El derecho a vivir en paz, es lo que cantaba Víctor Jara, hace algunos años atrás. Hoy, seguimos enfrentados a una realidad marcada por una convivencia social insana e insegura. Una sociedad segregada y desigual desde su más tierna infancia, en donde el lugar de nacimiento, la actividad de los padres y el barrio de residencia, son factores trasversales que pueden definir la cotidianeidad y, lamentablemente, la muerte.
Es materia de público conocimiento, que los mayores problemas de seguridad ciudadana están dados por un sistema injusto, profundamente desigual y por qué no decirlo, por un abandono sistemático de parte del Estado en la creación de políticas públicas pertinentes, en materia de la seguridad ciudadana. Esta desigualdad, es una de las razones que explican el ingreso del narcotráfico a las poblaciones y villas de nuestras ciudadanes. Hace algunos días, lamentamos el fallecimiento de Danitza, una joven que recibió una denominada "bala loca", que, de loca, no tiene nada. No es de generación espontánea, no es ajena, no es un azar del destino que irrumpe en la paz de las familias. La bala no es loca, es una bala narco, de los mismos que se han tomado el territorio, nuestros niños, jóvenes y la paz de nuestros barrios.
En varias ocasiones, le hemos manifestado a las autoridades relativas a la seguridad ciudadana, la necesidad de crear nuevas unidades policiales y entregar una mayor dotación de vehículos y personal para la región de Los Ríos. Hasta el momento, solo hemos tenido declaraciones de buenas intenciones, que poco sirven ante la realidad que vive los y las vecinos, quienes de golpe han constando la inseguridad vivida en las calles.
Existen varios factores que han contribuido a esta situación, entre ellas, es posible identificar una alta rotación de la jefatura regional de Carabineros y la decisión institucional de ser más "eficientes" cerrando unidades rurales, retenes o tenencias, en miras a concentrarse en las ciudades. Estas son decisiones administrativas, que, lamentablemente, han demostrado no funcionar, y por lo tanto, deben revertirse.
La ausencia de Estado, no es sostenible. Todos las y los chilenos, sin importar donde vivan, deben tener acceso garantizado a la seguridad pública, asegurando la buena convivencia en los distintos territorios y comunidades. Nunca más debemos lamentar la muerte de inocentes, por culpa de disputas de delincuentes que se toman nuestros barrios. Las familias merecen el derecho de vivir en paz.
Alfonso de Urresti Senador por Los Ríos