Alzar la voz familiar
1-¿Cómo empezó a tomar forma esta novela? -Todo lo que escribo parte de una imagen y en este caso fue un jabón desintegrándose en la ducha. Ahí surgió el personaje del padre y el relato apareció, emergió intuitivamente. El uso de la primera persona me acerca más a su intimidad. Al ser la historia de una familia busqué situaciones cotidianas e íntimas. Me dejo sorprender por el proceso creativo y ya cuando siento que va tomando forma puedo intencionar ciertas preguntas, crear tensión y manejar el lenguaje para darle sensibilidad, profundidad y valor estético. Usé cuatro narradores porque es un desafío marcar la diferencia de voces, con intimidades y psicologías distintas que durante la lectura funden en una gran voz familiar.
2-De esta familia desintegrándose, ¿qué te conmovió? -Siempre me ha fascinado la belleza de lo imperfecto y en esta novela, a pesar que está presente la caída y desintegración de una familia, hay también una membrana amorosa que lo sostiene todo. Hay grietas que dejan ver la parte luminosa. El hogar y la familia nos da tanto las heridas como la felicidad. Es la concentración de todo lo humano. La familia es la segunda piel, demasiado próxima a lo íntimo, a lo frágil. Cuando se agrieta hay un dolor común, que también puede ser liberación individual. Es la paradoja, la necesidad de romper lo que nos contiene, protege y cuida y que haya una nostalgia profunda por ese cuerpo común. El amor es algo tan vulnerable como poderoso.
3-¿Qué temas o personajes captan tu interés? -Prefiero libros que me capturen desde el lenguaje, que creen imágenes, belleza. Belleza, como sinónimo de sinceridad. Prefiero los libros en los que me encuentre con frases perfectamente construidas, más que los relatos donde haya demasiada acción. Me gusta detenerme, disfrutar el proceso más que correr ansiosa por el final. Me cuesta la lectura que asfixia, que no tiene ritmo, que se queda en lo intelectual y no tiene imágenes, sensualidad, sutileza. En los talleres literarios que hago incentivo a que exploren la forma. Que sean conscientes del proceso creativo, que entiendan que todo puede ser material de trabajo: la memoria, la observación del mundo, situaciones ajenas o personales.
En resumen
Magdalena Salazar estudió Literatura y Estética en la Universidad Católica y acaba de publicar la novela "El aire que nos faltó" (Emecé Editores). Allí toman la palabra un padre, una madre, un hijo y una hija. A la fecha ha publicado "Los restos del mundo" y "Semillas mapuche".
"El aire que nos faltó" es la historia de una hija "encerrada en su propio cuerpo".
3 preguntas
Magdalena Salazar y "El aire que nos faltó
alex otero