científica Antártica de Chile en la que participó el científico Uach Mario Simirgiotis, junto al liquenólogo Alfredo Torres.
20 días estuvieron en las Islas Shetland del Sur, con el objetivo de recolectar líquenes, especies de carácter simbiótico, entre hongos y algas.
20 especies endémicas de líquenes, es decir restringidas a esta área geográfica, clasificaron los investigadores. Luego hicieron extracciones para aislar sus compuestos.