Inglaterra tributó una majestuosa despedida a la Reina Isabel II
REINO UNIDO. Con un estricto itinerario y muchas emociones, los ingleses y la familia real acompañaron el féretro de la monarca. Dentro del recorrido para terminar en Windsor, pasaron por última vez por el Palacio de Buckingham.
En una ceremonia de otro tiempo, con una solemnidad sobrecogedora, la reina Isabel II recibió un último adiós al estilo británico, con un itinerario cumplido al pie de la letra.
El funeral de Estado en la abadía de Westminster por Isabel II, fallecida el 8 de septiembre, puso el broche a diez días de luto nacional con una puesta en escena sin igual en el mundo.
Reino Unido mostró su especialidad para mantener vivos símbolos que parecen remontarse a la noche de los tiempos, por mucho que en algunos casos apenas daten de hace unas décadas.
El ritual, que pide dejar el féretro recubierto con el estandarte real salió como estaba estipulado a las 10:44 hora local, del Palacio de Westminster, sede de la soberanía popular, para recorrer los cientos de metros que lo separan de la abadía del mismo nombre.
Ahí, en el mismo lugar donde la reina contrajo matrimonio con el príncipe Felipe y donde fue coronada en 1953, lo esperaban cerca de dos mil personas.
Arrastrada con cuerdas por 142 miembros de la Marina Real, un carro de cañón transportó los restos mortales, seguido por miembros de la familia real, con un emocionado rey Carlos III encabezando.
Pese a que la Commonwealth atraviesa por momentos complicados, eso no impidió que jinetes de la Policía Montada de Canadá abrieran el cortejo fúnebre.
Tras ellos, adornados con parafernalia tan característica como los sombreros de piel de oso de la Guardia Real, diferentes cuerpos militares desfilaron al son de las gaitas de regimientos escoceses e irlandeses.
Una tarjeta escrita a mano sobresalía encima del féretro, entre la corona imperial, el orbe real y el cetro de oro: "En memoria amorosa y devota". Firmado: "Charles R", el primogénito de la difunta y nuevo soberano, Carlos III.
Con los invitados -entre ellos 200 miembros de la sociedad civil reconocidos por sus obras por la reina- ya instalados, el féretro fue introducido en el templo a las once en punto para que el coro de la abadía lo recibiese con el canto "Yo soy la resurrección y la vida", que suena en cada funeral de Estado desde el siglo XVIII.
Tras el recibimiento por el deán de Westminster, David Hoyle, y la lectura del Evangelio según San Juan por la primera ministra, Liz Truss, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, pronunció un sermón en el que destacó la vocación de servicio de Isabel II.
"Su difunta Majestad, como es bien sabido, declaró en su discurso de su 21 cumpleaños que toda su vida estaría dedicada a servir a la nación y a la Commonwealth. Rara vez se cumplió tan bien una promesa", dijo.
En medio de una solemnidad absoluta, apenas las indicaciones que el príncipe heredero, William, hizo a su hijo George, de 9 años, quebraron una ceremonia concebida para subrayar la inmutabilidad de la Corona. Y qué mejor forma de encarnar esa inmutabilidad que perdurando en el tiempo, que es precisamente lo que hizo Isabel en 70 años como reina.
El himno nacional "Dios salve al rey", adaptado a su nueva letra tras la muerte de la reina, selló el funeral y, de alguna forma, toda una época.
Con dos minutos de silencio seguidos en todo el país y un lamento interpretado por un gaitero escocés, petición expresa de Isabel II, culminó un rito coreografiado para quedar inscrito en la historia.
El cortejo fúnebre partió poco después del mediodía hacia el castillo de Windsor, donde Isabel II sería enterrada junto a su marido, fallecido el año pasado a los 99 años.
Los británicos demostraron su devoción por la monarca echándose en masa a las calles del centro de la capital, hasta el punto de obligar a las autoridades a cerrar el acceso a los lugares desde los que se podía ver la procesión.
Pese a la multitud, el silencio se adueñó de las calles al paso de la comitiva. Luego de pasar por delante del Palacio de Buckingham por última vez, el cuerpo de Isabel II fue trasladado a Windsor, donde reposará para siempre.
1953 el año en que Isabel II fue coronada en la Abadía de Westminster, mismo lugar donde la despidieron.
200 miembros de la sociedad civil, reconocidos por la reina por sus obras, fueron invitados a la ceremonia.