¿Y la educación qué?
En el papel quedan los "cambios" que se han introducido en las variadas reformas educacionales. También los enfoques sobre los "aprendizajes", algo más complejo de entender, a pesar de los aportes de las ciencias del cerebro. Agreguemos todo el mare magnum de teorías que han entregado los "expertos en educación" con fuertes tintes de inspiraciones políticas desde distintos "contextos democráticos", siendo más visible, hoy, el "deconstruccionismo" (Derrida) en metodologías de enseñanza y/o didácticas.
En pandemia no sabemos cuán eficaces han sido las metodologías on-line. Como que la pedagogía (arte de enseñar) quedó estancada en algún momento. Entre otros, claramente, no son los deseados principalmente en el "manejo del lenguaje" y "comportamientos sociales". La gente cada vez se comunica menos a pesar de las TICs. Olvidamos que la más elevada pedagogía es la que puede orientar la conciencia o fondo anímico del Ser Humano.
Como hablantes de español ya casi no modulamos o articulamos adecuadamente lo que decimos, menos de lo que escribimos (posteos) y las taquilalias en el hablar cotidiano (farfulleos) frases o expresiones hechas, pero ¡queremos ser bilingües!
La mente humana ya no tiene la espontaneidad natural de otros tiempos atendida por la educación. Hoy todo se ha vuelto torpe, sin prontitud y elasticidad con instituciones terriblemente enfermas de materialismo y vanidad, agregados al temor de pandemias y temores.
La educación actual nos ha hecho olvidar que "la humanidad es un órgano de la naturaleza" y que el ser humano es una interfase capaz de atraer las energías del cosmos, para bien o para mal, llegando a justificar todo tipo de "maldad".
La naturaleza nos exige un nuevo tipo de vibraciones humanas, más finas, más sutiles, más espirituales que no se aborda en la pedagogía "moderna". ¿Estamos perdiendo la confianza en el desarrollo científico? Libertas Vera Capitur Intus (la verdadera libertad se obtiene en el interior)
Omer Silva Villena osilvaville@gmail.com
Obispos valientes
El 27 de abril es el Día del Obispo y, en ese contexto, quisiera recordar a varios pastores que considero valientes.
En 1974, el obispo Carlos Camus, denunció las prisiones de dirigentes sindicales y trabajadores; relegaciones, asesinatos y desaparición de personas. En 1976 y a pesar de ser insultados y agredidos en el aeropuerto de Pudahuel-Santiago, los obispos: Carlos González, Fernando Ariztía y Enrique Alvear, continuaron en la defensa de los derechos humanos.
En 1984, el obispo Tomás González, calificó como una "injusticia que las universidades católicas estén en manos del gobierno; la iglesia desea recuperarlas". Sobre la relegación del padre Rafael Maroto, las penas de exilio y otras dijo "son inmorales".
Ante discurso del general Pinochet, el obispo Bernardino Piñera respondió "La comparación del plebiscito con la consulta que hizo Pilato al pueblo para que eligieran entre Cristo y Barrabás, no parece feliz. La alusión a la iglesia, como de las instancias contra las cuales ha tenido que luchar, resulta extraña" (1988).
El obispo Carlos Oviedo, ante consulta periodística, si él responsabilizaba al general Pinochet por lo ocurrido en Pisagua, respondió "Un jefe de gobierno tiene que hacerse responsable de lo que pasa en su gobierno" (1990).
Derico Cofré Catril derico.catril@hotmail.com
Derecho a la vivienda
Una vez más en el sótano hubo jolgorio. Aprobaron el Derecho a la Vivienda Digna (DVD). Hubo quienes, incluso, manifestaron entusiastamente que era la primera vez que se hacía en nuestro país. No es cierto.
El artículo 10 n° 14 de la Constitución de 1925 aseguraba a todos los habitantes de la República habitación sana, o sea, diríamos hoy, el derecho a una vivienda digna. Conviene recordar que durante la vigencia de esa Carta Fundamental, que aseguraba a todos el señalado derecho, siguieron proliferando los conventillos, primero y, las denominadas poblaciones "callampas", después. Es más, las franquicias para la construcción de viviendas para los pobres comenzaron a fines del siglo XIX. El Ministerio de la Vivienda recién se vino a crear durante el Gobierno de Frei (1965). Sólo desde ese momento se empezó a enfrentar el déficit habitacional con algún grado de éxito.
Durante los años de la Concertación fueron cientos de miles las familias que pasaron a ser propietarias.
No me cansaré de repetirlo. Las prestaciones sociales no dependen de su consagración constitucional, sino de que existan mayorías políticas robustas que las sustenten y recursos presupuestarios suficientes y disponibles. Para muestra varios botones.
Noruega, Nueva Zelandia, Finlandia, Suecia y Australia, por ejemplo, consagran pocos derechos de este tipo en sus respectivas Constituciones. En cambio, Venezuela, Angola, Etiopía, Nicaragua y Zimbabwe, consagran muchos.
El papel aguanta todo. Felizmente, los chilenos somos mayoritariamente sensatos.
Jorge Eduardo Vives Dibarrart Abogado jevivesd@gmail.com