Unidad frente al alza de violencia
Los ataques terroristas no buscan sólo el grave daño material que causan. Siembran miedo, desconfianza, socavan bases sociales Después de los atentados siempre crecen polémicas y recriminaciones políticas. Ellas solamente aumentan el daño, no aportan a la solución.
Cinco ataques han sido perpetrados en el último mes en Los Ríos. Todos pueden describirse con elementos comunes: amenazas con armas a trabajadores, incendios de máquinas forestales, destrucción de camiones y de recintos laborales, presencia de encapuchados y escasos antecedentes sobre los autores de lo ocurrido. Algún panfleto, un lienzo artesanal, un mensaje en redes sociales (el generado desde cercanos a la CAM, por ejemplo), dan indicios; pero no mucho más.
También las reacciones oficiales frente a estos atentados tienen una descripción común. Y hasta predecible. Condena generalizada a lo sucedido, llamados al diálogo pero sin identificar interlocutores, presentación de querellas y luego polémicas. Muchas polémicas. Actores diversos de la vida pública culpándose entre sí por la forma de actuar o de no hacerlo; por la historia presente; por las decisiones del pasado. Y ningún avance real en investigaciones o sanciones.
En medio del terrorismo causado por unos y las discusiones de los otros, está la comunidad que asiste como espectadora a la destrucción y ve crecer la estigmatización de grupos determinados, desvirtuando causas justas; está la gente que siente la inseguridad aumentando y constata con temor el avance los problemas de la "macrozona" cada vez más hacia el sur. Nuestro sur.
En ese clima de tensión, dolor e incertidumbre triunfa el terrorismo. Eso busca. No es el incendio en sí mismo; ni el asalto solamente. Va más allá del daño material. Es el miedo a que vuelva a ocurrir; es la sensación de vulnerabilidad. Y eso socava las bases de la confianza cívica, distrae la atención para que -mientras la mirada se vuelca al ambiente político crispado- crezcan redes de crimen organizado, con tráfico de drogas, robo de madera, trata de personas.
No hay respuestas simples para lo que ocurre. Pero enfrentarlo con desunión, con relativización de la gravedad, con acciones esporádicas, claramente no es el camino. Bío-Bío y La Araucanía ya lo saben y la ciudadanía lo reitera ante las autoridades de todos los signos, porque sabe que atrás de la violencia siempre viene la pobreza; que la delincuencia se apodera de los espacios donde el Estado se ausenta. ¿Y que pide? unidad, firmeza en hacer cumplir la ley, escuchar a quienes residen en el territorio, proteger a los débiles.