Las mil formas del miedo bajo el techo de una casa
La escritora argentina Samanta Schweblin recibió hace unos días el Premio José Donoso, otorgado por la Universidad de Talca a la innovación literaria. La autora de "Kentukis" describe el terror en lo doméstico.
Jardines, piscinas y juguetes son los portadores del miedo en la narrativa de Samanta Schweblin, quien juega -y a ratos parece deleitarse- con alertar al lector sobre su propia cotidianeidad, al igual que José Donoso ("El obsceno pájaro de la noche") describió las sombras en las casas de campo.
La escritora argentina hace unos días recibió el premio creado por la Universidad de Talca en homenaje al autor que concentró su obra en los zaguanes de adobe, al ser considerada "una continuadora e innovadora en el ámbito del cuento fantástico", dijo la académica maulina Claire Mercier.
Al recibir el galardón en Santiago, la escritora de 45 años afirmó que la "intimida" el término "trayectoria, cuando una todavía es joven. (…) Por lo menos hasta que no llegó este premio, con el peso de esa gran idea de trayectoria, no empecé a pensar en cuál es la mía, de dónde y hasta dónde iría, de qué se trata esto".
A fines del año pasado, una obra de Schweblin obtuvo en Estados Unidos el National Book Award a la Traducción: el libro de cuentos "Siete casas vacías" (2016), llevado al inglés por Megan McDowell y publicado originalmente en la editorial española Páginas de espuma.
En siete relatos -de ahí el título-, Samanta Schweblin explora el miedo al interior de las casas en las que, tal vez, podrían reflejarse las opresivas viviendas de Shirley Jackson ("La maldición de Hill House"), con personas que invaden hogares ajenos en busca de sí mismos. Por ejemplo, en el cuento "Nada de todo esto" una niña acompaña a su mamá en paseos en autos para mirar casas, de las que "hemos sacado de estos jardines flores y macetas inapropiadas. Cambiado regadores de lugar, enderezado buzones de correo, recolectado adornos demasiado pesados para el césped. (...) Mi padre se enteró de algún que otro evento, pero no creo que haya dejado a mi madre por eso".
Una de las dueñas de casa afectadas llega al hogar de la narradora para denunciar el robo de un azucarero que sólo posee valor emocional. "Pero no puedo evitar pensar en lo que acabo de ver: mi madre arrodillada en la tierra bajo la ropa colgada, metiendo la azucarera en un nuevo agujero del patio".
"Siete casas vacías" también incluye "Un hombre sin suerte", Premio internacional de cuento Juan Rulfo, en 2012, disponible gratis en la página web de la Biblioteca del Congreso de Argentina.
Los entierros en los patios se suceden en la obra de la también autora de "Papá Noel duerme en casa", quien en 2014 presentó su primera novela, "Distancia de rescate", en que David, de unos siete o diez años, sepulta patos y perros muertos en el patio de su casa, porque cuando era más pequeño metió las manos a un río donde había un pájaro muerto, lo cual se manifestó en una terrible infección.
Al vivir en el campo, alejados de todo, su mamá lo lleva a la casa de una curandera, quien realiza una "migración" del alma del pequeño, porque "si mudábamos a tiempo el espíritu de David a otro cuerpo, entonces parte de la intoxicación se iba también con él. Dividida en dos cuerpos había chances de superarla", aunque "no podía saber dónde iría" una mitad del espíritu, ni tampoco qué llegaría. "Era mejor no saber".
"No quería verlo", dice la madre, Carla, al recordar el fin del proceso ante una turista, Amanda, quien está de paseo en el campo. "Quería escapar. Desesperadamente. (...) Pero no pude moverme. Entonces escuché sus pasos, muy suaves sobre la madera. Cortos e inseguros, tan distintos a los de mi David", cuyo espíritu comienza a conversar con Amanda.
El texto fue adaptado a la pantalla por Netflix en 2021, con María Valverde como protagonista, conocida por "Tres metros sobre el cielo", película basada en el libro homónimo de Federico Moccia. Pese a que la historia ocurre en un poblado argentino, fue filmada en Puerto Varas, Región de Los Lagos, por la productora chilena Fábula, de Pablo y Juan de Dios Larraín, responsables de cintas como "Jackie" y "Una mujer fantástica".
Seres eléctricos
El universo Schweblin tiene un giro en el libro de cuentos "Kentukis", de 2018, que también puede ser leído como una novela coral narrada por diversos usuarios de peluches con forma de animales que pueden moverse con autonomía, gracias a que son manejados por usuarios del sistema que escogen el rol de "ser", mientras que el dueño del juguete asume como "amo".
Los seres viven en línea, conectados a una plataforma a través de la cual administran los movimientos del dispositivo asignado, mediante suscripción de pago. Los amos, en tanto, juegan a llevar a sus kentukis de paseo, al supermercado o a que los acompañen mientras arreglan el jardín, para sentir una presencia pese a que no puede comunicarse directamente, es decir, sin voz ni escritura, sólo mediante movimientos.
En eso, un grupo de niñas quiere que su kentuki con forma de osito panda las ayude a extorsionar a una compañera del colegio para sacarle dinero, mediante la filtración de un video suyo en el baño: entonces para comunicarse con el ser que lo comanda le enseñan a jugar a la ouija, como si fuera un espíritu. En otro relato, una joven explora la soledad de ser "la mujer del artista", que cualquier cosa "tenía que guardársela para sí misma". Ante ese escenario, "qué iba a hacer con su vida para que el fastidio y los celos no terminaran por desquiciarla": comprar un kentuki y, a través de la vida robótica con un desconocido, cuestionar la comunicación mediante el silencio junto al concepto de privacidad.
Los juguetes tienen un solo gran inconveniente: al agotarse la batería, el ser y el amo se desvinculan. Para siempre. Una especie de fallecimiento que aporta cuentas alegres a la compañía, ya que los kentukis son caros, apenas un poco más barata es la suscripción que permite convertirse en "ser" para mirar a través de sus ojos, en cualquier parte del mundo.
Ahí se abre el debate sobre la importancia asignada a las cosas, sumado al control que los dispositivos logran sobre la vida humana. Tal vez en una cita a Marie Kondo ("La magia del orden"), Schweblin pone a un kentuki en un hogar de ancianos y el aparato se autodestruye, por lo cual el dueño piensa que "nunca se le hubiera ocurrido que ahora, además de todas las especificaciones que había que leer si se compraba un electrodoméstico nuevo, había que pensar también si sería digno para ese objeto vivir o no con uno".
La escritora Samanta Schweblin recibió recientemente el premio josé donoso.
Samanta Schweblin.
Siete Casas Vacias
Samanta Schweblin Páginas de Espuma
128 páginas
$ 18.900
Por Valeria Barahona
cedida
Universidad de talca