Un país donde no habite el olvido
Es decepcionante que después de 50 años, aún no exista consenso sobre las causas del quiebre institucional en Chile, lo cual demuestra la falta de resiliencia de nuestra clase política y, además, habla de la complejidad de la crisis que alcanzó nuestra convivencia democrática, durante los convulsionados años del Gobierno de la Unidad Popular.
Sin embargo, es esperanzador que frente a los horrores cometidos por la Dictadura Cívico Militar, hoy se vislumbra un consenso mayor para condenar estos deleznables hechos, a pesar que todavía persisten distintas formas de reaccionar frente a la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado: una es vivir mirando siempre el pasado y por lo mismo, contagiar el presente con las experiencias traumáticas de nuestra historia reciente.
Otra, se expresa, a menudo por ciertas personas que dicen categóricamente: miremos sólo hacia adelante, prescindamos del pasado porque este nos divide. Sin embargo, difícilmente podríamos construir un futuro estable sobre la base de la hipocresía, actuando como si en nuestra patria no hubiera pasado nada.
La tercera, es afrontar abiertamente el porvenir con optimismo y esperanza, mirando ocasionalmente al pasado, para no olvidar y extraer de él las lecciones positivas, sobre los dolores y horrores vividos en dictadura, a fin de que la historia no se repita y sea posible un "nunca más".
En memoria de quienes sufrieron y quienes no sobrevivieron a ese infierno caracterizado por la crueldad humana, es menester recordar algunos hechos que caracterizaron el gulag chileno.
"Desde septiembre del año 1973 y en general hasta fines del año 1976, se habilitaron varios campos de prisioneros en el país", reza el Informe Valech. En mayo de 1975, el Ministerio del Interior reconoció que en Chile había 41.359 personas detenidas en virtud del estado de sitio. La existencia de estos campos de prisioneros fue constantemente negada por las autoridades de la época y en todos estos centros de reclusión, los detenidos fueron sometidos a un trato inhumano y degradante.
Se estima que durante la Dictadura hubo 3.227 víctimas entre ejecutados políticos y detenidos desaparecidos (2125 muertos y 1102 desaparecidos).
La dictadura no sólo fue un período en que se suspendieron los derechos civiles y políticos, fue un sistema donde la crueldad y el abuso se institucionalizó, quebrantando gravemente el "alma de Chile".
Al decir del ex Presidente Raúl Alfonsín: "El que no entiende la diferencia que hay entre una dictadura y la democracia formal, no entiende la diferencia que hay entre la vida y la muerte". Cuidar la democracia y construir un país donde no haya lugar para la crueldad humana y donde no habite el olvido, es tarea de todos.
Iván Neira Navarrete ioctavio.neira@gmail.com
Deuda histórica
Triste coincidencia, pero cruda y repetitiva realidad, cada vez que se aproximan las elecciones en el Colegio de Profesores, da a luz el caballito de batalla: la Deuda Histórica. Y reaparece fuerte con sus aderezos ya conocidos como lo son las mesas de negociación con el ministerio de Educación, la convocatoria a paros, consultas a las bases. Resultado: crecimiento y aumento de rechazo e incredibilidad en los lideres y sujeción a la organización "gremial"
Así es y será: mientras la cerradura se mantenga intacta, la llave funcionará...
Boris Segovia Bruzzone Profesor segoviabruzzone@gmail.com
Consejo Constitucional y la UDI
El 28 de agosto el Consejo Constitucional comenzó a votar las enmiendas presentadas al anteproyecto escrito por la Comisión de Expertos y, a diferencia del intento anterior que fracasó hace ya casi un año, tenemos buenas noticias para Chile.
No diré que ha sido fácil, pero hemos logrado construir entendimientos en varias líneas que es importante comunicar. En primer lugar, hemos tenido aprobaciones unánimes, como fue el caso de artículos Sociales, Culturales y Ambientales o los relativos al estado de excepción constitucional.A eso hay que agregar que se priorizó la votación de los temas en los que existe mayor acuerdo para dar paso al diálogo donde existe disenso.
Desde la bancada de la UDI hemos seguido fieles a nuestra convicción de que después de Dios nos debemos a Chile. Con la misma claridad con que defendemos nuestros principios, hemos decidido jugárnosla por un objetivo: ofrecer una buena nueva constitución en donde quepan todos. Hemos tendido puentes donde no los había y seguiremos haciéndolo por amor a nuestro país y a su gente.
Carolina Navarrete Consejera Constitucional UDI