El camino difícil
En el evangelio de este domingo (Lc 16, 1-13) se presenta la relación de la riqueza y la pobreza para el seguidor de Jesús. Primero con la parábola del administrador deshonesto, que es elogiado por su patrón cuando se entera de su proceder después de despedirlo, ya que astutamente rebaja las deudas de los acreedores de su patrón, para ganarse amigos para después.
Aunque esta parábola nos puede resultar desconcertante, porque parece que elogia el actuar deshonesto, es más bien a la astucia mostrada por el administrador. Muchas veces, como dice Jesús, parece que los hijos de las tinieblas son más astutos de aquellos que buscan el camino correcto de la justicia y la honestidad.
La segunda parte está conformada por diferentes dichos sobre la actitud que se debe tener: primero a ser fiel en las cosas pequeñas, porque quien es fiel en lo pequeño lo será también en lo importante. Es decir, la importancia de las pequeñas cosas, las cosas cotidianas, hacer bien lo de cada día, porque en las pequeñas cosas se juega toda la vida. La vida está hecha de detalles y en eso se muestra el amor a Dios y a los demás.
Finalmente, el último mensaje viene a ser el central de todo el texto de hoy. No se puede servir a Dios y al dinero, no se puede servir a dos patrones. Una invitación a una elección determinada, una elección radical a quien pertenecer, donde está nuestro corazón, que nuestra vida no sea de ambición y de amor al dinero, sino de Dios, de entrega desinteresada y abierta a los demás, donde reine sólo Él.
Que en este domingo en el cual celebramos un aniversario más de una patria, recordemos que estamos siempre invitados a construir un país justo y solidario, con respeto a todos los habitantes de nuestra tierra.