Reconocimiento a vocales de mesa
Más de 300 mil personas en todo Chile y tres mil en Los Ríos realizaron ayer una de las principales funciones de la jornada. Si ellos no honraran la fe pública depositada en sus hombros al contar y certificar cada uno de los sufragios, la validez de los resultados se pondría en duda.
El éxito de un día electoral como el vivido ayer en Chile, depende en gran medida, de los vocales designados para trabajar en ella. Si ese grupo de personas no se constituye, simplemente nadie puede votar; si no cumple bien su tarea, el proceso se demora; si no hace respetar las reglas, podrían generarse irregularidades y -clave- si no honra la fe pública depositada en sus hombros al contar y certificar cada uno de los sufragios, la validez de los resultados se pondría en duda.
Por supuesto que es el Servicio Electoral el principal responsable y ejecutor de cada jornada; pero en el trato directo con la comunidad se encuentran los vecinos y vecinas asignados a cada mesa para manejar las papeletas, hacer registros, orientar, facilitar y dar garantía de la trasparencia del acto ciudadano.
Grande es la responsablidad. Y se extiende, según estipula la Ley 18.700, por un período de cuatro años. Aunque ha habido renovaciones, quienes recibieron recientemente esta obligación suman, entre 2020 y 2022: plebiscito, municipales-constituyentes-gobernadores, primarias, segunda vuelta de gobernadores regionales, primarias presidenciales, elecciones 21 de noviembre, segunda vuelta y plebiscito de salida constitucional.
A nivel nacional son casi 300 mil personas las mandatadas y, en Los Ríos, llegan a 3.300 si se considera solamente tres por cada mesa (1.100 en las doce comunas), que es lo mínimo; pero serían 5 mil 500, si llegaran los cinco que correspondería efectivamente para funcionar: presidente, secretario, comisario, dos vocales.
Quienes cumplen estas funciones reciben un bono de $20 mil por el día de las votaciones y a ello se agrega $6.900 si van a la capacitación previa. El sábado solamente llegó a esa actividad un 42,1% del total de personas esperadas; ayer, fue lenta también la respuesta y muchos otros electores debieron quedarse para reemplazar las ausencias.
Ante estas realidades, sería interesante pensar en otros beneficios adicionales para los vocales que sí cumplen: puntajes en postulaciones sociales o becas; cursos especialmente diseñados; reconocimientos públicos por el servicios cívicos prestados. Quizás se pueda explorar esa idea, en vez de centrar miradas en sanciones a los que desoyen esta obligación.