"Una de las cosas que más me apasiona de la música es su lado más expresivo..."
PRESENCIA. El menor de tres hermanos músicos es parte del evento formativo local y acá aborda algunos hitos de su propia carrera.
En la casa de la familia Cañoles Cuevas, la música selecta se instaló cuando Camilo comenzó a tocar violín. Lo hizo al entrar a la Fundación CIFAN, integrándose además a la orquesta que dirige el maestro Pablo Matamala.
Lucas, el hermano menor, reconoce que esa fue una de las principales motivaciones para querer probar suerte con algún instrumento. Cuando tenía 5 años también entró a CIFAN a tomar clases con el profesor Osvaldo Urrutia, coincidiendo incluso en la misma sala con Camilo.
Así fue entonces que comenzó a construir su propia carrera, mientras Rolando, el hermano mayor, hacía lo propio como prometedor intérprete de violonchelo. Actualmente, los tres son parte del equipo docente del 28° Campamento Musical Marqués de Mancera.
Lucas ahora tiene 21 años y está en el grupo de los más jóvenes. Luego de su paso por CIFAN, donde estuvo cerca de ocho años y por el Conservatorio de Música UACh, decidió estudiar psicología y mantener la práctica instrumental para ocasiones especiales.
"Una de las cosas que más me apasiona de la música es su lado más expresivo, el que tiene que ver con conectar todo el cuerpo con el instrumento que estás tocando. Eso enriquece mucho más la interpretación y hace que el público no solamente escuche la música. Y cuando se trata de enseñar, creo que una cosa fundamental es apoyarse con la imaginación, buscar formas o un relato que te permita hacerte una idea de la materialidad del sonido que se busca en una obra en particular", explica.
Experiencias
Lucas Cañoles es licenciado en psicología de la Universidad Mayor de Temuco. Fue alumno en diversas versiones del Camus Mancera y durante la presente semana es apoyo de Camilo en la instrucción de los violines en la Escuela El Bosque en Valdivia.
De esta manera se mantiene activo, sin necesariamente volver al estudio formal del instrumento, ad portas de un viaje a España donde completará su formación académica como psicólogo.
¿Qué cosas cree que ha aprendido gracias a su experiencia como ex alumno y ahora profesor del campamento?
-Hasta cierto punto, tocar un instrumento se puede volver un proceso más bien mecánico. Cuando enseñas, hay que tomar conciencia de ello y buscar las formas de meter la emocionalidad. En general, todos los procesos implican retroalimentación y la búsqueda de formas para comunicar los conceptos. A los niños, por ejemplo, hay que orientarlos en descubrir el sentido de las cosas que están haciendo. No puede tratarse simplemente de tocar el instrumento solo por tocarlo. Avanzar en la interpretación implica un cambio de mentalidad, lo que de una u otra forma termina decantando en la emocionalidad. Es posible que los alumnos nos vean como un ejemplo o una guía, tal y como me pasó con mi hermano, lo que implica también un grado de responsabilidad cuando se trata de compartir lo que sabes con quienes se están iniciando.
¿La psicología le entregó herramientas que puede usar en la música?
-Sin duda y se nota en cómo uno mismo enfrenta los procesos internos. Como músico, me ha dotado de herramientas que tienen relación con el ayudar a pensar, con el encontrar maneras más adecuadas para resolver lo que se pide frente a una obra en particular.
"Cuando se trata de enseñar, creo que una cosa fundamental es apoyarse con la imaginación, buscar formas o un relato que te permita hacerte una idea de la materialidad del sonido que se busca en una obra en particular".
"A los niños hay que orientarlos en descubrir el sentido de las cosas que están haciendo. No puede tratarse simplemente de tocar el instrumento solo por tocarlo. Avanzar en la interpretación implica un cambio de mentalidad".
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