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Además de generar vínculos locales, La Compañía Imaginaria también es parte de la Corporación Teatral Sur Austral (Cortesa) que reúne a quienes son del área de las artes escénicas de las regiones de Magallanes, Aysén, Los Lagos, Los Ríos y la Araucanía.
¿Qué ventajas les ha permitido esa alianza?
- Consolidar alianzas, circuitos, eventos y actividades que nos permitan fortalecernos tanto en nuestras orgánicas como en nuestra capacidad productiva. Eso es tremendamente importante, aunque lo malo es que dependemos de la concursabilidad de los fondos.
¿Como cree que se podría revertir aquello?
- Aún no logramos avanzar hacia un modelo donde parte de nuestros ingresos provengan del público vía pago de una entrada por alguna de nuestras funciones. Hemos hecho el experimento de cobrar distintas sumas de dinero y hemos comprobado que el público aumenta o disminuye según la cifra. Como parte de esa experiencia es que siempre aplicamos una encuesta para saber si la gente realmente está dispuesta a pagar por ver un espectáculo. Y nos han respondido que sí. De todas formas es ingenuo pensar que se podría mantener el trabajo de una compañía solamente con la recaudación de las funciones o solamente con los fondos concursables. Ambas fuentes se deben complementar con el aporte de los privados, por algo es que existe la Ley de Donaciones Culturales. Atendiendo a todo lo anterior es que estamos siempre en un estado de vulnerabilidad y fragilidad constante, porque no sabemos si una obra creada tendrá circulación. Los fondos concursables por lo general no apuntan a ambas cosas.
La obra más reciente de La Compañía Imaginaria es "Chatarrita", que es una crítica al consumo de comida no saludable. Fue creada con un fondo Conarte. Tuvo tres funciones con aforo completo y desde octubre de 2021 no se ha podido volver a poner en escena.
"Técnicamente está a apunto de morir, es que la obra que no se ensaya y no se presenta, simplemente muere. Por algo el teatro, como también la danza, son artes vivas. Necesitamos alimentarlas constantemente de energía y requiere de un encuentro permanente con el público. Lograr la calidad performática a la que llegaste al momento del estreno es muy difícil si es que no hay continuidad. Y eso atenta en el poder considerarnos como una compañía de teatro profesional. A cambio estamos en el amateurismo y bajo la premisa de que 'lo hacemos cuando podemos, pero lo hacemos con mucho cariño'".
El de Cortesa es un ejemplo de asociatividad en tiempos de crisis. ¿Eso tiene que ver con la responsabilidad social de los artistas, pero con sus pares?
- El contexto actual ha dejado en evidencia que no podemos sobrevivir solos. El teatro es un arte colectivo con actores, directores, diseñadores y técnicos, que en conjunto sacan adelante una propuesta. Acá no se puede avanzar solo. Tanto el estallido social como la pandemia nos obligó a repensar el cómo podríamos sobrevivir. Y una respuesta es colaborándonos mutuamente. Es la única forma de lograr más objetivos.
¿La Asociación Cultural La Compañía Imaginaria tiene esa meta?
- Efectivamente, ya que está conformada por científicos, artistas, educadores y profesionales de distintas disciplinas. Estas personas están muy interesadas en hacer aportes significativos desde el conocimiento y eso nos permite ir mejorando nuestras estrategias en vías de construir un proyecto conjunto mucho más sólido. Apuntamos a lograr un espacio propio, un centro transdiciplinario de las artes con relevancia comunal, regional y nacional.
¿Cómo evalúa la respuesta de las autoridades hacia el sector creativo en medio de la pandemia por coronavirus?
- Somos muy críticos sobre la forma en que se ha tratado el teatro en el país. Las comparaciones son odiosas, pero las actividades deportivas y recreativa parecieran estar bajo otro parámetro de medición en temas como por ejemplo los aforos. Es cosa de ver las embarcaciones en los ríos de Valdivia donde es imposible establecer medidas como la distancia social, pero aún así igualmente salen a navegar con tranquilidad. Somos conscientes de que todos los sectores necesitan una reactivación urgente, pero no por eso se debe desconocer que al parecer hay medidas que parecen arbitrarias. Al teatro se nos ha impuesto aforos cada vez más limitados y eso complejiza lograr la satisfacción que significa una obra en la cual se han invertido recursos del Estado y se ha puesto mucha creatividad y tiempo. En ese sentido recuperar la presencialidad es más bien complicado y es también complicado lograr un impacto mayor con lo que hacemos.
¿Por qué es importante apoyar el teatro?
- Esa es una pregunta que no se está haciendo o tal vez, no se está haciendo con la fuerza suficiente. La respuesta es reveladora: el teatro, como las otras artes, es necesario porque nos permite pensar, emocionarnos y encontrarnos con nuestras realidades sociales y colectivas. El teatro es un aporte al debate que constantemente estamos dando con la vida misma. Además aporta belleza que permite de una u otra manera enamorarnos de los esfuerzos humanos. En fin, es tan diverso y ofrece tantas cosas, que vale la pena seguir insistiendo y seguir invirtiendo.