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y que eso signifique que se va a refundar, creo que es un error. Tengo una lectura más fuerte de esa frase de que Chile cambió, en la medida que tengan una implicancia refundacional, porque para construirse este nuevo ciclo habrá que retomar las cosas buenas que venían de antes y habrá que construir sobre la historia; no se construye sobre la nada.
-¿Y la política también cambió?
-Está cambiando. Cambió con la elección de convencionales y también en el sentido de que hay un recambio. Si miras los años en que nacieron los candidatos presidenciales hay un recambio generacional, incluso entre los que tienen más años. Hay una cosa generacional que es bien interesante de mirar: Sebastián Piñera y Michelle Bachelet nacieron en torno a 1950. Gabriel Boric nació el 85; hay un cambio violento. Dicho eso, para que la política cambie no basta que cambie el personal, ni basta el recambio generacional, entonces está por verse si eso representa un cambio en la política, porque muchas generaciones prometen cambios, pero cuando llegar al poder se dan cuenta de que la política tiene reglas un poco inexorables, que no es tan fácil cambiar. Cuando uno ve ciertas discusiones de los políticos o ciertas maneras en que se leen los resultados electorales, uno ve los mismos errores que se han cometido en los últimos años.
-¿Se refiere al Frente Amplio, por ejemplo?
-Claro. Te lo voy a formular así. Yo creo que el gran error político de Bachelet en su segundo período fue leer su alta votación como una adhesión ideológica. Creo que el gran error de Piñera, en su segundo gobierno, fue también leer su triunfo como una adhesión ideológica. Si gana el Frente Amplio esta elección presidencial, o sea, Gabriel Boric, me parece que la tentación de su mundo va a ser leer ese triunfo como una adhesión ideológica. Creo que es más bien un descarte en el sentido de que los chilenos se decepcionaron de la Nueva Mayoría, se decepcionaron del piñerismo -con buenas razones-, y están yendo a este mundo que parece nuevo y que ofrece nuevas soluciones no porque Chile se haya movido mucho a la izquierda, sino que porque hay un voto que es extraordinariamente volátil y que ningún grupo político logra captar.
-A su juicio, ¿nadie está sincronizando con la llamada "calle"?
-Yo creo que hoy nadie está representando a la calle en el sentido de que, en general, los grupos políticos, por razones estructurales o casi sicológicas, lo lean todo en sus propias categorías. Pero hay que tomarse en serio la volatilidad del electorado chileno. Votó masivamente por Bachelet en 2013, votó masivamente por Piñera en 2017, votó masivamente por independientes en la elección de convencionales… es el mismo pueblo que ha votado esas tres cosas. Entonces, si uno quiere leerlo de verdad tiene que compatibilizar esas cosas. ¿Era de derecha el electorado porque votó por Piñera? ¿Era de izquierda porque votó por la Nueva Mayoría? ¿Es frenteamplista porque votó por Gabriel Boric? Yo creo que leerlo así es un error. Los políticos están tentados a hacerlo así, pero se pegan cabezazos muy fuertes y Boric tiene el peligro de pegarse el mismo cabezazo si no tiene un diagnóstico muy fino, si es que gana, de por qué ganó.
-El escenario político está cambiando casi día a día. ¿Es posible proyectar algo?
-Tenemos un problema, porque nosotros ordenamos todo nuestro debate político en torno a las encuestas, y sin embargo sabemos que estas se están equivocando mucho. Pero claro, como no tenemos otro insumo, ordenamos a los candidatos según lo que dicen estas encuestas. Pero resulta que no le achuntaron ni por lejos a las primarias ni a la última presidencial. Ahora, es lo que tenemos a mano y está bien, pero a estas alturas tenemos que ponerles un asterisco a las encuestas en el sentido no de que sean falsas, sino de que tienen muchos problemas para predecir quién efectivamente va a ir a votar, qué nivel de adhesión tiene cada candidato y por tanto el escenario, por la volatilidad del electorado. No es imposible que los cuatro candidatos que van primero terminen muy entrevesados entre sí, y tampoco es imposible que alguno, como Boric, se dispare. Pero tomar las encuestas como dato seguro y fiable sobre el cual reposar es un error profundo.
-La centroderecha está en serios aprietos con la arremetida de José Antonio Kast y la caída de Sebastián Sichel. ¿Qué están haciendo mal?
-La derecha ha tenido muchos problemas y la campaña de Sichel hasta ahora no ha despegado. Se ha dedicado a reaccionar a patadas que le han pegado, a críticas, denuncias. Un candidato gana cuando logra poner temas en la agenda, cuando logra tener ejes que dirijan la discusión y hasta acá él no ha logrado poner ningún tema porque sólo ha estado a la defensiva. Al mismo tiempo, tiene una correlación en la parlamentaria: la derecha se preocupa mucho porque necesita un candidato fuerte para su lista. Entonces es muy delicado lo que le está pasando a la derecha, porque la relación con Sichel es instrumental, en el sentido de que la derecha vota por él en la medida de que sea competitivo. En el minuto que pierde competitividad, el carácter instrumental de este pacto pierde sentido y naturalmente el electorado empieza a mirar a Kast. Cuando el pacto es meramente instrumental es muy frágil, porque tú apareces en dos encuestas muy bajo y todo el mundo comienza a ponerse nervioso, porque nadie en la derecha está dispuesto a morir por Sichel, porque no es uno de los suyos. Esa es una fragilidad de su candidatura.
