1984
Adelanto de "Diarios" de Julia Toro
Hoy me quedé sin pan para el desayuno. Tengo un poco de harina y preparo unas churrascas en el tostador. El sol brilla, brilla, brilla. Mateo lee La Odisea. Yo escribo para no morirme por dentro. El día a día me pesa por todos lados.
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Ya perdí la paciencia para la pobreza. No puedo sentarme a esperar la mano del milagro. ¿Cuáles son mis aspiraciones? Tal vez aspiro para el guerrero. Anoche me hice un corte en un dedo. No quiero más sangre doméstica. ¿Qué tengo que aprender de aquí? La austeridad y la belleza. Las dos impuestas.
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Es increíble que puedas llegar a tener una relación afectiva con unas matas. Anoche, manos desconocidas las arrancaron de mi jardín y me pasó lo mismo que cuando se murió la China. La precipitación de todas tus carencias, la rabia e impotencia. Me robaron una de mis fuentes de afectividad, de placer estético. Todos los días las había mirado, saludado, cuidado. Eran admiradas por los amigos, ni se notaban, eran enanitas y pronto empezarían a dar frutos. Me deprimí y miré mi vida a través de ese sesgo. Todo me pareció absurdo. ¿Qué hago aquí en este lugar tan alejado de mi mundo? El Valle del Elqui ya perdió el brillo del verano.
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Ficha situación actual:
Salud: En general buena salud con tendencia a la somatización. La carencia afectiva me produce trastornos digestivos. Jaquecas premenstruales.
Sexo: Insatisfactorio, mecánico, sin cariños.
Hogar: En statu quo. Desmantelado, no en lo material.
Actividades: Floja esperando responder al llamado interno.
Dinero: En vacaciones, sin preocupación.
Aspecto: Variable, desde sentirme hermosa a fea y envejecida.
Actividad: Con ganas de taller.
Síntesis: Afecto no comprendido en lo personal y el problema atribuido a la relación de pareja.
2008
Primer día on my own. Reviso negativos y se vuelven despojos de lo que quedó, pues todo lo más valioso está perdido y es como un sino lo de perder dibujos, negativos. Siempre queda lo que no sirve. Cómo contar la historia de lo inútil, difícil editar al revés, ¿cuál sería el resultado? Algo así, pero hecho con la mejor técnica y los más bellos negros. No sé mucho qué hacer. Espero encontrarlos mañana revisando lo que hay en la cómoda.
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«Rescate» se debería llamar mi próxima exposición, antes de que termine de morir lo poco que queda. Al día siguiente: hemorragia de lágrimas.
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Tenía diecisiete años, la casa donde había vivido desde los tres años se había rematado y vendido. Los que vivían en la casa se dispersaron, nunca supe dónde paró mi hermana, mi abuela; el tata ya había muerto.
Caí en la casa de una amiga cuya madre estaba hospitalizada. No lo pensé dos veces, fui al hospital, extendí mi brazo heroico, después me vino una crisis de llanto, nunca supe qué la gatilló; se abrió una compuerta interna que debía venir de los tiempos del destete. Lloré hasta mojar el uniforme del liceo, pedí que me dieran una cachetada por si fuera un ataque histérico, pensaba yo. De ahí en adelante no fui más al colegio.
Años antes, un domingo cuando tenía doce años, yendo a la iglesia, al cruzar la calle, me atropelló un ciclista que me insultó. Nunca más volví a misa. Es como la caída de San Paulo camino a Damasco, pero al revés.
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¿Qué hace un fotógrafo de alma cuando se le desenfoca el ojo?
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Lo más emocionante de este año: el abrazo de despedida de Gonzalo Rojas.
Lo más desagradable: la ruptura con la Bernarda.
Lo más inesperado: haber conocido a R. Gutiérrez.
Lo más desilusionante: el viaje al sur que no fue.
Lo más gratificante: los triunfos de la Juli.
El reconocimiento, ahora que lo tengo, me da lo mismo, pero lo cultivo porque me da de comer y no es malo.
Lo que no prosperó: el encuentro con J. Sharpe.
La historia que cerró: M.