Preocupantes hechos de violencia
La cantidad de carabineros asesinados en Chile este año en actos de servicio, duplica promedio anual registrado de 2017 a 2022.
El crimen de un carabinero vuelve a sacudir a la opinión pública nacional, que ha visto a la institución de duelo por tres mártires en menos de un mes; todos abatidos por delincuentes con armas de fuego, mientras los uniformados cumplían con su deber de proteger a la comunidad.
Las cifras preocupan. Según antecedentes publicados por Carabineros, la estadística anual indica un promedio de 1,5 efectivos asesinados en actos de servicio entre 2017 y 2022. Pero este año ya se duplica, con las muertes del cabo primero Alex Salazar (14 de marzo de 2023), de la sargenta segunda Rita Olivares (26 de marzo de 2023) y ahora la del cabo Daniel Palma Yáñez (5 de abril de 2023).
No es el único dato complejo. Entre 2018 y 2022 fueron agredidos 7.628 carabineros en las distintas regiones del país. La lista la encabeza Santiago con 2.507 y la cierra Aysén con 67; mientras que Los Ríos se ubica séptima entre 16 territorios, con 288 casos; ochenta de ellos ocurridos el año pasado.
Impactan los números y la violencia de los hechos. Duele de manera colectiva, pues se trata de atentados contra una de las instituciones más valoradas en el país; tal como lo dicen las encuestas (78% de aprobación según la última Cadem), como lo comprendió el Congreso con la Ley Naín-Retamal y como lo ratifican las reacciones públicas que han generado estos hechos; desde los globos verdes y blancos que pusieron los vecinos en las unidades policiales, hasta la presencia de los ex Presidentes Piñera, Bachelet y Lagos, junto al Presidente Gabriel Boric, ayer en el responso por el cabo Palma (ver notas páginas 4-10).
La unidad es positiva; sobre todo considerando que todavía hay capacidad de asombro y de repudio frente a lo sucedido. Pero existe el riesgo de normalizarlo, de incluir la muerte o las agresiones a un servidor público en el catálogo diario de posibilidades, corriendo el límite de la tolerancia hacia bordes peligrosos de traspasar, sin retorno para la convivencia democrática y pacífica a la que debemos aspirar. No podemos avanzar en esa dirección. La inseguridad es un escenario incompatible con el desarrollo y con la libertad.