Más de 154 mil personas se sumaron a los 16 mil cabildos y encuentros que se desarrollaron en el marco de las iniciativas de participación ciudadana que abrió la Convención Constitucional y que cerro el 23 de enero.

De acuerdo a la información entregada desde la mima instancia, las temáticas de educación, salud y justicia social fueron las que más análisis y propuestas generaron, tal como ocurrió en el proceso llevado adelante en el gobierno de la ex Presidenta Michelle Bachelet en 2016, cuyos insumos -aseguraron en su momento- también debieran recogerse para la discusión de la redacción de la Carta Magna que se inicia en marzo. Los tópicos mencionados son también los mismos que aparecieron en los cabildos autoconvocados luego del estallido social de octubre de 2019.

En la región se llevó adelante la iniciativa "Los Ríos Constituyente", que sumó actividades en casi todas las comunas; junto a ello instituciones como la Cámara Chilena de la Construcción generaron las propias, agregando el derecho a vivienda y a un desarrollo urbano armónico. Por otra parte están las reuniones de los representantes locales Ramona Reyes, Aurora Delgado, Pedro Muñoz y Felipe Mena en sus etapas "distritales". Y las Iniciativas Populares de Norma, donde igualmente se aprecia una tendencia hacia estas inquietudes, en las ideas más votadas.

Claramente, se trata de demandas comunitarias básicas reconocidas transversalmente como esenciales. Todas ya se encuentran esbozadas en la actual Constitución, pero deben actualizarse y especificarse a la luz de las nuevas circunstancias en que vive el país como la revisión del vínculo y el rol garante del Estado al buen vivir, lo cual implica libertades y responsabilidades tanto individuales como colectivas.

Responder a esa expectativa es la tarea de los convencionales. Es de esperar que se haga con altura de miras, sin sesgos ideológicos que han causado daño en otras naciones, pero considerando ejemplos exitosos.

Las voces de las personas están sistematización y llegarán a espacios oficiales desde el 8 de febrero. Es de esperar que reciban acogida que se merecen y que la ciudadanía vea que su opinión logra continuidad.

Si bien la actividad agrícola nos ha permitido vivir en contacto estrecho con la tierra, la naturaleza y sus variados climas, éste ha sido siempre el factor de mayor incertidumbre o riesgo. Años muy lluviosos o muy secos, años muy fríos o de calores extremos nos han acompañado siempre y condicionado los resultados productivos. Ese es un riesgo que ya tenemos incorporado en nuestro ADN. Sabemos que es así.

El año 2021 aparecieron otros factores de riesgo e incertidumbre, factores mucho más complejos y peligrosos, para los cuales todo el esfuerzo tecnológico que hemos incorporado a nuestros campos es inútil. Podemos ver sofisticados sistemas de riego para los años y períodos secos. Control de helada en frutales, incluso techos para proteger de lluvias o granizos. Construcciones especiales para mejorar el ambiente de los animales. Variedades más resistentes a la sequía o al exceso de agua, etc. Sin embargo, nada de esto sirve ante la explosión de violencia y terrorismo rural, a la que nos hemos enfrentado en el Sur de Chile, del cual nuestra región no escapa. Diferentes sectores han sido víctimas de usurpaciones, robo de animales, quema de construcciones, destrucción de cultivos, y lo peor, un aumento sostenido de asesinatos en la Macrozona Sur. Esto está fuera del ámbito agrícola, y es una muy mala señal de indefensión y pérdida de derechos tan fundamentales como el Derecho a la vida, integridad física y psíquica de las personas.

Probablemente nadie se habría imaginado que tendría que conservar su forraje necesitando la protección de FFEE de Carabineros, o cosechar los cereales con protección policial como se ve a diario en La Araucanía. Requerir de un Estado de Excepción en cuatro provincias del Bio Bio y Araucanía para tener un poco mas de paz y seguridad escapa de toda lógica. Lamentablemente el Presidente electo ya advirtió que no los renovará.

La Convención Constitucional tampoco está aportando certeza y claridad para el futuro. Muy por el contrario, mucha más incertidumbre. Tanta o más que el riesgo del clima y sus desafíos.

En este escenario se hace urgente contar con señales que refuercen la seguridad y permitan la proyección futura de nuestro sector, que cumple una de las funciones fundamentales para la vida del país: la producción de alimentos.

Andrés Cox Leixelard