El reciente fin de semana, denominado "XL", porque se extendió durante cuatro días, implicó mucha movilidad interna de personas en el país y -obviamente- también accidentes de tránsito. De acuerdo a datos de Carabineros fueron 918 los siniestros registrados en diferentes regiones, con un total de 19 personas fallecidas. En Los Ríos se produjeron 22 hechos, no hubo víctimas fatales, pero sí 31 lesionados de diversa consideración.

Los índices en general son más bajos que en la misma fecha del año pasado y ahora comenzarán a formar parte de una estadística "positiva", porque un 34% menos de decesos suena bastante bien. Sin embargo, no se debe olvidar que una de las marcas del registro es una verdadera tragedia para quienes las vivieron, por el trauma que implica, las secuelas que dejan y el dolor irreparable de perder seres queridos.

Así visto, está bien destacar los números azules, pero no perder la perspectiva, porque se crea una sensación de falsa seguridad que no ayuda a la prevención real. Lo cierto es que gran parte de esos hechos pudo prevenirse o evitarse. Quizás todos. La conducción sin atención debida a las condiciones de tránsito; la influencia del alcohol y de las drogas; el exceso de velocidad y la imprudencia son denominadores comunes a la hora de analizar las causas de los hechos y tales factores no llegan a las escenas de los hechos de manera fortuita, sino por el minuto de descuido, la irresponsabilidad o la falta de conciencia de las personas involucradas, que viven como si fueran inmunes.

Crear conciencia frente a estos hechos e involucrar a muchos actores sociales para enfrentarlos es parte de la campaña Pacto Nacional por la Seguridad Vial 2022, una iniciativa público-privada, que involucra a empresas, instituciones y organismos de gobierno, la cual fue presentada hace algunas semanas por Conaset y elaborada según recomendaciones de Naciones Unidas, siguiendo la ya fijada Estrategia Nacional de Seguridad de Tránsito. Una propuesta en esta línea es la de Intervial Chile (la concesionaria de la Autopista de Los Ríos) que lanzó la campaña #NoLoLlamesAccidente, para generar la atención sobre conductas irresponsables. Es de esperar que tenga eco en el largo plazo; sobre todo ahora que se acerca el verano y los escenarios similares al feriado, se multiplicaron.

Con una incidencia que se incrementa notoriamente con la edad, donde a partir de los 55 años las probabilidades de sufrirlo se duplican, el Accidente Cerebrovascular (ACV) es definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como: "Síndrome clínico de desarrollo rápido debido a una perturbación focal de la función cerebral de origen vascular y de más de 24 horas de duración".

El ACV se ha mantenido dentro de las tres principales causas de mortalidad en Chile durante la pandemia, observándose un aumento de las atenciones de urgencias desde el año 2021, probablemente como consecuencia del insuficiente control de los factores de riesgo cardio y cerebrovasculares durante este período, secundado a dificultades a acceso y continuidad de atención en salud de los pacientes crónicos. Como kinesiólogos cuando nos enfrentamos a un usuario con ACV debemos realizarle una acuciosa y completa evaluación para identificar las deficiencias, limitaciones y restricciones que presenta, sabiendo que cada persona es diferente. Es fundamental iniciar la rehabilitación tempranamente, con terapia desde etapas agudas cuando el paciente se encuentra hospitalizado, enfocándonos en la movilización precoz para prevenir complicaciones médicas y mejorar los resultados funcionales a corto y largo plazo, estipulando la evidencia que nos demuestra que el inicio de rehabilitación dentro de las primeras 72 horas mejora los resultados funcionales y además reduce la estadía hospitalaria. Cuando los pacientes son dados de alta, en etapas subagudas es primordial continuar con rehabilitación ambulatoria, ya sea asistiendo a algún centro médico o a través de atención domiciliaria.

El término neuroplasticidad definida como "la capacidad de restaurar parcial o totalmente la función perdida luego de una lesión", es la base para reaprender una conducta en respuesta a la rehabilitación que brindamos, siendo las primeras semanas la mejor ventana terapéutica. En etapa crónica también seguiremos interviniendo para mejorar o mantener ciertas funciones a través de tareas específicas y repetitivas.

Finalmente, se debe tener en cuenta que la neurorehabilitación en etapas tempranas post ACV es fundamental para favorecer un mejor pronóstico funcional y con esto, mejorar la calidad de vida del paciente, entregando una terapia integral enfocada al paciente y al entorno familiar.

Carolina Burdach Eguiluz

Académica de Kinesiología de la U. San Sebastián sede Valdivia