"Estamos ante un acto arbitrario o ilegal. Esto de la desprolijidad es un eufemismo"
El abogado rechazó firmar un indulto a Jorge Mateluna en el segundo gobierno de Bachelet. Dice que no se explica cómo se puede haber dado tanta impericia en la crisis de los 13 indultos de Boric y que la forma menos cruenta de salir de ella es revocar, anular o dejar sin efecto los decretos viciados, más aún si se reconoce que están fundados en errores.
En el último día del segundo Gobierno de Michelle Bachelet, el entonces ministro de Justicia, Jaime Campos, se negó a firmar el decreto de cierre del penal de Punta Peuco. Pero no fue lo único que el secretario de Estado no firmó en esos días. Tampoco quiso poner su rúbrica en el documento que decretaba un indulto para Jorge Mateluna.
Campos, militante de tercera generación del Partido Radical, pero hoy alejado de la vida partidaria, hace el recuerdo en medio de la polémica que tiene desconcertado al mundo político en estos días, por la decisión del Presidente Gabriel Boric de indultar a 13 personas, 12 detenidos por delitos cometidos después de 18 de octubre de 2019 y el mismo Mateluna, un exfrentista condenado en 2013 a 16 años de cárcel por su participación en un asalto bancario.
-¿Es usted partidario de los indultos?
-No, yo siempre he sido contrario a la institución del indulto. Ese es un resabio que queda de los regímenes monárquicos, absolutistas, que poco se compadecen con una democracia representativa como es la chilena en la que existe separación de poderes públicos. La potestad de juzgar a los individuos les corresponde exclusiva y excluyentemente a los tribunales. De manera que, en teoría, soy contrario a la entrega de indultos. De hecho, creo que esto debiera derogarse en alguna eventual reforma constitucional.
-Sin embargo, existe.
-La potestad que hoy en Chile tiene el Presidente de la República de indultar a un condenado es una potestad que no se puede discutir. Sin embargo, dicho lo anterior, aquí viene la precisión: si bien es cierto tiene la facultad de indultar, el Presidente no puede indultar como se le ocurra. Él está obligado a ejercer esta potestad de acuerdo con la Constitución y la ley. Es decir, el poder, la facultad del Presidente no es absoluta. Él no puede indultar cuando quiera y como quiera. Él tiene que hacerlo de acuerdo a la Constitución Política, que está en el artículo 76, como la Ley General de Indulto, la 18.050, que establecen las normas, los requisitos y el procedimiento de cómo debe ejercerse esta potestad.
-¿Y qué opina de los indultos decretados el 30 de diciembre por el Presidente?
-En estos casos específicos mi impresión o mi convicción es que no se han respetado ni las normas constitucionales ni las normas legales que regulan esta materia; y, por ende, estamos en presencia de un acto arbitrario o ilegal. Esto de la desprolijidad es un eufemismo no más.
-¿Qué errores se cometieron?
-La verdad es que todo esto ha sido una suma de errores, por ser benevolente en el uso de los términos. Todavía me cuesta entender cómo tanta impericia puede haberse dado en un mismo caso. Y esto es lo que confunde un poco a la ciudadanía en el debate. Porque aquí existen hechos que son distintos, pero que confluyen en un hecho mayor y que genera consecuencias diversas. Me explico: todo esto parte cuando hace 10 días La Moneda informa que había procedido a otorgar indulto a 13 personas, 12 sujetos que habían sido condenados por delitos cometidos durante el estallido social más don Jorge Mateluna. Esa fue la primera noticia. Pero, inmediatamente, el Presidente de la República señaló ante los medios de comunicación 'mire, al señor Mateluna lo estoy indultando porque estoy convencido de que es inocente'. Dos días más tarde, estando en Brasilia, en un punto de prensa, ratifica lo dicho, y no solo lo ratifica, sino que lo agrava, puesto que insiste y dice "mire, yo he indultado al señor Mateluna porque he adquirido la convicción más profunda de que es inocente y además porque es-
"Siempre he sido contrario a la institución del indulto. Ese es un resabio que queda de los regímenes monárquicos, absolutistas, que poco se compadecen con una democracia representativa como es la chilena en la que existe separación de poderes públicos".