-Hoy se ve muy a la deriva su comando con varias renuncias y con los partidos presionando para tener mayor protagonismo. ¿Es esa la solución para la campaña?
-No sé si es la solución, pero si los partidos no se ponen detrás no va a haber solución. Los partidos saben de campañas, te dan orden y voces. Yo creo que el problema de Sichel es más estructural y quizás no es necesariamente de él, aunque igual tiene responsabilidad, y tiene que ver con que hay como una pendiente por la radicalización o polarización. Entonces un discurso que apunta al centro y a la moderación o a acuerdos, que es todo lo que intenta decir él, es un discurso que se vuelve inaudible. No estoy seguro de que su mensaje tenga agua en la piscina, que tenga público, por así decirlo. Ahora, el talento de un político, y lo vamos a ver en los 30 días que quedan, es justamente generar ese discurso y el espacio para que sea posible.
-¿Ese es justamente el mérito de Kast?
-De Kast y de Boric, porque Kast es el espejo de Boric. Mientras más crece Boric, más crece Kast. Y se detestan, y sacan chispas, y es una cosa ya como personal a estas alturas. Pero se miran en un espejo. A los dos les conviene que el otro crezca y a los dos les conviene que esta elección se juegue lo más polarizada posible. Boric y Kast son hermanos siameses, son parte del mismo fenómeno. El enigma ahí es qué pueden hacer Yasna Provoste y Sebastián Sichel en un escenario de ese tipo.
-Provoste y Sichel apuntan al mismo público, el de centro.
-Apuntan al mismo público, salvo que Provoste trata con demasiado guante blanco a Boric y uno se hace la pregunta de si quiere distinguirse de él o no. Porque al tratarlo así obviamente que el votante de izquierda prefiere a Boric, porque es más auténtico, es más joven, más radical y más rebelde. Provoste, aunque no le guste reconocerlo, carga con los 30 años. Fue ministra, diputada, senadora, gobernadora, es parte de esa trayectoria de la Concertación. Yo no entiendo la táctica de Yasna de no distinguirse más claramente de Boric, porque en esa cancha tampoco tiene nada que ganar. Hay algo raro ahí, porque es como si aceptara de antemano su derrota y quisiera ser, qué se yo, jefa de campaña en la segunda vuelta, o ministra de su gabinete, pero no está realmente peleando con él y él es realmente su adversario. Ella, para pasar a segunda vuelta, necesita captar votos de centro, y hoy ella está contribuyendo a vaciar el centro, y en el centro está su única alternativa de pasar a la segunda vuelta.
-¿El Presidente Piñera tiene algo que decir en esta campaña?
-No, Piñera se transformó en un personaje irrelevante políticamente. Quiero medir mis palabras, porque hay una acusación constitucional en marcha y respeto mucho la institucionalidad de la presidencia de la República, pero políticamente hace mucho tiempo se transformó en irrelevante. Piensa cuánto pesan sus ministros, qué importancia tiene lo que digan, qué manejo de la agenda legislativa tienen … y vaya que esto era importante. La segunda vuelta de Lagos-Lavín la ganó (José Miguel) Insulza, quien era ministro de Frei y que tiró un proyecto de reforma laboral que complicó a la derecha. El gobierno jugaba un papel porque tenía teclas que tocar. Hoy los ministros de Piñera son almas en pena. Hoy, para la derecha, mientras más silencio guarde el Gobierno, mejor.
-¿Ve entonces a los extremos en la segunda vuelta?
-Hoy es lo más probable, pero me reservo el derecho a cambiar de opinión porque creo que queda mucho tiempo para la elección. Pero en otro sentido, el electorado es muy volátil y puede volver a cambiar por acusaciones cruzadas, con barro de lado a lado, o puede cambiar porque hasta aquí Boric no ha cometido grandes errores, pero podría cometerlos; o porque Yasna Provoste hace un giro en su campaña y comienza a pegarle a la izquierda; yo creo que todo es muy incierto.
-¿Qué nota le pondría al trabajo hasta ahora de la Convención Constitucional?
-Hay cosas en las que no estoy de acuerdo, pero se hizo la pega de los reglamentos en los tres meses, por tanto, no tengo nada que objetar en cuanto al procedimiento, a la pega que han hecho. Sí tengo dudas con algunas señales que se dan, por ejemplo, la manera en que el vicepresidente (Jaime Bassa) sugirió que el próximo período presidencial podía ser acortado me pareció muy desafortunada.
Mansuy dice que en el mes de campaña que queda, cualquier cosa puede pasar. los candidatos presidenciales (salvo parisi) tuvieron el viernes su último debate.
"Piñera y Bachelet nacieron en torno a 1950. Gabriel Boric nació el 85; hay un cambio violento (...) Para que la política cambie no basta que cambie el personal, ni basta el recambio generacional. Muchas generaciones prometen cambios, pero cuando llegar al poder se dan cuenta de que la política tiene reglas un poco inexorables".
"Kast es el espejo de Boric. Mientras más crece Boric, más crece Kast. Y se detestan, y sacan chispas, y es una cosa ya como personal. Pero a los dos les conviene que el otro crezca y que esta elección se juegue lo más polarizada posible. Boric y Kast son hermanos siameses, son parte del mismo fenómeno".