Con la mayoría de las comunas de Los Ríos en fase 4, las próximas Fiestas Patrias serán distintas a las de 2020. Esta vez se podrá realizar eventos, celebraciones en recintos particulares y públicos como restaurantes, desplazamientos entre regiones y otras actividades, que el año pasado no se materializaron, debido a la pandemia.

Este cambio es positivo; más en una región como la nuestra, que necesita recuperar su sector turístico gastronómico, comercial y hotelero, luego de dos temporadas de inactividad y a una crisis iniciada en octubre de 2019. Algo de ese levante se logró durante las recientes vacaciones de invierno, pero todavía se ven lejanos los niveles previos al estallido social.

Este escenario favorable se aprecia aún más auspicioso considerando la gran cantidad de población local vacunada. Según antecedentes estadísticos del Ministerio de Salud (Deis) hay casi 300 mil personas con las dos dosis iniciales, lo cual equivale a un 94% del total y faltarían solamente 5 días, al mismo ritmo de cobertura, para lograr lo que llaman "inmunidad de rebaño"; esto es ,un grupo protegido que puede resguardar al resto. A nivel nacional ese cálculo es de 27 días.

Son datos para mirar positivo; pero nadie debe confiarse. El avance colectivo en el plan Paso a Paso y la cobertura masiva de vacunación no son suficientes si la misma ciudadanía no respeta las reglas y no mantiene normas de precaución dentro y fuera del hogar.

En este sentido es destacable la decisión de la mayoría de los municipios regionales de no efectuar actos de afluencia masiva (como la fiesta de las tradiciones en el Parque Saval de Valdivia) y de apoyar con asesorías sobre prevención a los locatarios o grupos comunitarios que sí tengan programas especiales. La idea es evitar que una sensación de falsa seguridad haga retroceder todo lo avanzado.

Por otra parte no se puede olvidar que la "variante delta" también ha llegado a la zona y que su posible propagación o control solamente depende de las conductas de las personas. El seremi de Salud llamó a la calma frente a este hecho, pero también pidió extremas precauciones.

Fiestas Patrias ofrecerán una oportunidad de reactivación y de regresar, en alguna medida, al reencuentro social. Pero la pandemia no ha terminado.

Son las crisis, los momentos difíciles, los que permiten ver el fondo de los problemas y levantar las alfombras donde se esconde la basura. En la educación así ha pasado. Las grandes críticas, como también reformas de estos últimos años, han sido precisamente empujadas por momentos -como los ocurridos en el 2006 y el 2011- que permitieron mirar lo que no se veía.

La pandemia también ha generado aquello y ha desnudado a la educación una vez más.

A 15 días del inicio del retorno paulatino y priorizado a la presencialidad en la educación municipal, me parece relevante compartir algunas reflexiones y principios que me permiten sostener que, cualquier nuevo desafío educativo que nos planteemos en Chile, debe tener en el centro a la participación, la dignidad y la pertinencia territorial.

La primera. Sólo podemos avanzar de la mano de una profunda participación que involucre a todas y todos los diversos actores. Cuánto tiempo se perdió, durante más de un año, por tensiones generadas en relación a retornos o no a la presencialidad, sin mesas de trabajo ni diálogo. Sentarse desde la diferencia, buscar puntos en común, resolver las discrepancias y procesar acuerdos, es la responsabilidad que hemos asumido en Valdivia y, en conjunto con los gremios, comunidad educativa, autoridad sanitaria y equipos técnicos, demostramos que funciona.

Lo segundo. Los y las trabajadoras de la educación, las familias y estudiantes, han hecho tremendos esfuerzos para seguir sosteniendo los procesos de aprendizaje en plena pandemia. Estrés laboral, sobrecargas y crisis familiares, y estudiantes con múltiples dificultades psicoemocionales y bajos avances en los contenidos curriculares, han sido un efecto silencioso, pero probablemente uno de los más duros que nos tocará reparar como sociedad.

Lo tercero. El abandono de la educación municipal, la falta de inversión y preocupación en relación a la infraestructura y las condiciones de la comunidad educativa, tiene consecuencias profundas en el bienestar de las y los estudiantes, como también en la sociedad en su conjunto.

Cuando pase la pandemia, no volvamos a esconder la basura bajo la alfombra. Arropemos a la educación y a su comunidad como corresponde, con espacios de integración, bienestar y dignidad.

Carla Amtmann Fecci Alcaldesa de Valdivia