¿Y el bien común?
Mientras algunos en la Comisión de Armonización intentan "maquillar a un muerto", como muy acertadamente ha señalado el convencional sr. Cozzi, no deja de ser significativo que parte importante de las críticas o reparos al texto sólo reflejen preocupación por intereses particulares, importantes, pero sólo sectoriales. Veamos algunos ejemplos. Hay demasiados.
El Senado reclama porque va a desaparecer. Los empresarios están muy preocupados por la nueva regulación del derecho a huelga. Los agricultores, particularmente en el Sur, por la posibilidad real de ser expropiados sin que la indemnización corresponda al valor comercial de sus predios. Los padres, por la no explicitación de su derecho y deber de educar a sus hijos. No estoy diciendo que éstas y otras tantas preocupaciones no sean relevantes. En rigor, son fundamentales.
Sin embargo, lo que se echa de menos es un cuestionamiento global. El proyecto de Nueva Constitución, como ya hemos dicho, no es una Constitución. Es sólo el programa de gobierno de la izquierda no socialdemócrata, inspirado en experiencias como la venezolana y la boliviana y, en ideas que hoy son conocidas como post-marxistas.
El texto que deberemos rechazar el 4 de septiembre próximo destruye la democracia representativa; implica el fin de la ciudadanía (no todos los votos valdrán lo mismo); otorga más (o menos) derechos según sea la raza de nuestros ancestros; socava el principio de independencia del Poder Judicial y politiza la designación de los jueces; permite el aborto (sin causas y límite de la edad gestacional) y, reemplaza el Estado Nacional por el Estado Fragmentado.
En definitiva y más allá del "maquillaje", el texto que nos presentarán destruye la idea de Bien Común.
Jorge Vives Dibarrart
Más claro, echarle agua!
Imagine usted que le están construyendo su casa, la que siempre soñó para vivir con su familia cerca de sus amigos y usted ha participado activamente de su construcción junto a su familia desde que se hicieron sus planos, además le propuso al constructor los materiales, las dimensiones, los colores, etcétera.
Durante la construcción usted ha visto como ha avanzado la obra pero ha encontrado discrepancias con las ideas originales, en las que usted participó activamente, cambio de materiales, las terminaciones poco finas, ni hablar de los colores, piezas que usted no necesita, etcétera, como que le están construyendo otra casa, no la que usted le propuso a su constructor en un principio y que este le prometió construirle.
Y los plazos se terminan y su constructor debe entregarle su casa, pero como ha visto que usted no está muy contento, más bien decepcionado con el resultado final, no encontró nada mejor que decirle a usted.
"Apruébela no más, y después corregimos todos los detalles y se la dejamos como usted quería al principio".
¡Más claro, echarle agua!
Luis Enrique Soler Milla
Soledad de los jóvenes
Respecto a carta enviada por Camila Ercoli a su redacción en el día 22-05-22 acerca de la "Soledad de los Jóvenes ", donde expone "que es nuestra tarea promover espacios presenciales seguros, para que niños y jóvenes, puedan volver a confiar en sí mismos y en otros ", quisiera aportar en decir que para que nuestros niños y jóvenes tengan confianza en sí mismos y en otros, depende de muchos factores e instancias.
Primero, que tengan el amor, el cuidado y el apoyo de sus padres, que es la base fundamental de ello, el soporte que les permitirá ser los individuos seguros, y tener el carácter para saber desenvolverse ante los desafíos diarios que deban enfrentar.
Aquí parte todo, por supuesto, lo cual debiera ser complementada con políticas públicas adecuadas, desde el punto de vista de contención y orientación, con proyectos educativos con mayor énfasis en el deporte, el arte, por supuesto, salud mental, espiritual, con los espacios adecuados que den la seguridad para poder desenvolverse sin miedo. Son muchas las carencias que estamos teniendo como país hoy día con nuestros niños, adolescentes y jóvenes, lamentablemente las estadísticas no nos ayudan para nada, aumento de suicidio, bullying, problemas alimenticios, obesidad, anorexia, depresión, alcoholismo y uso de drogas etc. Lo cual es una triste realidad.
Una sociedad sana comienza en el hogar y lo que estamos viendo, solo es el reflejo de ello. Por eso la importancia y ahí estoy de acuerdo que nuestra responsabilidad debe ser velar por ello y donde se involucren todas las instancias, padres, familia, medidas gubernamentales, con medidas preventivas y de autocuidado, más que reaccionarias y así poder llegar a tiempo para no tener que lamentar la pérdida de un niño o joven en la plenitud de su vida.
Sandra Vallejos