Lobos marinos en Valdivia: las tensiones de una relación problemática
Un reciente ataque a locatarios de la Feria Fluvial generó preocupación por los riesgos en la convivencia con los mamíferos. Además, con un nuevo estudio se busca reactivar una mesa técnica para detener la muerte de cisnes en el Santuario de la Naturaleza.
El conteo de los propios locatarios de la Feria Fluvial indica que mensualmente hay entre uno y dos incidentes. Aunque el que ocurrió el domingo 27 de noviembre superó cualquier cálculo.
Pasado el mediodía, un lobo marino se desplazó por un tramo del recinto junto al río Valdivia y destruyó el puesto de ventas N° 32 de Solange Cárcamo. Las pérdidas por los pescados que fueron comidos por el mamífero o que terminaron en el suelo y, por ende, sin posibilidad de ser comercializados, fueron avaluadas en aproximadamente medio millón de pesos. La afectación fue a diversas unidades de salmón y sierra que debieron ser tiradas a la basura.
De aquel momento hay videos que se viralizaron en redes sociales. Muestran cómo el lobo marino no se dejó amedrentar ni por los gritos de los locatarios, ni por el fuerte sonido de fierros golpeando el suelo a modo de amenaza. Los registros dan cuenta del ataque, de lo lamentable de las pérdidas y de lo urgente que parece ser buscar una solución para evitar la ocurrencia de eventos de la misma naturaleza.
En la costanera de Valdivia, particularmente en el sector del ex helipuerto y en la Feria Fluvial, la figura de los lobos marinos está fuertemente asociada al turismo.
No hay una fecha exacta que permita determinar cuándo partió la interacción de la especie con los habitantes de la ciudad (se cree que fue en la década de 1980), lo que sí está claro es que en las últimas dos décadas hay varios hitos que han tensionado el vínculo.
En 2006, bajo la administración del alcalde Bernardo Berger, se creó una comisión especial para ver de qué forma lidiar con el problema. Se decidió entonces instalar grandes balsas en medio del río como una forma de incentivar que los lobos no se instalen en veredas y en medio de la Avenida Arturo Prat. Aquellos que osaban cruzar los límites se les comenzó a lanzar agua con mangueras. Para aquel entonces también se habló de construir una pequeña lobería junto al Museo de Arte Contemporáneo, lo que nunca se concretó. Lo que sí se hizo fue instalar rejas en el borderrío.
La preocupación se mantuvo durante los años venideros y se agudizó en julio de 2018, cuando la Corporación Nacional Forestal (Conaf) reportó los primeros ataques de lobos marinos a cisnes de cuello negro en el Santuario de la Naturaleza Río Cruces y Choro Camayo Sitio Ramsar Carlos Anwandter. El problema ya no era solamente en el sector urbano, por lo tanto, hubo que crear una mesa técnica integrada por diversos expertos. Se propuso entonces la captura y traslado de lobos, exterminio de los sujetos identificados como problemáticos y el reforzamiento de las medidas de monitoreo.
Lo cierto es que, pese al entusiasmo por avanzar en el tema, la pandemia obligó a dejara en pausa los planes. Hasta ahora.
Reactivación
En un informe presentado en julio pasado por Mario Maturana, funcionario de la Conaf y administrador del Santuario de la Naturaleza, se establece que en los últimos cuatro años y medio se han registrado 1.327 muertes de cisnes de cuello negro.
El más crítico fue 2020 con 468, seguido de 2018 con 311; 2019 con 308; y 2021 con 173. De 2022, el reporte consiga observaciones hechas hasta junio con un total de 67 carcazas
"Nosotros somos los primeros en reconocer que ha sido un error alimentar a los lobos marinos. Es algo que tal vez se normalizó con el paso de los años y que quizás ha contribuido a que, además de no querer irse del sector, estén comenzando a comportarse con mayor agresividad".
Sergio Murat, Dirigente y vocero Feria Fluvial
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