Ucrania reivindica su legado musulmán en Crimea y busca abrirse al mundo islámico
GUERRA. Kiev pretende incluir a ciudadanos de este credo en proceso de construcción nacional y acercarse a una comunidad que hoy es cultivada por Rusia.
Agencias
Ucrania abraza su legado musulmán para reivindicar la península de Crimea, incluir a sus ciudadanos de este credo en el proceso de construcción nacional y abrirse a una comunidad internacional islámica que hasta ahora había sido cultivada sobre todo por Rusia.
"Ucrania es un Estado multiétnico, y la tradición musulmana no sólo es importante para el país, sino que forma parte de él", dice a Agencia Efe Tamila Tasheva, representante permanente del presidente ucraniano para la península del Mar Negro de Crimea, ocupada por Rusia desde 2014.
Crimea es precisamente la patria del pueblo tártaro, al que pertenecen la mayoría de los cerca de 500.000 ciudadanos de fe musulmana que se estima que viven en Ucrania.
Kiev, ONGs proderechos humanos y buena parte de la comunidad internacional han denunciado la persecución sistemática de esta minoría por parte de las autoridades rusas impuestas en Crimea.
"Los musulmanes de Ucrania luchan por la independencia de su Estado, por su libertad; uno de cada cuatro batallones ucranianos tiene en sus filas combatientes que profesan el Islam", explica Tasheva, que procede de una familia tártara de Crimea deportada por la URSS a Asia Central.
Iftar de estado
En abril, con motivo del Ramadán, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, compartió una de las cenas con las que los musulmanes rompen el ayuno al caer la tarde e instituyó el gesto como "nueva tradición" de Estado que se repetirá cada año.
Zelenski también propuso a Rusia intercambiar a todos los prisioneros de guerra musulmanes, y acabó liberando unilateralmente a varios cautivos rusos de esta religión al no responder Moscú a su propuesta.
También este mes, el ministro de Relaciones Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, viajó a Bagdad para reunirse con su homólogo iraquí, Fuad Husein, y con el primer ministro de ese país de mayoría musulmana, Mohamed Shia al-Sudani, con los que habló de intensificar las relaciones entre los dos países.
La gira de Kuleba también llevó al jefe de la diplomacia a Kuwait, donde agradeció que ese Estado árabe financiara la compra de generadores eléctricos para Ucrania por un millón de dólares, e invitó a las empresas kuwaitíes a invertir en su país.
"señal para el sur global"
Además de un reconocimiento de la diversidad étnica y religiosa en Ucrania Tamila Tasheva ve en los gestos recientes de Zelenski hacia sus ciudadanos musulmanes "una señal" para "el Sur Global" en general y para los países islámicos en particular.
"Queremos que esta parte del mundo entienda la importancia de la liberación de Crimea para poder proteger los derechos de la comunidad musulmana no sólo en Ucrania, sino en todo el mundo", dice Tasheva, que subraya que "de 186 presos políticos" encarcelados por Rusia en Crimea "116 son tártaros".
La diplomacia de Kiev declaró a principios de este año como prioridad ganar apoyos para la causa ucraniana en países emergentes de África y Asia en los que Rusia utiliza el apoyo que Moscú dio durante la era soviética a los movimientos anticolonialistas como capital político para promover su discurso e intereses.
El Kremlin descalifica a Ucrania como un Estado títere de Occidente.
Para contrarrestar esta idea, la administración de Zelenski insiste en que en realidad es Rusia el poder colonial que intenta someter a un país independiente y a priori más débil, y destaca que un pueblo de religión musulmana como el tártaro es una de las principales víctimas de la agresividad imperialista de Moscú.
Los tártaros musulmanes de Crimea, afirma Tamila Tasheva, "son perseguidos y torturados, sufren redadas en sus casas y son condenados por tribunales ilegales" bajo acusaciones de extremismo que Kiev denuncia como fabricadas.
Conquista y deportaciones
Antes de que en 1783 Crimea fuera conquistada por la zarina rusa Catalina, los tártaros tuvieron en la península su propio Estado, conocido como Kanato, durante más de tres siglos.
La dominación rusa trajo consigo sucesivas oleadas de deportaciones y colonización con nuevos pobladores traídos de Rusia que acabaron con la mayoría demográfica tártara pero no lograron disolver por completo una identidad que ahora vincula su supervivencia al retorno de Crimea a las fronteras estatales de Ucrania.