Mary Ruefle: poesía para enfrentar tiempos difíciles
"Mi felicidad", de la norteamericana Mary Ruefle, son sus versos publicados en Chile. La poeta escribe de mujeres perplejas y señoras que preguntan "¿qué le pasa al mundo?". Acá un adelanto del prólogo.
Escrita a expensas del mundo, como todo arte genuino, la poesía de Mary Ruefle (1952) se resiste a ser reducida a etiquetas que pretendan asimilar su trabajo desde lo pop o lo temático, entre otras taxidermias. Con más de cuarenta años de escritura, estos poemas escogidos por la autora permiten revisar su obra, la variedad de registros y alusiones toponímicas, por ejemplo, como si el mundo entero hubiese encontrado lugar en "el jarro" de su cabeza o ella misma gozara de ubicuidad. Al ser leída así, en este libro hecho de poemas de todos sus libros, sin distinción de capítulos ni títulos que marquen la entrada a un libro u otro, se hace palpable la continuidad de una búsqueda intransferible y múltiple. Parece llevar a cabo una suerte de marginalia universal. Entonces, surge la pregunta: ¿de qué se tratan o qué tratan sus poemas? En el ensayo "On Theme" del libro Madness, Rack & Honey (2012), encontramos una posible respuesta: "el tema o tópico de un poema nunca es realmente su tema o tópico". Así, su escritura dialoga con la deriva de Ashbery o la parataxis de Perelman; en cualquier caso, se resiste a una asimilación inmediata, y no está en búsqueda de efectos específicos ni opone a sus poemas un andamiaje discursivo. "Cardo", por ejemplo, es un poema que despliega lugares con la presencia de una curiosa asterácea que cancela las acciones dentro del texto, para confesar al final que solo puede hablar de la luz con sus amigos. Es un poema "sobre" turismo donde no se puede turistear.
Aunque bastante reconocida, en la tradición estadounidense parece una estrella solitaria o un eslabón onírico de la tradición Dickinson. No pertenece a ninguna escuela, a menos que Stevens sea una escuela dentro de la tradición aludida, y no guarda militancia con ningún grupo o vanguardia específica, de las muchas que proliferaron en el contexto cuando comenzaba a escribir y a perfilar una radicalidad personal no necesariamente autobiográfica, al menos no en un sentido actual. En el poema que le consagra al poeta de Parts of a World, leemos: "Paso todo el día en mi oficina leyendo un poema/ de Stevens como si yo lo hubiese escrito". Aquí hay una nota de estilo, una clave ociosa del oficio; es su forma de inscribirse en una tradición tan abigarrada como la suya. Mary Ruefle es una poeta única, excéntrica en un sentido etimológico, que elude la convención y siempre busca una salida nueva.
En su ensayo "Mi Emily Dickinson", titulado de la misma manera que el de Susan Howe solo que con el posesivo en cursiva, demuestra una posición que tensa el centro de la poesía estadounidense, aún en manos de L=A=N=G=U=A=G=E y sus derivados. Nuestra poeta encuentra un resquicio desde donde dar voz a las ideas que otras escritoras suscitan en ella. En esta amalgama, sus poemas parecen la desembocadura de muchas voces articuladas, desarticuladas y vueltas a articular. La presencia de otras escritoras sobrevuela los poemas como una constelación de afinidades. Así lo demuestra en el poema a Santa Teresa de Lisieux, donde se aprecia cómo trabaja sus lecturas, cuál es su relación con la voz.
El pensamiento vivaz que encontramos en sus poemas surge de una escritura que soslaya fórmulas y definiciones, al tiempo que señala puntos de fuga del sentido, nuevas rutas de un arte que comienza a caer en manos ajenas. Un poco a la manera de Barbara Guest, cuyo vínculo es íntimo, casi secreto; una cofradía que solo se revela en la lectura de ambas obras. Mary Ruefle enfrenta al mundo dotada de "un mundo que ya no existe". Algo que para nosotros pudiera sonar lárico, en ella se trata de una vitalidad sui generis. La naturaleza que está puesta allí, los objetos que encarnan una vida, todo está vivificado por su mirada. "Los poemas son mi vida interior, los tomas o los dejas. No me importa mucho lo que piensa el lector porque no busco respuestas a mi vida interior en los otros". Este desparpajo la vuelve magnética. Coincide con Baudelaire cuando señala que el poeta "para existir, debe poseer una fuerza de ataque más grande que la fuerza de resistencia desarrollada por millones de individuos".
En el poema "Bárbaros" unas vacas reposan en el bosque "como si el sueño fuera una idea/ por la cual estuvieran dispuestas/ a morir". A ratos, también parece una poeta de la imaginación -algo bastante resistido en nuestro contexto, dicho sea de paso-, donde su peculiar asociación de las cosas propone una lectura diferida del mundo, la que podemos adjetivar de imaginaria, solo que ella plantea la imaginación en su doble fondo: como algo que pertenece a la infancia y, por otra parte, como algo naif y vulnerable (aquí introduce un humor cáustico), conducente a una visión distorsionada de la realidad, que es lo que nos interesa. La poeta se pregunta, "¿cómo podría ser confiable mi realidad si es imaginaria?". Parece decir que el lenguaje también debe ser imaginario, no solo los contenidos. Intuyo que su poesía apunta en otra dirección, una calle de dirección única, hacia una especie de interregno del sentido. Una suspensión que orbita al poema, o este entendido como una órbita de suspensión, muy a la manera del haiku, reflejo de su lectura de la poesía japonesa y oriental. El poema "Efecto de lluvia" no solo muestra el trabajo del padre de Hokusai sino que el hilo mental que conduce al poema hacia dicha figura. Esto es transversal en sus poemas: muestran el procedimiento, el acto de la mente, las costuras. La forma que piensa en el poema es el poema.
En cada texto, Mary Ruefle desplaza las cosas, o el sentido que suponemos entre ellas, hacia una suerte de biografía no autorizada del mundo.
Mary Ruefle es una poeta, ensayista y profesora norteamericana, finalista del Premio Pulitzer 2020.
"Mi Felicidad"
Mary Ruefle
Lecturas Ediciones
184 páginas
$13 mil
Por Sebastián Gómez Matus
Bergen International Literary Festival