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que son eficientes gracias a que no son militares, pero tienen un carácter militar, ¿no? Y este carácter de alguna manera le guarda obediencia a una autoridad civil. Aunque ven a lo civil como una contraparte que quiere acabar con esta mística y ellos lo que dicen de eso es que es lo que les da orden. Las reformas para hacerlo un poco menos militarizado han sido muy cosméticas, finalmente solo en el en el orden de lo administrativo, pero también hoy la institución se encuentra con un nuevo paradigma que es el del narcotráfico, entonces es muy delicado hacer reformas que la institución no comparta, porque si tú los desvinculas de ese honor y de esos privilegios que sienten al ser parte de Carabineros, de alguna manera en esta decisión permites que entren los tentáculos del narcotráfico.
-Entonces, ¿no es este un buen momento para hacer reformas?
-Reformas sí, pero no desvincularlos de esta ideología de jerarquía; pero reformas, sí, sobre todo en inteligencia. Cuando hay narcotráfico lo que más funciona hoy por hoy no es tanto el uso de la fuerza, que es lo que se está haciendo ahora. Creo que hoy se están tomando medidas muy populares, enfocadas en el miedo de la sociedad y el miedo es la mejor arma para manipular a una sociedad. Entonces, si hoy se pide que los dejen disparar, sí, pero ¿a dónde puede llevarlos esto? Porque tarde o temprano la misma gente va a pedir que no tengan tantas facultades. Falta, por ejemplo, que los parámetros o protocolos del uso de la fuerza sean muy claros. Tienen que invertir más a seguir el rastro del dinero y ser muy cuidadosos. Claro que se necesita una observación externa, pero tienen que negociar hoy mucho más con Carabineros para que no se sientan como que son vulnerables ante el apoyo del Gobierno, en un momento en que el crimen los hace sentir ya vulnerables.
-O sea, no hay que dejarlos fuera de la discusión.
-Sí, hacer una refundación ahora con cómo están los parámetros del crimen sería una locura, sería dejarles las calles al crimen organizado, el camino libre. Deben ser reformas paulatinas, pero consensuadas con ellos.
-¿Y en qué áreas?
-Yo me iría primero por la inteligencia, definitivamente, porque hay que hacer el seguimiento de la ruta del dinero. Hay que controlar bien las fronteras, y no me refiero a la migración, sino a los puertos. Si acá ni siquiera tienen escáneres. Con esta falta de equipamiento en los puertos chilenos es una súper oferta para que el crimen utilice estas rutas.
-México tomó en algún momento la decisión de declararle la guerra al narco y los resultados no fueron buenos.
-Claro, porque hubo muchos balazos y poca inteligencia. O sea, había una guerra frontal en las calles y se descubrió que esto de ir por los cabecillas no debilitaba a los carteles, al contrario, hacía que los mismos carteles entrarán en guerras internas, porque había tres o cuatro que querían el puesto del que se murió. El desafío es finalmente gestionar correctamente el narcotráfico, porque es muy complejo frenarlo.
-En Chile se habla de darles más herramientas a los guardias municipales de seguridad ciudadana, por ejemplo. ¿No es una buena medida?
-Lo que yo haría es quitarles a Carabineros un montón de funciones como las de tráfico, todo ese tipo de cosas no es necesario que las hagan ellos. Ellos deben concentrarse en los delitos de orden común, no a cuestiones de orden social. Eso lo podrían hacer las policías municipales. Pero no darles armas a estos guardias, porque ese es otro problema: los enfrentamientos se vuelven mucho más violentos. Así se da esta paradoja de la seguridad, que a mayor armamento interno, pues también todo se vuelve mucho más inseguro. Cuando un país tiene un gran arsenal, se empieza a armar, entonces los otros para no ser vulnerables ante las amenazas, pues también se arman.
-¿Le parece que ya en Chile hay indicios de la llegada carteles?
-Está clarísimo, en todas las casas que han allanado tienen las vírgenes, los Santos de los grandes carteles. Ahí está la cultura para los que estamos familiarizados con eso. Yo veo las cosas y veo los delitos y sé que están ahí, pero no porque sea especialista en seguridad, sino porque lo he vivido. En Chile por lo menos está el de Jalisco Nueva Generación y el de Sinaloa, que operan junto con carteles colombianos y de otros países. Ese es el gran problema hoy de este aumento de delitos de orden común que vienen acompañados al narco.
