Hoy se conmemora el Día Mundial contra la Hepatitis, establecido por la Organización Mundial de Salud (OMS), una enfermedad que se produce por distintas causas, como factores inmunitarios, consumo de alcohol o tóxicos e infecciones virales. Esta última causa es muy frecuente y podemos distinguir distintos tipos de virus asociados, los que provocan cuadros clínicos diversos y se asocian a distintas medidas de prevención y tratamiento.

Según la académica Pamela Varas, de la Facultad de Enfermería Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar, aquellos virus que mayor importancia epidemiológica tienen son aquellos que provocan las Hepatitis A (VHA), Hepatitis B (VHP) y Hepatitis C (VHC); existiendo otros menos frecuentes.

La hepatitis A se contagia generalmente comiendo alimentos o bebiendo agua contaminados por las heces de una persona infectada.

La Hepatitis B, en tanto, es una enfermedad viral, inmunoprevenible cuyos mecanismos de transmisión incluyen el contacto con la sangre y con otros fluidos de una persona infectada, también se puede transmitir de madre a hijo en el parto.

La Hepatitis C genera un alto impacto a nivel mundial debido a sus principales consecuencias, la cirrosis hepática y el carcinoma hepatocelular; y si bien no es prevenible por vacuna, tiene tratamiento. A raíz de lo anterior toman relevancia la prevención, considerando que las vías de transmisión son las mismas que para la Hepatitis B.

Los expertos insisten en la importancia de las pruebas diagnósticas y un tratamiento oportuno. Las recomendaciones son: vacunación, realizarse pruebas constantemente, evitar el consumo de alcohol, usar protección en las relaciones sexuales y no compartir instrumentos a través de los cuales se transmite la enfermedad.

El envejecimiento de la población es un fenómeno global. Mientras que en 1950 solo un 8% de la población mundial estaba por sobre los 60 años, para el año 2050 será más de un 21%.Este proceso biológico es inevitable y está acompañado por una disminución gradual de las funciones de los distintos órganos del cuerpo, lo que conduce a un aumento en la incidencia de enfermedades crónicas, tales como diabetes mellitus tipo 2, obesidad, cáncer, alzhéimer, entre otras. Un 80% de los adultos mayores tiene una enfermedad crónica y un 50% tiene al menos dos. La búsqueda de alternativas terapéuticas para mejorar la calidad de vida de las personas mayores es una prioridad hoy en día.

El funcionamiento propio de los órganos genera daños en las células que los constituyen. En una persona joven, los mecanismos de reparación son muy eficientes, pero un declive importante se observa a medida que envejecemos. Existen múltiples factores asociados a la pérdida de la regeneración con la edad, tales como cambios en el metabolismo, aumento del estrés oxidativo y la inflamación, baja capacidad regenerativa de las células madre, entre otros.

Buscar alternativas para prevenir el desgaste celular que ocurre con la edad es clave. Es innegable la influencia que tiene una dieta balanceada y el ejercicio en el bienestar, la salud y la prevención de enfermedades. Hoy en día, además del avance hacia el desarrollo de fármacos para el tratamiento de enfermedades, también se ha puesto la mirada en opciones terapéuticas que permitan prevenir patologías vinculadas con el envejecimiento.

Así, las plantas medicinales, que se han usado tradicionalmente, basados en la sabiduría ancestral de los pueblos originarios, constituyen un camino fértil para seguir avanzando en este propósito y poder desarrollar alternativas más económicas, efectivas y seguras.

Estudiar las características de los compuestos bioactivos contenidos en las plantas de uso tradicional y cómo estos modulan procesos biológicos vinculados con el envejecimiento, constituye un área de investigación en la carrera de Química y Farmacia en nuestra sede de Valdivia.

Mejorar la calidad de vida de las personas mayores es responsabilidad de todos y debe ser abordada desde distintas aristas de la sociedad, incluida desde la biomedicina.