Reposición del voto obligatorio
Durante una década el ejercicio electoral fue voluntario en Chile, pero bajos niveles de participación obligaron a un cambio. Pero ¿basta obligar para reencantar a la comunidad con la trascendencia de los procesos? Ciertamente, no. La educación ciudadana tiene un rol que jugar.
Tras una década de voto voluntario, en los próximos días será promulgada la ley que repone el Voto Obligatorio y establece inscripción electoral automática, aprobada en el Congreso esta semana con apoyo transversal, incluyendo a todos los representantes de Los Ríos.
Para contextualizar, recordemos que desde el plebiscito de 1988 sufragar fue obligatorio y la inscripción, voluntaria. En 2009 comenzaron formalmente largas discusiones sobre la madurez del pueblo chileno y la libertad de ser parte de los procesos, las cuales se tradujeron en una reforma constitucional que, en octubre de 2012, permitió sufragar por opción. Pero el cambio no fue lo esperado. En diez años el involucramientos de la comunidad disminuyó a niveles preocupantes y el diagnóstico compartido es que la democracia se ponía en riesgo. El reciente plebiscito de salida -hecho con voto obligatorio, por excepción- terminó de avalar los argumentos de las distintas posiciones. En la región, el 4 de septiembre sufragó un 83.63% del padrón; más bajo que el 86% nacional, pero superior al 50,9% del plebiscito de entrada de 2020 y que el 45,96% de las elecciones de noviembre de 2021.
Se estima que más presencia de votantes implica más legitimidad para la definición de autoridades o pronunciamiento sobre determinados temas y, considerando los desafíos que ahora vienen tras el Acuerdo Constitucional, resulta positivo garantizar que más personas expresen sus opiniones. Sin embargo la tarea de reencantar a la ciudadanía no se logra solamente con imposición, sino que debiera ir hacia la educación ciudadana, para crear conciencia.
Al respecto es bueno revisar el reciente Barómetro Regional dado a conocer por la Uach, en el cual se muestra una alta adhesión local a la democracia como forma de gobierno (55%), pero indica que un 23% de los encuestados piensa que "a la gente como uno le da lo mismo un gobierno democrático que uno autoritario". Y ese porcentaje en 2019 era de 20%.
Resulta interesante, entonces, reflexionar en cómo se logra que la participación electoral masiva no sólo vuelva a ser un deber legalmente establecido en Chile, sino que sea vista como un derecho cívico trascendente para ejercer. Que importa.