"La música docta tiene que dejar de ser un espacio para cierta población"
IMPRONTA. La joven profesional repasa los hitos de su carrera y aborda las claves de un estreno para noviembre.
Entre Paine y Valdivia hay aproximadamente 810 kilómetros. Corresponden a la distancia que cada verano recorría Alondra Huerta-Salinas cuando viajaba al sur por vacaciones de verano.
La estadía se prolongaba generalmente por dos meses en una casa familiar ubicada en el sector Aguas del Obispo, camino a Niebla. De esta forma comenzó a construir una relación de larga data con la capital de Los Ríos, hasta que decidió que era tiempo de cambiar de domicilio.
El adiós a la Provincia del Maipo en la Región Metropolitana fue paulatino. Primero se fueron sus hermanas. Luego su mamá. Y finalmente fue el turno de Alondra que llegó a Valdivia en 2019, el mismo año en que se tituló con nota máxima con su primer concierto para orquesta de cámara. Había estudiado composición musical con mención en música para cine y medios audiovisuales en el Instituto Profesional Projazz. Egresó con éxito gracias a "Memorias del primer avistamiento de humanos", composición hecha como parte de sus tesis de grado sobre la vinculación del canto de las ballenas jorobadas con la obra del compositor estadounidense George Crumb.
Aquella pieza de romanticismo entramado con música contemporánea, fue inmortalizada en su momento por el pianista Alexandro Jusakos, integrantes de la Orquesta Juvenil de la Universidad de Chile y la cantante Verónica Soffia.
De esta forma comenzó una nueva faceta en la vida de la joven compositora que incluso pudo llegar a ser pianista. Es que previo a la experiencia en Projazz, estudió en el Conservatorio de Música de la Universidad Mayor con la maestra Constanza Rosas. Hasta que empezó a incomodar el alto grado de exposición propio del piano.
"Comencé a sentirme más cómoda en el anonimato, detrás de las partituras y no tanto frente a ellas. Vengo de una familia de artistas y desde chica tuve la oportunidad de tocar en eventos del colegio o de la comuna, pero siempre con esa extraña sensación que te provoca estar frente al público. De todas maneras, el piano siempre fue una gran escuela. Siento que me hacía hablar y me sacaba un poco de mi timidez. Tuvimos y seguimos teniendo una relación muy íntima con el instrumento, porque además me permite ver la música desde una perspectiva orquestal", explica.
En el conservatorio estuvo cerca de dos años y medio. Completó la etapa básica y se retiró.
Identidad propia
Alondra Huerta-Salinas siempre quiso hacer música para cine. "Tenía a Hans Zimmer en mi cabeza y a muchos otros compositores de bandas sonoras que admiro mucho. Entonces me propuse estudiar composición y cine por separado, hasta que se abrió la carrera que mezcla ambas cosas y me arriesgué. Resultó ser una buena combinación", explica.