Valdivia se encuentra viviendo una etapa importante. Es la tradicional "Semana Valdiviana" que culmina con la noche del corso, programada este año para el 25 de febrero y para la cual están desplegadas múltiples actividades y programas, que permitan recibir a más de 200 mil personas en el sector de la Costanera.

Hace dos años que esta fiesta popular no se realiza y existe amplia expectativa respecto del reencuentro masivo. Ese sentimiento, en realidad, ha cruzado todo el verano, que es el primero sin restricciones de aforo y de seguridad desde 2020.

Varias novedades habrá el sábado. Primero, música y un evento de inicio con bandas invitadas; luego, los tradicionales fuegos artificiales serán reemplazados por un espectáculo lumínico que permitirá dar el marco adecuado al desfile de barcos engalanados y cumplirá con algunas condiciones que la actual administración ha planteado desde el comienzo: menos gastos, menos contaminación, menos ruidos y más cuidado con quienes se alteran con los estruendos que los eventos pirotécnicos traen acompañados. Estas diferencias se suman a las ya aplicadas con la eliminación de la elección de la Reina de Los Ríos, el centenario certamen de belleza que dejó de hacerse el 2020.

Puede que existan críticas por estas nuevas maneras de hacer las cosas; pero lo cierto que las expresiones festivas sociales van cambiando y adaptándose a los tiempos.

Lo que no ha variado, eso sí, es la característica de la Noche Valdiviana como espacio de expresión comunitaria. Diversos autores explican su origen vinculado al gobernador García Hurtado de Mendoza: algunos la citan como expresión de descontento con botes que circulan con pequeñas fogatas en su interior; otros dicen que fue una recepción a la misma autoridad (marzo de 1558). También se dice que la primera se hizo en homenaje al Presidente Pedro Montt en 1907 y que tomó su forma actual en 1917, por iniciativa de los vecinos, que querían un hito distintivo veraniego.

Independientemente de esas historias; en todas hay una voluntad ciudadana de manifestación. Y eso se conserva. El 25 de febrero se podrá ver de nuevo y esperemos que se desarrolle en completa normalidad.

Durante los últimos veranos, hemos observado con mucha preocupación el incremento de la cantidad y magnitud de los incendios forestales, los que se han transformado en una amenaza para los centros urbanos, y en más de una oportunidad en una tragedia que ha cobrado vidas humanas.

En este sentido, las cifras muestran que solo este verano se han contabilizado más de 500 incendios, dañando alrededor de quinientas mil hectáreas, dejando a 7 mil personas damnificadas, y 25 fallecidas. Estos datos nos deben invitar a reflexionar sobre el fortalecimiento de los distintos organismos que son parte del sistema de protección civil.

Desde dicha perspectiva, los Cuerpos de Bomberos que son parte de este sistema de protección civil, desarrollan una labor fundamental en el trabajo de prevención y el combate de incendios. Esta labor, la hemos visto durante estos meses, así como en las distintas catástrofes o accidentes de tráfico, vertidos químicos, inundaciones y situaciones de rescate provocadas por la naturaleza o por causas humanas.

Sin embargo, es necesario preguntarse de qué forma podemos fortalecer y entregar un marco de protección a los voluntarios, que les permita desarrollar esta vital función con mayor tranquilidad personal, profesional, y familiar.

Algunos de los temas, de los cuales debiésemos preocuparnos, dicen relación con los seguros de vida, de salud, pensiones, garantías laborales, capacitación, especializaciones, disponibilidad de implementos de seguridad, entre otros, que reciben los bomberos.

En este contexto, la realidad comparada parece ser un buen principio para revisar la forma en que otros países han ido resolviendo esta materia y haciéndose cargo de manera integral de este servicio voluntario que recibimos.

Por su parte, en nuestro país existe la Ley N° 20.564, que establece el marco de funcionamiento de los Bomberos de Chile, además de otro tipo de legislación que otorga beneficios por accidentes y enfermedades a los voluntarios, y protección laboral.

No obstante, y a la luz de los incendios y otros tipos de desastres naturales, y/o provocados; que se incrementan con el cambio climático, la industrialización, el crecimiento del parque automotriz, se vuelve necesario revisar y fortalecer las actuales condiciones en que realizan su labor los bomberos en nuestro país, de tal forma de entregar una protección integral a quienes nos protegen de manera valiente y desinteresada.

Laura Bertolotto Navarrete

Rectora Santo Tomás Valdivia