"Hay mucho dolor y la forma de mitigarlo es dialogando, en unidad"
MENSAJE. "No se percibe un país unido. Hasta hace un tiempo, el alma de Chile era diferente", señala.
Corría 1993 cuando el recordado sacerdote Ivo Brasseur llegó en su bicicleta hasta el hogar del entonces catequista Pedro Nolasco Montecinos Navarro. Le ofreció un camino de preparación para mejorar su servicio en la pastoral, con cuatro años de estudios de Teología, Filosofía y otros del área religiosa. "Es probable que de estos estudios que vas a hacer, vaya a salir un diácono", le anticipó el padre Ivo.
Pasó el tiempo y el 20 de abril de 1997, Pedro Montecinos Navarro fue consagrado oficialmente como diácono, en una ceremonia realizada en el gimnasio del Colegio María Auxiliadora de Valdivia.
Hoy, a las puertas de cumplir 70 años de edad, sigue ejerciendo el ministerio con la misma dedicación, el cariño de siempre, pero con una visión crítica del Chile actual.
¿Cómo ha sido su experiencia como diácono?
-Buena e interesante. A veces se piensa que el diácono es como 'el cura chico' o el acólito más preparado. Y eso es una gran equivocación, porque el diácono tiene un territorio propio en el cual puede trabajar ampliamente. Por ejemplo, yo acompaño al Círculo de Suboficiales en Retiro, Forcapreca, que cuando nadie quería hacer algún servicio para ellos por lo del golpe y había ciertas aprehensiones, empecé a acompañarlos y aún sigo con ellos, conociéndolos y también a la institución por dentro, ya que la integran ex funcionarios de Carabineros, Gendarmería e Investigaciones.
¿Y su experiencia con la comunidad en general, cómo ha sido?
-También muy buena, porque hacemos muchas cosas más. Acompañamos a los enfermos, hacemos sepelios, bautizos, casamientos. Es un trabajo muy interesante que realizo desde hace años en la Parroquia Preciosa Sangre y que solo fue alterado por un accidente cerebro vascular que sufrí en 2016 y que me limitó para seguir trabajando tan abiertamente como lo hacía, pero que no me impide seguir ejerciendo mi ministerio. Antes fui diácono de la Iglesia Sagrado Corazón. También me tocó ejercer en los campos, cuando era evidente la falta de sacerdotes.
Desde su rol de diácono de la Iglesia Católica, ¿cuál es su mensaje en esta Semana Santa?
-El país está viviendo un momento difícil y complejo. Hay un lema que se ha roto. Es el de Carabineros de Chile: Orden y Patria. Hay desorden, tenemos una patria enferma, profundamente dividida y afectada por una violencia que se quiere enseñorear a través de la delincuencia y eso es un dolor muy grande, que está afectando a muchas personas. Esta es una Semana Santa de mucha pasión. La pasión que Jesús vivió, la estamos viviendo como pueblo chileno y da pena que hay mucha gente que 'no está ni ahí' con lo que ocurre. No hay una toma de conciencia de que nos estamos farreando el país y nuestra democracia, que costó tanto recuperarla y se ha perdido por el desorden. El mensaje entonces es a reflexionar y meditar lo que está pasando, meditar en los valores que se han perdido y en los tiempos en que nuestra vida era más tranquila y serena. Hoy día, en nuestro país cada uno vive su metro cuadrado y no le importa nada. No se percibe un país unido. Hasta hace un tiempo, el alma de Chile era diferente.
¿Su llamado es al diálogo y la unidad?
-Sí, Diálogo que a veces se da y otras veces, no. Y la unidad es muy necesaria. Mucha gente por ejemplo se está acercando a Carabineros en estos momentos, pero eso no basta. Hay que cambiar el chip y retomar lo que era nuestro país: un país pequeño, subdesarrollado, que lo seguimos siendo y en 'camino a'. Ese 'camino a' lo hemos perdido y debemos buscar la forma de reencontrarnos como país. El pueblo de Dios también está sufriendo por la falta de creencias y en ese escenario, los diáconos tenemos mucho que hacer, porque se ha afectado tanto también la parte mental a raíz de la pandemia. Hay mucha gente estresada y angustiada. Hay mucho dolor y la forma de mitigarlo es dialogando, llegando a caminos de unidad.