Niños y niñas que no asisten al jardín
Sólo un 40% de los inscritos es educación parvularia va a sus clases regularmente. Es la cifra más baja del país. Preocupante. Se hace urgente regresar a la discusión sobre la obligatoriedad de la educación preescolar Son tantos beneficios, que el Estado debe garantizar el acceso.
La Región de Los Ríos presenta uno de los índices más bajos del país en asistencia de niños y niñas a las sala cunas y jardines infantiles. De acuerdo a cifras de la Junji (Junta Nacional de Jardines Infantiles) solamente un 45% de un total de 1177 matriculados en los establecimientos locales asistió diariamente en el primer semestre; cifra notoriamente inferior al casi 70% que se registraba en el período pre-pandemia y que ya entonces generaba preocupación.
Sumado a lo anterior, a nivel país está la inquietud por la pérdida de contacto con algunas familias. Se calcula que 2 de cada 10 matriculados en enseñanza parvularia no ha podido ser ubicado durante el presente año y eso se traduce en que más de 18 mil menores de edad se encuentran fuera del sistema de protección que activan los recintos de educación temprana. Recordemos que desde ellos se proyecta alimentación, atención de salud, trabajo con las familias y apoyo integral a través de la red Chile Crece Contigo.
Así vistas, no son menores las cifras. Deben alertar. Ellas muestran que hoy en Los Ríos se registra una alta vulneración del derecho infantil a recibir estimulación, cuidado y formación en los primeros años de vida, que son cruciales para las bases cognitivas que asegurarán posterior desarrollo personal y escolar. Y peor aún: los afectados son pequeños y pequeñas de los sectores socieconómicos más carenciados, lo cual implica que esta ausencia de hoy se traducirá en ahondamiento de las brechas futuras.
¿Por qué hay ausentismo? Múltiples razones, desde condiciones climáticas hasta crisis sanitaria, pasando por desconfianzas y hasta desconocimiento de los beneficios que la atención parvularia entrega. Por lo mismo se hace urgente volver a difundir esas ventajas, derribar mitos y crear conciencia que el fin de las restricciones de salud es una oportunidad para recuperar lazos afectivos, aprendizajes intelectuales y emocionales que servirán para toda la vida.
También se hace urgente regresar a la discusión sobre la obligatoriedad de la enseñanza preescolar. Son tantos y tan amplios sus beneficios, que el Estado debería garantizar el acceso a ellos, dejando atrás prejuicios (la duda sobre "escolarización temprana", por ejemplo) y discursos que pueden sonar modernos, pero en la realidad solamente generan desigualdad.