"Para todas las cosas en la vida, hay que ser perserverante y creerse el cuento"
EJEMPLO DE VIDA. De origen valdiviano, es figura de la natación master y parte de campaña del Senama por el respeto a los mayores.
Allá por 1940, Eliana Busch cursaba sus primeros años de educación primaria en la Deutsche Schule, hoy Instituto Alemán Carlos Anwandter, cuando funcionaba en el edificio ubicado en la segunda cuadra de Avenida Picarte, en Valdivia. El destino y las repercusiones locales de los acontecimientos de la época -Segunda Guerra Mundial- obligaron a la familia a trasladarse a la zona central. Y ella se quedó por allá, donde desarrolló una brillante carrera deportiva en la natación y la equitación.
Hace ocho años decidió volver a nadar y a los 87 años de edad es toda una figura de la natación master a nivel mundial. Y ahora, su historia es parte de la campaña nacional del Senama #RespetoesDignidad, a través de la cual se hace un llamado a la sociedad, a concientizar, valorar y respetar la experiencia que tienen las personas mayores.
Eliana Beatriz Busch Herrera nació el 7 de septiembre de 1934 en Valdivia y sus padres fueron Adolfo Busch Portales y Manuela Herrera Prieto.
Hasta los nueve años estudió en la antigua Deutsche Schule, "un colegio precioso, donde enseñaban de todo, incluso música", recuerda. La familia se marchó a Santiago cuando ella tenía 9 años y en la capital se incorporó al Club Alemán, hasta su desaparición. Continuó sus estudios en el colegio de las Monjas Alemanas y la educación secundaria en el Liceo 7.
Luego estuvo en el club de la Universidad Católica, pero "el sacerdote que era el rector decía que las nadadoras no se podían sacar fotos en traje de baño", agrega. Así que cuando la Universidad de Chile compró la piscina del desaparecido Club Alemán, la joven Eliana no lo pensó dos veces y recaló en el club de la universidad estatal. Como campeona chilena de natación durante cerca de una década, su carrera se extendió a campeonatos sudamericanos y panamericanos. Después derivó a la equitación.
Hoy, como medallista mundial, panamericana y sudamericana de natación master prepara un nuevo desafío continental junto a la piscina. Su pasión por el deporte la transmitió a sus hijos: Mario, gerente técnico de la federación ecuestre; y Paulina, nadadora master y profesora de natación.
Y como deportista senior, plantea que "para todas las cosas en la vida, hay que ser perseverante y creerse el cuento. Si no, está perdido. Pasa mucho por la actitud mental. Si yo puedo hacer algo, debo ponerle empeño hasta el final".
Su historia
¿Cómo fueron esos años como una de las más brillantes nadadoras chilenas?
- A los 13 años ya era campeona de Chile y lo fui en las siguientes categorías. En esa época, la natación no tenía campeonatos sudamericanos infantiles ni juveniles, como ocurre hoy. Si Ud. era campeón de Chile a los 13 años, tenía que ir a los sudamericanos a nadar con personas adultas. Por ejemplo, al primer sudamericano que fui en Montevideo, tenía como rival a una nadadora brasileña que había salido tercera en un Mundial y resulta que yo jugaba con el hijo de ella.
Después ingresé a estudiar Leyes en la Universidad de Chile, pero no me gustó. También estudié Artes Gráficas, pero me retiré porque no daban los tiempos para estudiar y entrenar para ser un deportista destacado.
¿Cuándo y cómo derivó a la equitación?
-A los 19 años me casé con Mario Fuentes Fernández (equitador y oficial de caballería). Pero desde antes, cuando empecé a pololear, me encantaba ver a las equitadoras saltando y me dije 'quiero eso también'. Como era valiente y patuda, mi marido me enseñó a saltar, me corrigió y siempre estuve entre las cinco mejores equitadoras del país. Dos veces fui campeona de Chile.