Comenzó diciembre y llegó la temporada de Navidad, que es una de las más esperadas por el comercio en todo el país y la región. En 2020, en medio de la pandemia, las ventas en esta época crecieron un 20% en relación al año anterior; en 2021, con menos restricciones sanitarias, resulta lógico esperar un repunte significativo.

Un motivo para buenos augurios es el que dan estudios de la Cámara Nacional de Comercio: se estima que -en promedio- cada familia chilena gasta casi $200 mil pesos en las fiestas, considerando celebraciones, regalos, viajes cortos. No es poco.

El período también llega con noticias positivas respecto del desempleo en Los Ríos. El trimestre agosto-octubre alcanzó a 7,3%, la menor cifra en casi dos años, incluyendo alzas frente a empleos formales; aunque se sabe que las ventas por cuenta propia también influyen significativamente en esos índices, particularmente en el caso de las mujeres y los jóvenes.

El "espíritu navideño" abre la puerta, además, a la temporada alta del verano. En los meses estivales de 2020, de acuerdo al balance publicado por Sernatur, ingresaron a la región 646 mil visitantes, un 4,1% más que el año anterior; índice probablemente influido por el turismo interno estimulado post estallido social. La creación de puestos de trabajo decreció (-9,1%) y también el gasto por viajero (un -15%), dos áreas en las cuales 2021-2022 debiera ascender, pues -insistimos- fin de año y vacaciones sin Estado de Excepción, claramente traerán más circulación pública.

Pese a este buen pronóstico, nadie debe olvidar que la pandemia no ha terminado y que la esperanza únicamente se materializará si la comunidad mantiene las medidas de prevención largamente repetidas por las autoridades sanitarias, como evitar aglomeraciones, usar alcohol gel constantemente, no quitarse la mascarilla, por más sensación de seguridad -falsa, por cierto- que le pueda entregar el estar vacunado.

Ya se ha dicho en todos los medios de prensa y es preciso recordar que existen nuevas variantes del virus y hay un rebrote en el país. Por lo mismo, e futuro depende del esfuerzo que hoy se ponga en el autocuidado colectivo e individual. Por mucho que entusiasme la bella época iniciada; eso no se puede olvidar.

Uno de los grandes hitos internacionales en relación con la temática de discapacidad es la aprobación de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y su Protocolo Facultativo, firmado el 13 de diciembre de 2006 en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York. Chile, en tanto, en el año 2008 se adhiere a esta convención, asumiendo un rol activo para promover los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas en situación de discapacidad.

Hoy, 3 de diciembre, en que se conmemora el Día Internacional de la Discapacidad, debemos reflexionar en relación a los desafíos que como sociedad nos presenta esta temática, que es una tarea social, la cual debe generar los espacios y buscar los caminos para que todas las personas se desarrollen de manera integral, independientemente de sus características. Entonces, las personas en situación de discapacidad también son sujetos de derechos que pueden acceder y participar de todas las oportunidades que brinde el medio, basadas en la igualdad, derecho y justicia social. Si nos centramos solo en el déficit y no en las reales posibilidades que puede tener una persona en situación de discapacidad, de desarrollarse y aprender, entonces no podemos hablar de inclusión. Es nuestro deber como sociedad minimizar o eliminar las barreras en relación al acceso, participación y diversos aspectos de la vida cotidiana, promoviendo espacios, ambientes oportunos y no discriminatorios.

Miguel López Melero (2010) señala que "el respeto a la diferencia implica el reconocimiento de ser diverso, y la tolerancia es el valor esencial que necesita la cultura de la diversidad. Ver al otro como es y no como nos gustaría que fuera (dignidad) es experimentar este sentimiento y reconocimiento de su propia identidad cuando la diversidad se hace valor".

Hacer un alto para reflexionar respecto a esta temática es necesario y oportuno. Considerar la diversidad como un valor nos permite cambiar nuestra mirada, sensibilizarnos y tomar conciencia del potencial de las personas en situación de discapacidad como capital social y humano, que aporta a la sociedad.

Sólo el respeto, la tolerancia y la libertad de pensamiento nos permitirán avanzar en ser una sociedad más inclusiva, donde todos y todas, independientemente de nuestra condición podemos ser valorados y aceptados.

Paulina Salas Alarcón

Directora Dpto. de Pedagogía de la U. San Sebastián sede Valdivia