"Puedo mirar hacia atrás y decir con tranquilidad que algo se hizo"
SENSEI. El hombre que trajo el judo a Valdivia se marcha, luego de 51 años de trabajo a nivel universitario, federado y escolar.
Una amistad de niñez y juventud en Santiago marcó el primer acercamiento de Alejandro Parra Montero a los deportes de origen oriental. Comenzó con juegos basados en un libro de enseñanza del jiu-jitsu, hasta que a mediados de los años '60 y luego de su ingreso a la Escuela de Ingeniería Naval de la Armada de Chile descubrió el deporte que abrazaría durante cerca de 60 años: el judo.
Fueron sus inicios en el deporte de origen oriental, el mismo que trajo a Valdivia en 1971, transformándose en su principal difusor en la zona sur del país. La semana pasada, ex alumnos y alumnos de su club se reunieron para rendirle homenaje por su labor y también ofrecerle una despedida, ante su próximo regreso a Santiago.
¿Cómo fueron sus inicios en el judo?
-Al salir de la escuela de ingeniería de la Armada, me trasladé a Santiago para preparar mi ingreso a la universidad. Me incorporé al club Samurai como uno de sus practicantes fundadores, donde tuve como maestro a Iroshi Kido Hata. Después llegó Toshihari Kobayashi y posteriormente otro maestro que fue de gran importancia para mí y para el judo nacional: Ryuhi Bunasawa. Todos estos profesores fueron muy importantes en el desarrollo del judo en Chile, al igual que el español Víctor Manuel Gaspar, quien venía cada tres años a instruirnos, cuando ya me había venido a Valdivia.
Ud. trajo el judo a Valdivia en el año 1971. ¿Cómo fue el comienzo?
-Acá no se conocía este deporte. Llegué siendo cinturón azul y junto a compañeros de la UTE nos entusiasmamos y comenzamos a practicar. No teníamos colchonetas, así que nos conseguimos un local en el Liceo de Hombres, con piso de flexit, donde hacíamos caídas. Después se integró más gente, formamos clubes y los primeros tatamis los hicimos con lonas de camión y aserrín, que teníamos que remover cada cierto tiempo. Con eso éramos felices y también empezamos a trabajar a nivel escolar. Llegué al Instituto Comercial y muchos estudiantes se incorporaron. Además ayudamos en la difusión de Concepción al sur, competíamos con la U. de Concepción. El mismo trabajo hicimos en la U. de la Frontera y en Osorno. En ese tiempo tenía como mentor al sensei Iroshi Kido Hata, quien era el técnico de la Federación y las hacía todas. Reunimos gente y trabajamos con los escolares, con la visión de proyectarlos hacia la universidad. Así nació el judo para el sur de Chile.
¿Qué análisis realiza de sus 51 años de judo en Valdivia?
-Me siento orgulloso de lo que hoy son Valdivia y la región en el judo, porque a partir del cariño y la difusión que hicimos en esa época, fueron surgiendo clubes y hoy además existe judo en Panguipulli, La Unión, Río Bueno y San José de la Mariquina, de una manera muy fructífera. Después de estos 51 años, la satisfacción más grande es que el judo ha crecido en Valdivia y la región. Mis amigos y ex alumnos están repartidos en todas partes y muchos de ellos, en la medida que se lo permite la parte laboral, siguen haciendo judo y lo proyectan hacia la comunidad. Puedo mirar hacia atrás y decir con tranquilidad que algo se hizo.
¿Cuáles son los beneficios del judo para una persona?
-Son hartos los beneficios del judo y el deporte en general. Yo entusiasmo a la gente a que realice cualquier actividad deportiva y si llega al judo, tiene varios beneficios, porque aunque es un deporte que parece de lucha, en definitiva los luchadores son amigos, una familia que se reúne y ayuda a otras personas. Siempre se les motivó a seguir estudiando y hoy día son personas que ayudan a los demás.
¿Qué viene ahora para Ud. en la parte personal?
-Me voy de Valdivia después de 51 años, que es toda una vida. Aquí me casé, nacieron mis hijos, me divorcié... Pero, la vida nos va colocando obstáculos y lo bueno del judo es que esos obstáculos los tenemos que superar y si nos caemos, hay que levantarse y seguir trabajando, formando gente hasta el final., Decidí irme porque acá estaba prácticamente solo, sin una red de apoyo y en Santiago están mis hijos. Allá está mi hijo, que es profesor de judo en la Universidad Católica, que brilla con luz propia y de quien me siento orgulloso como padre, porque ha superado a su maestro y como otros, se han especializado. Mis expectativas son no parar, porque allá hay proyectos que se pueden desarrollar y a la vez estar más cerca de la Federación, para seguir cooperando con el desarrollo del judo nacional.
"Formamos clubes y los primeros tatamis los hicimos con lonas de camión y aserrín... Con eso éramos felices".
Alejandro Parra Montero, Sensei de judo
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