Correo
Abre tu corazón, no tu mente
"Abre tu corazón, no tu mente"; así se titulaba una conferencia que escuché como becario Fulbright hace ya varios años en la North Dakota State University, Fargo, EE.UU. (Brown Bag Seminars) cuyos apuntes los acabo de encontrar en una carpeta de entonces y que brevemente comparto en esta columna.
Cuenta una leyenda oriental que todos los días un joven oraba diciendo: "Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo". Este muchacho lleno de ideales pensaba que con un poco de esfuerzo podría transformar cuanto existiera a su alrededor (orgullos profesionales). Percibía limitaciones, equivocaciones, egoísmos, y pensaba que si le diera campo abierto a su "fortalezas", todo podría cambiar.
Al pasar el tiempo, este joven llegó a la edad madura cambiando su plegaria, más modesta y humilde: "Señor, dame fuerzas para cambiar a quienes me rodean". Sus ambiciones eran más reducidas, sus ideales no habían muerto, pero él se había vuelto realista: creía, a base de experiencias, conocerse y conocer cuánto le rodeaba, no se creía un héroe, pero aún sentía un dinamismo grande en su espíritu (más orgullo profesional). Por eso su oración se había trasformado.
Pasaron los años, y ya entrando a la "tercera edad", una cabellera blanca coronaba su frente y su caminar se había tornado lento. Entonces de sus labios algo trémulos brotó: "Señor, dame fuerzas para cambiar yo mismo".
Había llegado a la plenitud y había comprendido que mientras no cambie el corazón del hombre, todos los cambios exteriores son inoperantes, pero cuando en el interior de uno sucede una transformación, todo lo exterior se transfigura, al iluminarse con una luz nueva la relación del Hombre con Dios, con la Naturaleza y con los demás. Empieza a desarrollar matices desconocidos en su relación con los demás, como que se inicia el descubrimiento de un mundo nuevo sin prepotencias, mucha honestidad, transparencia, sin ambiciones o codicias mayores, mucha compasión, al fin.
Omer Silva Villena osilvaville@gmail.com
Inflación
Hace algunos años, nadie en Chile hablaba de inflación. A pesar de que siempre han existido las alzas de precio, los niveles de estas en nuestro país eran tan marginales que la inflación nunca fue tema en las portadas de diarios ni tampoco en la sobremesa familiar. Lamentablemente, el panorama actual es absolutamente distinto.Los niveles de inflación actual, con los tres últimos meses sobre el 1% mensual y con un acumulado acercándose al 12% anual, corresponden a niveles no vistos desde los años 90.
El objetivo de esta columna no es tratar de explicar o justificar el origen de este fenómeno, sino que reflexionar como la inflación afecta a la ciudadanía, sobre todo a los más pobres.
Si bien la inflación no es un impuesto por definición, son los más pobres los que más tienen que "pagar" o bien, son a quienes más les afecta el escenario actual.
Para entender este concepto, hay que considerar que todas las familias dedican parte de sus ingresos al consumo: alimentación, transporte, vestuario, etc. A mayor nivel de ingreso, el consumo nominal es más alto, sin embargo, el consumo relativo, vale decir, respecto del ingreso es más bajo. A modo de ejemplo, una familia con un ingreso de 700 mil pesos podría destinar el 50% de este a consumo, vale decir 350 mil. En la otra vereda, una familia con ingresos por 4 millones podría destinar 1 millón a consumo, lo que representaría solo un 25% de sus ingresos. En función de esto, quienes más destinan sus ingresos a consumo, son las familias más pobres y, por ende, es a quienes más afecta este proceso inflacionario.
En segundo lugar, las familias de menores ingresos tienen un alto nivel de deuda, dado que, muchas de ellas, consideran el uso de tarjetas de crédito como herramienta para lograr gestionar sus ingresos. La inflación ha obligado al Banco Central a subir la tasa de interés, por lo que el uso de estos instrumentos se hace cada vez más oneroso, afectando directamente a los hogares con menores ingresos.
Finalmente, estos niveles de inflación generan una alta barrera para la adquisición de propiedades, por los precios indexados en UF y las altas tasas de los créditos hipotecarios. En ese escenario, quienes tengan menos capacidad de ahorro son quienes más dificultades tienen en el proyecto de comprar una casa o departamento, estando obligado a seguir pagando arriendo, los que, dado el mismo fenómeno, no han parado de subir.
José Navarrete Oyarce Director Mag. Tributación, UNAB
El violinista en el tejado
Días atrás el canal de televisión de películas antiguas trajo a la pantalla "El violinista en el tejado", un musical de 1971. Lo disfruté enormemente, mucho más que cuando lo vi por primera vez. Un violinista en un tejado, ¿peligroso, verdad? Todos somos un violinista en el tejado. ¿Y por qué si es tan peligroso seguimos arriba? ¿Cómo mantenemos el balance? Las tradiciones y el comportamiento honesto de nosotros los chilenos mantienen el equilibrio; romper ese binomio es, simplemente, romper el tejado. Todos, ojalá sea así, queremos resguardar nuestro tejado nacional.
Gustavo M. Astorquiza, P. Eng. normaandgus@eastlink.ca