El 30 de marzo de 2011 y producto de una falla cardíaca, se marchó para siempre un hombre que marcó una época e hizo escuela como reportero gráfico, en la historia del periodismo valdiviano. Ese día partió Fernando Eleazar Palma Hernández, el popular "Chono" o "Palmita", como le llamaban cariñosamente sus amigos y compañeros de trabajo. Fernando Eleazar Palma Hernández nació en el barrio de Collico el 4 de julio de 1950 y fue hijo de Josué Palma y Elena Hernández. Casado con Margarita Gallardo Mayerovich, fueron padres de Margarita y abuelos de Francisca y Sofía Rosas. En su vida profesional, "Palmita" aprendió el oficio de reportero gráfico e hizo sus primeras armas laborales desde los 18 años de edad en el diario El Correo de Valdivia. Luego de ese comienzo desempeñó labores en el periódico La Cruz del Sur de Ancud. Pero el medio con el cual se identificó durante la mayor parte de su vida laboral fue El Diario Austral de Valdivia, desde noviembre de 1982 hasta su retiro en el año 2008. Fernando Eleazar Palma Hernández también perteneció al Colegio de Periodistas y sus fotografías fueron publicadas en diferentes diarios nacionales. Se le recuerda por su especial sentido del humor, su disposición a defender la verdad y la libertad de prensa y especialmente por su disposición a entregar sus conocimientos y enseñar los secretos de la fotografía y el trabajo en laboratorio a sus colegas periodistas y a quienes se iniciaban en el oficio de reportero gráfico. Su trayectoria profesional fue reconocida por varias instituciones comunitarias y público en general. Cada día, su familia lo recuerda como un gran esposo y un padre ejemplar, que siempre entregó buenos ejemplos a su única hija y a sus sobrinos, además de inculcarles la importancia de ser amables, generosos, respetuosos, trabajadores y honestos. "Palmita" fue un devoto de la Virgen María y respetuoso de todas las creencias y opiniones, querendón con los animales y regalón de sus hermanas. Fernando Eleazar Palma Hernández falleció el 30 de marzo de 2011 y su cuerpo descansa junto a los de sus padres, en el Cementerio Municipal N° 1 de Valdivia.

30 de marzo de 2011 abandonó la vida terrenal el destacado reportero gráfico valdiviano Fernando Palma Hernández, recordado como "Palmita" y "Chono" por sus colegas y amigos.

Trece años de la partida hacia el Más Allá de la dama valdiviana Rosa del Carmen Maldonado Sandoval se cumplieron el pasado 17 de marzo. Nació en Linares, el 5 de octubre de 1957 y fue una de los siete hijos del matrimonio formado por Roberto Maldonado y Olga Sandoval. Cuando tenía recién cinco años de edad, la familia Maldonado-Sandoval emigró desde Linares hacia el sur y se estableció en la localidad de Huellelhue, donde Rosa del Carmen Maldonado estudió la enseñanza preparatoria en la escuela básica del lugar. Posteriormente y en búsqueda de mejores horizontes para los suyos, la familia se trasladó a vivir a Valdivia. El 9 de mayo de 1980, Rosa del Carmen Maldonado contrajo matrimonio con Carlos Alberto Urra Jara, en una ceremonia realizada en la iglesia Sagrado Corazón. De esta unión nacieron tres hijos: Viviana, Vanessa y Carlos. Durante su juventud, laboró en casas particulares, pero después de contraer nupcias trabajó codo a codo junto a su esposo en el rubro de la carnicería, siempre en la búsqueda de un buen futuro para la familia y sus hijos. "Era de su casa, me ayudó mucho en el negocio y también se dedicó a la crianza de nuestros hijos. Era buena para cocinar, le gustaba bordar y salir a pasear con la familia. Con el paso de los años, la seguimos echando de menos. Lo que más deseaba era salir adelante y que nuestros hijos fueran profesionales, que no les faltara nada", recuerda su esposo. Y aunque Rosa del Carmen Maldonado no alcanzó a ver los frutos del esfuerzo familiar, los tres hijos llegaron a la meta: Viviana es química farmacéutica; Vanessa es secretaria y funcionaria del Hospital Base y Carlos es ingeniero comercial. Durante sus últimos años de vida participó en talleres de la municipalidad y de la Caja Los Andes. Rosa del Carmen Maldonado Sandoval falleció el 17 de marzo de 2009, su cuerpo descansa en el Cementerio Municipal N° 2 de Valdivia y su recuerdo permanece en el recuerdo de su esposo e hijos.

51 años de edad tenía Rosa del Carmen Maldonado Sandoval, al momento de su deceso. Fue una mujer que siempre tuvo a la familia en el centro de sus preocupaciones.

Abrimos este domingo la Semana Santa, conocida también como la "Semana Mayor" en la liturgia de la Iglesia. Después de tres años, tendremos la posibilidad de volver a las celebraciones públicas de fe: Bendición de Ramos, Vía Crucis, Vigilia Pascual.

Los dos años que han pasado nos han servido para vivir nuestra fe de una forma distinta: en casa y en familia, a través de celebraciones virtuales. También a valorar la importancia de la vivencia comunitaria de la fe.

Pero, ¿de qué se trata el retorno a nuestras celebraciones? ¿Es sólo volver a nuestras parroquias y capillas y hacer lo que hacíamos hace tres años? En lo práctico probablemente sí. Pero en lo espiritual y existencial, no puede ser solamente "volver a hacer lo mismo". Los dos años de pandemia no pueden considerarse sólo años perdidos. Ha sido mucho el sufrimiento, la angustia y la desazón de muchas personas y familias, que se han visto enfrentados no sólo a la crisis sanitaria, sino también a una crisis social y económica que aún va manifestando secuelas tanto en muchos de los que se han recuperado del covid 19, como en las secuelas sicológicas y económicas de muchas personas. Reflejo de esto ha sido la violencia que se ha suscitado entre los jóvenes, en su retorno a clases presenciales.

El anuncio del Reino de Dios no es estéril, porque el mensaje del Evangelio de Jesús sigue vigente aún hoy, porque ha traspasado tantas crisis, guerras y pandemias y también lo hará con la actual. Jesús resucitado sigue suscitando esperanza y fortaleza a su Pueblo.

El largo Vía Crucis de estos años de pandemia, de los que sufren la violencia y el terrorismo, de los que han sufrido abusos de todo tipo, no han sido en vano. Cristo ha asumido en su Cruz las cruces de todos ellos. Su resurrección es la victoria de la vida sobre la muerte, de la esperanza sobre la desesperación, de la fe sobre el miedo. Volvemos a vivir la Semana Santa, luz de esperanza para nuestro tiempo.