Hoy inicia su período el Presidente Gabriel Boric, quien gobernará hasta 2026 en un escenario de muchos cambios y desafíos. La recuperación económica, la incertidumbre de la pandemia, las respuestas sociales a muchas demandas comunitarias son parte del camino que se recorrerá, marcado también con intensidad y desde comienzo por el trabajo de la Convención Constitucional.

El nuevo Mandatario pidió, tras ganar las elecciones, no generar expectativas centradas en una persona; sino comprometerse con un trabajo colectivo. Y tiene razón. Una administración requiere del aporte ciudadano, las voluntades parlamentarias, el contexto internacional para llevar adelante sus planes .

Desde Los Ríos hay tareas que aguardan concreción en los cuatro años que vienen. Son las que quedaron avanzadas o anunciadas en el Plan Regional Los Ríos 2019, cuyo ritmo se enfrentó con las prioridades de la crisis sanitaria, pero que dejó delineadas propuestas básicas para una región con altos índices de pobreza (uno de cada 8 habitantes en esa condición), con déficit de 12 mil viviendas, con problemas de conectividad e infraestructura y un enorme potencial silvoagropecuario y turístico que requiere apoyo. También, una zona que mira con inquietud el aumento del narcotráfico y la violencia rural.

Entre muchos proyectos en espera están los puentes valdivianos; los accesos a Valdivia; las rutas a Corral y a Curiñanco; el Barrio Cívico; el gran Parque Deportivo; el Centro de Reciclaje Regional; la construcción de los nuevos hospitales y la ampliación del Aeródromo de Pichoy (ambos anunciados ayer); normalización del Hospital Base o uno nuevo emplazado en Cabo Blanco; la gestión de protección de humedales urbanos y de las aguas en los ríos; continuidad al fomento pesquero.

Todas ellas presentan diferentes niveles de avance y son tareas estatales relacionadas con la calidad de vida de las personas, de modo que trascienden al color de las administraciones.

Es de esperar, entonces, que las nuevas autoridades regionales puedan cumplir una labor exitosa en beneficio del territorio y contribuir a materializar estas iniciativas que cuentan con largas historias en los sueños locales.Eso implica que todos los escalones que puedan subir, siempre serán apreciados.

Tristes momentos vive nuestra sociedad producto de los sucesos en Ucrania, los que, de acuerdo con el gobierno Ruso, no son una guerra. ¿Qué son entonces?, si al buscar una definición de guerra encontramos que es un enfrentamiento entre países y en el cual, evidentemente, cada uno de los bandos quiere imponerse frente al otro.

Guerras encontramos desde los inicios de la historia de la humanidad, motivadas por el predominio sobre enclaves estratégicos, como rutas fluviales o marítimas, así como por la riqueza económica. En ese contexto, los territorios circundados por grandes ríos que daban fertilidad a las tierras fueron los primeros escenarios de conflictos. Mesopotamia, cuna de la civilización, bañada por los ríos Tigris y Éufrates, es un claro ejemplo.

Guerras médicas; del Peloponeso; de los cien años; de las dos rosas; de los treinta años; de los siete años; de sucesión; de independencia; Franco Prusiana; de Corea; y Vietnam, son sólo algunos de los muchos conflictos que ha vivido la humanidad, cuyos orígenes se encuentran en diputas territoriales, dinásticas, políticas y religiosas.

Independientemente de las razones, la historia ha dejado en evidencia que trae sufrimiento no sólo por el miedo y las carestías que impone, sino por la pérdida en vidas, la mayoría población civil que sucumbe frente a los embates de las armas.

Tras el fin del conflicto se produce usualmente una hambruna, producto de la destrucción de tierras agrícolas, así como por la contaminación de las fuentes de agua. El sufrimiento se extiende, por lo tanto, más allá del conflicto, a lo que se suma la humillación a la que es expuesto el vencido.

Ello ha motivado a generar instancias que permitan evitar conflictos. La Primera Guerra Mundial y sus consecuencias movilizaron la creación de la Sociedad de Naciones que no pudo evitar el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Los estragos y la magnitud de ésta determinaron la creación de Naciones Unidas; y los últimos acontecimientos han demostrado que ello no es suficiente.

Sin duda, necesitamos un esfuerzo mancomunado que se inicia en la familia. Es ahí donde se asientan los principios que nos lleven hacia la valoración de la diversidad, la tolerancia, el pluralismo y que finalmente garantizan el fortalecimiento de una cultura democrática.

En nuestra sociedad occidental son los valores del Humanismo Cristiano los que pueden garantizar una sociedad de paz.

Lorena Liewald Dessy Directora Académica de la U. San Sebastián sede Valdivia