Para cultivar la confianza lúcida
Las fundaciones están en el centro de la polémica, pero muchas voces de levantan para pedir que no se generalice sobre ellas.
El llamado "Caso Convenios" ha golpeado muy fuerte a país. Luego del escándalo por Democracia Viva en Antofagasta, en todas las regiones ha comenzado una revisión del trabajo con las fundaciones de distinto tipo y en Los Ríos se generó dudas sobre el traspaso de $80 millones a Enlace Urbano desde la seremía de Vivienda, para trabajar con el Campamento Las Mulatas, situación respecto de la cual las autoridades locales no se han querido referir.
Hay investigaciones en curso, la Contraloría pidió congelar las asignaciones por algunos días y el gobierno creó una comisión de expertos que, en un plazo de mes y medio, debe generar propuestas para redefinir la relación del Estado con las organizaciones de la sociedad civil, el control que se ejerce sobre los fondos que se asignan y la supervisión efectiva de que realizan aquello que prometen efectuar, es decir, un registro real de la llegada de los beneficios.
Hay una crisis. Pero dicen que en toda crisis también se levanta una oportunidad. Así lo cree José Andrés Murillo, director de la Fundación para la Confianza, quien aprecia en lo ocurrido un espacio para reforzar el rol de las organizaciones ciudadanas "que estamos en el medio para regular que lo estatal no se vuelva abuso de poder y para que lo privado no sea sólo con fines de lucro. Somos el tercer espacio, con recursos de distintas fuentes, sin ánimo de lucrar y con labor en lugares y temas donde otros no llegan".
En entrevista con www.soyvaldivia.cl, Murillo también manifestó que es injusto generalizar sobre las fundaciones tras lo ocurrido y llamó a una "confianza lúcida" frente a este tema. No tener "confianza ciega" en las fundaciones, pero tampoco creer que todas engañan o defraudan su promesa de servicio.
Tiene razón Murillo. Si se instala la desconfianza es perjudicial para el país y para la democracia. Sin embargo -como también señala- es preciso clarificar lo ocurrido, actuar con transparencia y dar garantías de que se evitará la repetición de hechos dolosos.
Además, es bueno hablar públicamente del tema. Si se produce inquietud ciudadana, si conmueve, es señal de que aún la corrupción nos molesta.