-¿Qué debiera hacer el país ahora que es evidente la llegada de grandes grupos criminales extranjeros?
-Tiene que haber todavía mucha capacitación, porque este tipo de grupos que tienen una cierta mística, una cierta forma de operar, se deben de conocer desde su propia cultura. Veo en los medios todavía mucha vulnerabilidad. Por ejemplo, muestran la cara de los carabineros que van a hacer un allanamiento, o de los testigos haciendo denuncias. Eso es súper delicado, porque ¿cómo opera el narco? Pues conociendo a sus vecinos. A la gente la compran o la amenazan, entonces poco a poco vas volviendo a la población blanco para que estos criminales los capten. Igual a la policía. Tienes que tener un sistema mucho más de protección en términos no solamente de equipamiento, sino de identidad, mucha más tecnología, muchos más protocolos, porque no es lo mismo ir a hacer un allanamiento de unos rateros o unos narcomenudistas que de narcotraficantes que están dedicados a secuestrar y matar. Hay que conocer la forma de operar los delitos que son nuevos. Hoy se habla mucho de si hay sicariato, si hubo un ajuste de cuentas. Hay cosas súper claras, pero todavía dudan de qué tipo de delitos son cuando es muy claro para quien ya conoce la mística del narco. Cerrar las fuentes de financiamiento es lo que más funciona, porque al final esto es un negocio. Las rutas del dinero es fundamental seguirlas, congelarles las cuentas. Los delitos de orden común normalmente están vinculados al narcotráfico, porque los carteles tienen brazos armados que son los que operan en los territorios, los que venden las armas. Esa gente también comete delitos de manera independiente al cartel, entonces cuando tú haces un seguimiento incluso de la economía informal en las calles, puedes descubrir quién está detrás. Por eso digo que la inteligencia es fundamental. Hay que darle un mayor equipamiento a Carabineros, más tecnología y capacitación, también a los medios de cómo tratar las noticias, y mucha coordinación.
-¿Lo que plantea es que el combate al delito debe hacerse de otra forma?
-Claro, no como si fuera un borrachillo de la cuadra que se fue a robar la botella. Estos grupos tienen un nivel de organización mayor y tienen mucho más claro cómo van a reaccionar las policías, porque son carteles que operan en Asia, en Estados Unidos, en países con sistemas de seguridad e inteligencia muy fuertes. Entonces, cuando llegan a un país que no tiene la experiencia previa, pues les es muy fácil operar.
-¿Estamos a tiempo todavía?
-Me preguntas algo difícil de responder. Voy a contestarlo optimistamente: yo creo que sí. De acabar con el narcotráfico, no. Llegó al mundo para quedarse, pero sí se puede hacer una buena gestión y evitar la reproducción de sus líneas violentas, acotar sus líneas de venta sin que te dé problemas a la población. Pero se necesita un gran manejo político y un gran trabajo de inteligencia.
-¿Siente que el Gobierno ha dado respaldo suficiente a Carabineros?
-Sí. De hecho, he hablado con algunos carabineros y sienten que se puede hablar mejor con Boric que con otros, contrario a lo que se piensa, pero sí creo que al Gobierno a veces le tiembla la mano, sobre todo comunicacionalmente, porque cuando trata de respaldar a Carabineros, los sectores más de izquierda lo atacan. Esta situación al final es un obstáculo político para actuar, y pasan reformas como las que se hicieron que a mí me parece que fueron muy precipitadas porque había la presión de lo que pasó con el carabinero asesinado, etcétera. Pero tampoco la clave es abrirle la puerta a la violencia nada más así, porque después los abusos hacen que tengas que echarte para atrás y estoy segura de que en algún momento esa ley va a tener ciertos frenos.
"He hablado con algunos carabineros y sienten que se puede hablar mejor con Boric que con otros, contrario a lo que se piensa, pero sí creo que al Gobierno a veces le tiembla la mano, sobre todo comunicacionalmente, porque cuando trata de respaldar a Carabineros, los sectores más de izquierda lo atacan".
"En todas las casas que han allanado tienen las vírgenes, los Santos de los grandes carteles. Ahí está la cultura para los que estamos familiarizados con eso. Yo veo las cosas y veo los delitos y sé que están ahí, pero no porque sea especialista en seguridad, sino porque lo he vivido".