Gloria Verónica Cifuentes Cuadra: La huella de una valdiviana ejemplar
Gloria Verónica Cifuentes Cuadra nació el 20 de abril de 1957 Valdivia y se marchó de este mundo el 8 de mayo de 2023, a las 22.50 horas. Sus padres fueron Rubén Cifuentes Araya y Olga Cuadra Inostroza, también padres de María Isabel. Sus primeros estudios los realizó en el Windsor School, la Escuela México y el Liceo de Niñas. En 1975 ingresó a estudiar Pedagogía en Música e ingresó al coro de su cuna académica, la U. Austral. En este periodo conoció al padre de sus dos hijas: Roberto Arroyo, músico, pintor y defensor de los DDHH durante la dictadura militar. En el transcurso de sus años en la UACh, generó profundas relaciones humanas y espacios de acción política y social que moldearon su trayectoria y aporte comunal. Algunos de sus grandes amigos y que mantendría para toda la vida fueron Loreto Lorca, Clemente Riedemann, Nelson Schwenke, Marcelo Nilo y José Seves, entre muchos (as) más. En 1975, Gloria Cifuentes Cuadra ingresó como docente de Educación Musical e impartió clases en el Colegio María Auxiliadora, Liceo de Niñas (1979-1980) e Inmaculada Concepción (1981 a 1994). En este último colegio y durante 13 años caló de manera profunda en generaciones de valdivianas por su particular forma de enseñar y que aún la recuerdan: "Nos encantaba por su forma de ser: alegre, cariñosa, positiva, transparente y su forma de enseñar: entusiasta, motivadora, creativa. Viajamos por el mundo de la música conociendo, escuchando, cantando, tocando y experimentando, sintiéndonos felices y motivadas". En 1980, Roberto Arroyo y Gloria Cifuentes se casaron en la Iglesia La Merced de Aníbal Pinto, con el padre Ivo Brasseur a cargo de la ceremonia. De ese matrimonio nacieron sus hijas Francisca Alfonsina (41), trabajadora social y madre de Javiera (23) y Gabriel (8); y su hija menor Gabriela Antonia (39), actriz, gestora cultural y comunitaria. En 1994 y junto a sus hijas inició "una aventura", como ella refería, matriculándose como estudiante de postítulo en Pedagogía Social en la Universidad de Salamanca, España. Esta ciudad se transformó en su segunda tierra, dejando lazos hasta sus últimos días. Para ella, esta etapa junto a sus hijas y familia fue un periodo de plena felicidad y aprendizaje de vida junto a sus hijas, ya que "aunque fueron muchas las carencias, siempre nos apoyamos y sostuvimos las tres en el amor", decía. Mujer versátil y resiliente, a su regreso a Chile destacó su labor como profesional en el ex Centro de Rehabilitación Conductual, donde involucró su compromiso social con niños (as) y jóvenes infractores de ley. Luego ingresó a trabajar a su querida Casa Luis Oyarzún, donde junto a una oficina con vista al Torreón Los Canelos gestionó, produjo y promovió la vinculación comunitaria y artística comunal y regional. El entonces Departamento de Extensión -hoy Vinculación con el Medio de la UACh- se convirtió en el espacio perfecto para comulgar su historia, su sensibilidad y particular forma de "construir comunidad por medio del quehacer diario". En 2007, la Presidenta Michelle Bachelet la convocó a participar de su primer gobierno y se convirtió en gobernadora provincial de Valdivia. Despúes ocupó los cargos de seremi de Gobierno y del Sernam. En 2008 fue candidata a alcaldesa de Valdivia. Posterior a sus cargos en la arena política, aseguró que "no tiene ninguna importancia la etiqueta que te pongan por un tiempo determinado, si no dejas una huella en nuestra gente, porque lo más importante siempre será nuestra gente". En el año 2013 fue diagnosticada de cáncer en etapa avanzada. Su familia describe este periodo como "un regalo donde cada momento fue disfrutado y agradecido, sobre todo por el nacimiento de su amado nieto Gabriel, a quien atribuía como su vitamina de vida". Dentro de esta etapa como paciente, destacó su labor como vocera de la Ley Ricarte Soto, en el 2015. Madre, hermana, tía y abuela, Gloria Cifuentes dedicó sus últimos meses de vida a su familia y amigas más cercanas, familia que agradece "a la comunidad que arropó a Gloria con tanto cariño; a sus amigos (as) por estar y hacer de su despedida una fiesta, a sus familiares por no decaer en la oración y la compañía, a cuidadoras, enfermeras y doctoras que sostuvieron siempre la esperanza de que la mejor terapia sería el amor y a toda esa gran comunidad sembrada y siempre amada por la Loly".